Suecia se enfrenta a una crisis nacional por la escasez de su capricho más preciado: las golosinas

En una país donde los dulces son casi una religión, racionar las golosinas es casi una crisis de estado

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Hace poco, Suecia avanzó para ponerle coto a una vieja tradición: los matrimonios entre primos. Sin embargo, hay una cosa por la que la nación no pasa y se da cada sábado. Entonces, en cualquier enclave del país es común observar grupos de familias o jóvenes entrando y saliendo de tiendas y centros comerciales con una bolsa. En su interior, chuches y caramelos para degustar como si no hubiera mañana. Sí, los sábados son religión, o lördagsgodis, y es el día de pegarse un atracón de azúcar. El problema es que literalmente se están quedando sin ellos.

No sin mi dulce. Sí, resulta que Suecia es un país conocido por su amor por los dulces, donde casi diríamos que son religión. Por eso nadie entiende muy bien qué está pasando. La nación se enfrenta a una crisis sin precedentes: una escasez de golosinas debido a un fenómeno viral en TikTok que ha disparado la demanda global, especialmente en Estados Unidos y Corea del Sur, las dos naciones que han acogido con mayor fuerza el fenómeno, pero también en otros países escandinavos.

Un "accidente" que ha puesto en jaque la madre de todas las tradiciones del país, y posiblemente de las más profundamente arraigadas en la cultura sueca: el lördagsgodis.

El sábado de golosinas. Introducida en los años 50 por las autoridades suecas como medida para reducir la caries dental, la práctica del lördagsgodis consiste en algo muy sencillo: disfrutar de dulces, pero solo una vez a la semana (preferentemente el sábado). Dicho concepto refleja el denominado como espíritu de lagom, esa especie de filosofía de la nación que promueve el equilibrio y la moderación: disfrutar, pero en la justa medida.

Para que nos hagamos una idea de los volúmenes que se manejan en torno a la tradición de “azúcar”, las familias suecas consumen de media más de un kilo de golosinas en una sola noche, consolidando esta tradición como parte esencial de la identidad nacional.

Suecia, tenemos un problema. Al parecer, la locura por los dulces suecos comenzó cuando Marygrace Graves, una TikToker estadounidense, compartió su experiencia en BonBon, una tienda de golosinas suecas en Brooklyn. Aquel video sobre el concepto de pick’n’mix (mezclar y elegir) se volvió monstruosamente viral, acumulando millones de vistas en muy poco tiempo y popularizando términos como "candy salad" en Estados Unidos.

Un caldo de cultivo que en muy poco tiempo desencadenó largas filas y colas en otras tantas tiendas y una demanda sin precedentes, una donde, de Estados Unidos se pasó a Corea del Sur, y de ambas a otros países vecinos de Suecia.

Impacto en la industria sueca. La alta y desmesurada demanda global, combinada con la tradición sueca de las vacaciones de verano en la que comenzó el fenómeno fuera de las fronteras, empezó a complicar el suministro de la nación. De hecho, empresas como Bubs, una de las principales productoras de golosinas, se quedaron sin inventario tras vender toda su producción durante el verano.

Según Niclas Arnelin, director de Orkla, el fabricante de Bubs, la compañía tuvo incluso que reducir su variedad de productos para priorizar la producción de sus tres líneas más populares. La situación se ha hizo bola de tal forma que en toda Suecia las tiendas están recibiendo lotes racionados bajo una política de prioridad nacional, mientras los consumidores piden a amigos en el extranjero que busquen dulces por ellos. El lördagsgodis, por primera vez en su historia, está en juego.

La diáspora escandinava. El fenómeno también se explica desde que aquellos suecos que un día decidieron dejar la nación. De ahí que para los expatriados escandinavos, el lördagsgodis es mucho más que un simple hábito; es un vínculo con su hogar, como ocurre con tantas otras tradiciones de gente que emigra.

Contaba al Guardian Jonas y Bronte Aurell, propietarios de ScandiKitchen en Londres, quienes fundaron su tienda precisamente porque extrañaban esta tradición, que “cuando estás lejos de casa, poder disfrutar de algo tan típico como los dulces se vuelve muy significativo”.

Un desafío logístico y cultural. Hace unas semanas, hacia el final del verano, se llegó a una línea roja para la nación sueca: el suministro de dulces fue interrumpido por una pausa de seis semanas que las fábricas toman por ley en Suecia, afectando incluso las tiendas mejor abastecidas.

Desde entonces, en espacios tan icónicos como ScandiKitchen el personal lucha por mantener ordenada su emblemática sección de pick’n’mix. Para Freja Haulrik, la subgerente: “Hemos tenido semanas sin entregas, pero ahora estamos remontando los surtidos. Aunque hay dos regalices demasiado cerca uno del otro. ¡Hay que espaciarlos!”, explicaba al medio británico.

El legado del equilibrio. Así las cosas, la inesperada fiebre por los dulces suecos ha puesto a prueba la capacidad del país para satisfacer una demanda global insólita mientras trata de preservar su tradición cultural. El lördagsgodis, como vemos, no es solo un momento de indulgencia, sino un reflejo de esa filosofía sueca del equilibrio que tanto predica: disfrutar sin excesos, un concepto que parece haber encontrado eco en consumidores de todo el mundo, una popularidad que ha trascendido fronteras poniendo en jaque el atracón de los sábados.

Imagen | Hoilnawoms

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