No hay dos insomnios que se parezcan entre sí. Bueno, sí, claro que los hay, pero hablamos de un campo en el que, para definir su tipología, hay cuatro grandes categorías divididas a su vez en múltiples apartados. Según los estudios de las unidades de sueño clínicas hay casi 90 tipos diferentes. Por eso es todo un reto para los profesionales, especialmente para los de atención primaria, determinar y tratar los problemas de sueño de los pacientes que entran a su consulta.
Hay quien ha querido repensar el diagnóstico del trastorno del sueño, y un estudio publicado en The Lancet Psychiatry ha propuesto algo distinto. Se han basado para ello en unas entrevistas realizadas a 4.322 personas oficialmente diagnosticadas como insomnes y que contestaron decenas de cuestionarios sobre distintos aspectos de su sueño y su personalidad. Al ser un reclutamiento voluntario, los autores apuntan a que los resultados pueden estar inclinados para sobrerrepresentar a determinado tipo de sujeto más solícito.
Tomando así sus resultados con una pizca de sal, apuestan por que han encontrado cinco grandes categorías: tu insomnio, el tipo que padeces, puede depender de ciertos rasgos de tu personalidad, y la ventaja de partir de esta base para el tratamiento del trastorno del sueño en lugar de su tipología es que las características de personalidad tienen sus raíces en la función y la estructura del cerebro del sujeto, con lo que el remedio puede ser más estable en el tiempo. Son los siguientes:
Insomnio subtipo 1, el "depresivo"
Encaja en la imagen mental que muchos tenemos de una persona con tendencia a la depresión (y de hecho sus integrantes mostraron una mayor prevalencia de esta enfermedad que el resto de grupos). Es gente con angustia generalizada, a la que le cuesta conciliar el sueño por tener altos niveles de excitación y ansiedad antes de dormirse. También es gente que adolece del mismo nivel de afectos positivos y capacidad de sentir felicidad subjetiva que la gente corriente. Un 19% de los encuestados entró en este subtipo.
Insomnio subtipo 2, la angustia existencial
Similar al anterior pero con matices. Para entendernos, tipos un poco menos depresivos. El 31% de los participantes se identificó con esta categoría. Su insomnio tiene un poco menos de estrés y de angustia, y sus problemas de conciliación están más vinculados a eventos estresantes y efectos negativos transitorios. Es la gente que somatiza un conflicto de su vida en noches en vela, pero que es capaz de sentir emociones placenteras, al contrario que los de antes. Son el grupo que mejor responde a las benzodiazepinas y a la terapia cognitivo conductual. Son aquellos que de forma más sencilla son capaces de salir del bache.
Insomnio subtipo 3, el alma de la fiesta
Aquí se invierten las tornas. Es un subtipo que tiende a reportar niveles de depresión mucho más bajos que los otros, pero su negatividad, o mejor dicho, su bajísimo nivel de positividad, es crónico. Los sentimientos positivos no van con ellos. Son poco afectuosos y les cuesta experimentar placer, lo que hace su tratamiento de insomnio muy difícil: no encuentran tan gratificante dormir mejor, lo que dificulta el proceso de recuperación. Cayeron en esta categoría el 15% del total.
Insomnio subtipo 4, algo despertó a la bestia
Como la categoría dos pero llevada más allá. Su problema no es la angustia existencial sino su “alta reactividad” a los traumas cotidianos, como una crisis económica o una ruptura sentimental. Hablando de traumas, los individuos de subtipo 4 registraron mayor cantidad de eventos adversos durante la infancia. Algo subyace en su mente que hace que los nuevos eventos estresantes les afecte más de lo normal. He aquí a un 21%.
Insomnio subtipo 5, el traspiés inesperado
El insomne “feliz”. Su angustia es ligera, su reactividad baja. Cuentan con un menor registro de hechos traumáticos en su infancia, respuestas menos aprensivas ante los obstáculos de la vida… Es el grupo que tendrá, de media, los trastornos insomnes menos graves y más cortos. A cambio, son sujetos menos reflexivos, menos capaces de experimentar el placer y cuya fatiga derivada de la falta de sueño se hace más pesada. Aquí sólo se categorizó al 14%.
La idea de que el insomnio puede estar vinculado a nuestra estructura cerebral no es nueva. Según un estudio de Stanford basado en escaneos cerebrales los pacientes con insomnio del tipo crónico tenían significativamente menos sustancia blanca en varias regiones del cerebro derecho y el tálamo, la zona que alberga "componentes importantes del reloj biológico del cuerpo", según los autores. Es gente con unas conexiones mentales distintas a las de la normalidad.
También hace un par de años, y como cuentan aquí, otro trabajo vio que aquellos sujetos con trastornos del sueño tenían un menor volumen en regiones cerebrales como el precúneo o el córtex cingulado posterior, que son las zonas encargadas de la memoria y el rendimiento, ahí donde se acumula el daño neurológico en las etapas iniciales del alzhéimer, una enfermedad que se sospecha tiene vínculos hereditarios. Otros han creído identificar siete genes con una mayor prevalencia entre los insomnes. Mientras la ciencia avanza en este campo y consigue poner orden entre correlaciones y causalidades, el mundo va encontrando sus parches para intentar fundirse con las sábanas como un bebé. Como por ejemplo, máquinas que simulan el ruido del aire acondicionado.