Los dos canales de tránsito marítimo más importantes del mundo no viven buenos momentos. En los tres años tras la pandemia, el comercio internacional ha vivido una crisis logística y de materias primas que ha puesto en jaque la cadena de suministro. El buen funcionamiento del transporte por mar era clave para reavivar la economía global, pero ahora otras preocupaciones se suman a un drama que no parece tener fin.
El Canal de Panamá, pilar clave en la economía mundial por donde pasa casi el 6% del comercio mundial y el 40% de contenedores de EEUU, se está quedando sin agua y vive un atasco sin precedentes con un ritmo lentísimo en el tráfico. Por otro lado, en el Canal de Suez, por el que transita el 10% del comercio mundial y el 30% de contenedores, no dejan de registrarse ataques hutíes a buques en el Mar Rojo, lo que ha llevado a grandes navieras y petroleras a anunciar el cese de sus operaciones.
Peligro en el canal de Suez. Todo comenzó a principios de noviembre, cuando los hutíes, supuestamente respaldados por Irán, atacaron el buque mercante Galaxy Leader, vinculado a Israel. La organización dijo que cualquier barco israelí correría la misma suerte. Pero lo cierto es que todo tipo de barcos europeos y americanos que atraviesan el Mar Rojo han sido también atacados con misiles, drones o intentos de incautación. Para las milicias: siguen estando vinculados a Israel.
El 12 de diciembre, por ejemplo, las milicias impactaron un misil contra el petrolero noruego Strinda, alegando que se dirigía a Israel cuando en realidad iba a Italia. Dos días después, un petrolero propiedad de la naviera danesa A.P. Moller Maersk fue atacado en el estrecho de Bab el-Mandeb. Desde entonces, los ataques se han acelerado y las navieras más grandes del mundo han decidido cambiar de ruta. En otras palabras: la inestabilidad política en Oriente Medio está mermando las cadenas de suministro mundiales. En plena Navidad.
Las empresas dicen "Adiós". Ante esta situación, las compañías navieras y petroleras han decidido desviar sus barcos del Mar Rojo. El 15 de diciembre, Maersk y Hapag-Lloyd lo comunicaron y dos días después también anunciaron su éxodo CMA CGM de Francia, el gigante suizo MSC y el chino Yang Ming. Hay que tener en cuenta que solo los tres primeros ya representan alrededor del 40% de todo el transporte marítimo.
Y es probable que su marcha provoque una caída drástica en el ritmo de los envíos de materias primas y productos. "La diferencia aquí es que no se trata de transporte marítimo atrapado en el fuego cruzado de un conflicto, como en Ucrania, sino que es el objetivo directo", explicaba Simon Lockwood, responsable de transporte marítimo de la compañía de seguros Willis Torres Watson, en este artículo de Foreign Policy.
Las alternativas (más costosas). Las últimas en sumarse al cambio de rutas han sido la petrolera BP y la naviera noruega Equinor. En su lugar, prefieren la opción del Cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica), aunque eso suponga más tiempo y más costes. Muchos más: entre 10 y 12 días adicionales, o más en el caso de barcos cisterna o de gran envergadura.
Como decíamos antes, el comercio de contenedores entre Este y Oeste depende del Mar Rojo y el Canal de Suez. Y dado que las líneas principales ahora prefieren bordear el sur de África, habrá también retrasos significativos. Es decir, un golpe a al comercio internacional.
La tormenta perfecta. Los efectos ya pueden notarse en la economía global: desde el 8 de diciembre hasta el 15 de diciembre, los fletes marítimos mundiales han subido cerca del 10%, de poco más 1.000 dólares por contenedor y entrega hasta rozar los 1.100, según el SCFI Comprehensive Container Freight Rate Index.
Y seguirán haciéndolo por varios motivos: tienen que hacer una ruta un 31% más larga y más kilómetros y más espera supone también más coste; el cambio de ruta y el bloqueo reducirá la cantidad de barcos disponibles; y el el carburante pasará a ser más caro. El Brent ya ha registrado una subida del 8% desde la semana pasada.
El otro drama en el Canal de Panamá. La otra ruta comercial más importante del planeta, que ve cómo 12.000 barcos cruzan cada año para llevar carga a más de 160 países, también vive una crisis sin igual: se está quedando sin agua por la sequía. Una cola de barcos se amontona a la espera de poder utilizar el canal y la congestión en el lugar ha llegado a tal punto que ya hay transportistas pagando millones de dólares por saltarse la cola y atravesar el canal.
Hace cinco años la región registró una reducción del 20% de lluvias en comparación a la media, convirtiéndose en el quinto año más seco desde los años 50. Desde entonces, las autoridades han recortado la cuota de barcos que cruzan el canal (de 16 a 14 naves al día) con el fin de ahorrar agua, a la par que han restringido el calado y peso límite de los barcos. Esto ha llevado a que haya menos barcos en tránsito y al mismo tiempo lleven menos carga. Otra gran preocupación para el comercio global en plenas fechas navideñas.
Imágenes: Unsplash / Britanny Ferris Press / ResearchGate (Nonlinear programming for fleet deployment, voyage planning and speed optimization in sustainable liner shipping)
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