No somos pocos los que cuando navegamos por Internet sentimos el impulso de abrir tropecientas pestañas. Nos vemos envueltos en una espiral mental en la que comenzamos una tarea y a los pocos minutos somos atraídos a Twitter, al acecho a dos pestañas de distancia, o distraídos por el asterisco junto al ícono de Slack, avisándonos de que hay un nuevo mensaje. Hacemos malabarismos con varias pestañas a la vez, convencidos de que podemos alternar sin problemas entre ellas sin perder el foco.
Pero no, lo hacemos. Por eso muchos expertos proponen una alternativa radical: trabajar, tanto como sea posible, en una sola ventana del navegador a la vez.
Ilusión de productividad. Tal y cómo hemos comentado en Magnet con anterioridad, sin ser nuestra culpa, hemos caído en el mito de que podemos realizar múltiples tareas a la vez, tachar elementos de la lista, leer ese artículo de 5.000 palabras sobre la inflación y, a la vez, mirar precios de viajes a Granada. Pero, en realidad, cuando nos aferramos a las pestañas, a menudo nos aferramos a una ilusión de productividad. Este espejismo no es nuestro sino el producto de una obsesión corporativa con la eficiencia y los modelos comerciales que premian la velocidad por encima de la consideración, la calidad y la equidad.
No es de extrañar que pasemos el día zigzagueando entre tareas. Al mismo tiempo, los algoritmos de las redes sociales están ansiosos por robar nuestra atención ya fracturada, armados con información asombrosa sobre nuestras preferencias y listos para ofrecer contenido siempre atractivo.
El escape está a unos centímetros. Si estamos aburridos con la monotonía de revisar el email, la escapada está a solo unas pestañas de distancia en forma de una reseña de una película en Letterboxd. Puedes terminar una encuesta de trabajo en otra pestaña contigua o dejar colgado en Facebook a un colega mientras te cuenta su última batallita. Y, al regresar a la bandeja de entrada, no puedes recordar dónde lo dejaste. "Las pestañas son una metáfora del error más amplio que estamos cometiendo", explicaba Johann Hari, autor del libro Stolen Focus: Why You Can't Pay Attention — and How to Think Deeply Again.
Mitos de la multitarea. La religión de la productividad nos ha preparado para creer que la multitarea es humanamente posible e incluso ideal. Pero la investigación disponible nos dice que no lo es. De hecho, los humanos solo pueden pensar conscientemente en una o dos cosas a la vez. Lo que confundimos con la multitarea es en realidad el cambio de tareas. En este artículo de Magnet, hemos analizado el fenómeno. La tecnología digital hace que nuestros movimientos erráticos online parezcan fluidos, pero los estudios sugieren que se necesita mucho tiempo para recuperar la concentración después de una distracción.
Nos hacen sentir miserables. Joseph Chee Chang, investigador de la Universidad Carnegie Mellon, ha estudiado por qué las pestañas pueden ser difíciles de manejar. En este artículo de Mashable, explica que las personas se sienten presionadas tanto para cerrarlas como para mantenerlas abiertas. Sus investigaciones concluían que con un número manejable de pestañas (que varía según la persona), los participantes de su estudio se sintieron "en control y productivos". Pero cuando el número excedía el punto de inflexión de uno, sentían emociones como vergüenza y estrés, junto con la compulsión de cerrar pestañas que habían trabajado duro para recopilar.
Para los 103 participantes, ocho pestañas abiertas fue el número medio que desencadenó el estrés. Y a muchos les costaba cerrar las pestañas porque les preocupaba no estar al tanto de información u oportunidades valiosas. Los marcadores, por otro lado, representaban un agujero negro donde las pestañas perdían su poder como recordatorios visuales.
No todo es blanco o negro. Esta nueva disciplina no significa que debamos dejar de acumular pestañas por completo. Sería un objetivo poco realista para la mayoría de nosotros. Nuestras pestañas son importantes y necesarias, incluso si parecen un desorden digital. En cambio, son elementos de nuestra lista de tareas pendientes, reflejos de nuestra ansiedad por perder información y trabajo valiosos, y señales de nuestras aspiraciones de ser cultos, más inteligentes o aventureros.
Cuesta creer que podamos trabajar de manera efectiva en una sola ventana del navegador, en gran parte porque muchas de nuestras tareas requieren microdecisiones y, por lo tanto, una nueva pestaña tras otra. El viaje a Granada, por ejemplo, también significa mirar las reseñas de TripAdvisor de los restaurantes, rastrear las ofertas de trenes e investigar las medidas de Covid de la ciudad en cuestión.
El futuro de las pestañas. Hay quien piensa que nos aliviaremos de nuestros problemas con una pestaña a la vez que esté diseñadas para funcionar como administradores de tareas, un proyecto en el que están trabajando varios investigadores de la Universidad Carnegie Mellon en forma de "lugar de trabajo digital" que ayuda a los usuarios a priorizar qué información es más importante. De hecho, en el futuro, el navegador podría recurrir a la inteligencia artificial para ayudar a filtrar y clasificar qué pestañas debe mantener abiertas, recuperar información útil de pestañas anteriores o habilitar el resaltado y el recorte.