En el mes octubre Tokio llevó a cabo una de esas medidas que se recordarán por lo que significó para los ciudadanos y turistas. Los alcaldes de Shibuya y Shinjuku, los distritos de Tokio más populares y bulliciosos de la capital debido a su comercio y oferta de ocio, tomaron una decisión de enjundia: se prohibía el alcohol en las calles con el fin de evitar las hordas de turismo que se han ido agolpando en la popular fiesta. Al parecer, les ha ido tan bien que van a redoblar la apuesta.
Primero fue Halloween. Lo contamos hace unas semanas. Los alcaldes de Shibuya y Shinjuku organizaron una rueda de prensa en el Club de Corresponsales Extranjeros de Japón para transmitir un mensaje rotundo: no querían que el 31 de octubre sus avenidas se llenaran de una marea de visitantes con ganas de celebrar la noche de los muertos con unas cuantas copas de más. Y para dejarlo claro, ambos regidores posaron con carteles en los que se informa de la prohibición de beber en la calle.
Además, y por si existían dudas, los carteles no estaban solo en japonés, también en inglés, una prueba de que el mensaje no solo va dirigido a la población local. Es más, en Shinjuku se colgaron carteles similares y emitieron mensajes en las pantallas gigantes que hay instaladas en el distrito. Y en Shibuya directamente decidieron entregar traductores automáticos a los guardias que se encargaron de patrullar en Halloween.
Y ahora Nochevieja. La noticia se centra en Shibuya. El barrio más icónico y popular de la capital de Japón ha decidido cancelar las celebraciones de Año Nuevo por cuarto año consecutivo. Con una diferencia, este año que se había prometido por fin "fiesta", la decisión tomada por representantes del gobierno local y asociaciones comerciales viene dada como reflejo de lo ocurrido en Halloween, y está motivado por las preocupaciones de seguridad pública, el incremento de turistas y las nuevas regulaciones sobre el consumo de alcohol en espacios públicos.
El barrio que fue. Desde 2016, el famoso cruce de Shibuya Scramble se transformaba cada 31 de diciembre en el corazón de las celebraciones de Año Nuevo en Tokio. Allí se celebraban conciertos, había invitados famosos y era la imagen icónica del final de año, una fiesta que atraía a más de 120.000 asistentes en su mejor momento, consolidándose como un evento emblemático de la ciudad.
Sin embargo, en 2020 todo cambió. Las celebraciones se suspendieron debido a la pandemia, y aunque el Covid pasó y las restricciones sanitarias ya no fueron necesarias, el distrito no retomó los eventos. Entonces se citó que el motivo principal se debía a problemas logísticos y de seguridad para gestionar multitudes tan grandes en un espacio reducido.
El alcohol. Este año el protagonista del “veto” está bastante claro. El factor clave detrás de la decisión es la reciente implementación de una prohibición permanente del consumo de alcohol en espacios públicos en Shibuya, la primera de su tipo en Tokio, motivada por las hordas de turistas que llegan a la ciudad.
La medida, introducida en octubre de 2024, busca fomentar un ambiente más ordenado y seguro, reduciendo los problemas de comportamiento asociados con el consumo excesivo de alcohol durante eventos masivos. Según explicó un portavoz del distrito, “estamos en el proceso de cambiar la cultura del consumo público de alcohol en Shibuya. No creemos que este sea el momento adecuado para organizar eventos de esta magnitud”.
El turismo y los desafíos logísticos. Es la otra pata que no se puede obviar. El flujo creciente de turistas internacionales tras la reapertura de fronteras ha añadido una capa de complejidad sin precedentes a la gestión de grandes eventos en la nación. Las autoridades temen que la combinación de visitantes, consumo de alcohol y multitudes pueda comprometer la seguridad pública y los recursos disponibles para gestionar el caos.
Además, y como decíamos, el éxito de la prohibición de Halloween en Shibuya ha reforzado la idea de que reducir eventos masivos puede mejorar la convivencia y el orden público en el distrito.
Un futuro incierto. Así las cosas, y aunque se habló de retomar la fiesta este 2024, el comité organizador ha decidido aplazar cualquier posible reanudación hasta 2025 como mínimo. De fondo, una duda: la continuidad de estas celebraciones icónicas, con lo que Shibuya podría dejar atrás su fama como centro de festividades masivas para adoptar un enfoque más controlado.
Sea como fuere, el cambio en la política de eventos masivos refleja una transformación profunda en la identidad del distrito. Lo que una vez fue el epicentro de fiestas urbanas y gran bullicio, podría convertirse en un espacio más regulado y centrado en el bienestar público y, sobre todo, local. El futuro de las celebraciones de Año Nuevo en Shibuya, y de cualquier otro gran evento en general, deja un gran interrogante.
Imagen | Dick Thomas Johnson
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