De entre todas las monarquías del planeta, pocas igualan en excentricidad y misticismo a la tailandesa. Su anterior rey, Bhumibol Adulyadej, coronado Rama IX, gozó durante toda su vida de un culto a la personalidad rayano en lo paródico. Cuando falleció, el luto oficial se prolongó durante un año, y su hijo y sucesor, Rama X, no fue coronado oficialmente hasta tres años después de heredar el trono. En Taliandia, infraestrimar la figura del rey no es posible. Y criticarla puede llevarte a la cárcel.
Excepto si tienes imaginación.
Rey Voldemort. Dadas las circunstancias, un grupo opositor llamado Mahanakorn for Democracy Group (MDG) optó por disfrazar con sorna sus críticas al régimen monárquico. Lo hicieron convocando una manifestación contra Lord Voldemort: "El país ha sido dominado durante demasiado tiempo por los poderes oscuros de los mortífagos y los dementores (...) Hay asesinatos, desapariciones forzosas, secuestros y amenazas de muerte contra quienes se oponen a este poder malvado. La gente tiene tanto miedo que no se atreven a pronunciar el nombre del demonio en alto".
Muy sutil, como se puede apreciar.
Manifestación. La protesta tuvo lugar ayer por la tarde en el centro de Bangkok. Unas 200 personas se presentaron para, nominalmente, expresar su oposición a las fuerzas malignas de Lord Voldemort. Algunos de ellos aparecieron ataviados con capas y varitas. El acto fue tolerado por la policía y ninguno de los seis portavoces encargados de enumerar las reivindicaciones del grupo fue detenido. Protestas de este cariz, casi siempre capitalizadas por jóvenes estudiantes, han ido en aumento.
Represión. La toma de posesión de Rama X ha coincidido con un recrudecido autoritarismo político. Nominalmente una monarquía constitucional, el rey aún conserva amplios poderes políticos y, al contrario que su padre, parece dispuesto a ejercerlos. Desde 2014, el pulso político del país está controlado por el ejército, y más en concreto por Prayut Chan-o-cha. En 2017 una constitución restableció cierta normalidad democrática, y en 2019 se celebraron las primeras elecciones en seis años.
Insuficiente. El proceso siempre ha sido imperfecto, y las reclamaciones por una mayor democratización han ido al alza. A principios de 2020, el tercer partido más votado y una de las principales voces opositoras al régimen fue prohibido por el Tribunal Constitucional. El pretexto, la financiación ilegal. La realidad, lo incómodo que resultaban sus críticas al control militar de la política tailandesa (el Senado es un órgano no electo donde un tercio de los representantes son ex-militares o ex-policías).
Penas. Como quiera que las autoridades acuden raudas a reprimir a la oposición callejera, criticar al régimen, y por tanto al rey, debe hacerse con cuidado. La lesa majestad se castiga severamente en Tailandia. En 2015, un hombre que volcó comentarios poco simpáticos hacia el rey en Facebook fue condenado primero a 30 años de cárcel, pena rebajada respecto a la original, 60 años. Tales crímenes recaen sobre jurisdicción militar, lo que acrecenta los abusos y abona el campo para la represión.
Nada que un buen disfraz de Harry Potter no pueda neutralizar.