El año pasado, mucha gente se equivocó en muchas cosas sobre cómo la pandemia iba a cambiar nuestras vidas. Ni las ciudades murieron ni la gente ha dejado de celebrar sus cumpleaños a riesgo de contagiarse. Pero pocos pronósticos para 2020 fallaron tan espectacularmente como la afirmación de que, a medida que el mundo reabriera, volveríamos a él en pantalones de chándal. ¿Lo hicimos? Durante el último año, nuestros hábitos y estilos de vida han cambiado, igual que nuestro armario.
La vuelta a la oficina que nunca llega y la vuelta a las fiestas ha hecho que la moda cambie: se ha vuelto más relajada en el lugar de trabajo y, al mismo tiempo, más festiva para salir. La comodidad sigue siendo la reina, pero los estilos vuelven a ser emocionantes. A la gente ya le da igual todo.
Cómo hemos llegado hasta aquí. Si algún evento único cristaliza todo este fenómeno, fue aquel anuncio de la marca Entireworld de que iba a cerrar. La compañía había sido una de las favoritas de 2020, sus prendas básicas de algodón se encontraban en la intersección fortuita de "lo suficientemente bonito para Zoom" y "lo suficientemente acogedor para trabajar, dormir y recrearse desde la cama durante un año". Mientras tanto, registraba un aumento del 662% en las ventas.
“El pantalón de chándal ha suplantado a los jeans azules”, declaraba GQ el año pasado. New York Times hizo lo mismo unos meses después en su artículo titulado "Pantalones de chándal para siempre".
El caso de Hugo Boss. El otoño pasado, Hugo Boss se despidió del traje. La marca construida para vender indumentaria de Wall Street ahora está tratando de reinventarse para la era del teletrabajo. Para que os hagáis una idea: en la semana de la moda, la marca alemana, dejó sus chaquetas y pantalones a un lado en favor de un espectáculo con temática de béisbol, con pantalones de chándal de talle alto y un gorro.
También había trajes ultratranspirables, aptos tanto para una cena como para la oficina, y piezas deportivas que recuerdan la ropa de calle de los 90 con un toque sofisticado. Las impactantes campañas publicitarias presentaban a la modelo Hailey Bieber, el rapero Future, estrellas del K-pop e influencers de TikTok. Sí, Hugo Boss está tratando de reformularse. Quiere ser igual de guay que las marcas que aparecen hoy en el mercado. Es fácil entender por qué: la compañía tuvo una caída del 33% en sus ventas al comienzo de la pandemia.
Los trajes cayeron en desgracia. Víctimas de una tendencia de largo recorrido, la informalización que se aceleró durante la pandemia, con sus largos períodos de teletrabajo desde casa dieron la puntilla al traje tradicional. Incluso gigantes como Goldman Sachs y el Banco de la Reserva Federal ajustaron o abandonaron sus códigos formales de vestimenta. Marcas de culto como Fear of God de Jerry Lorenzo y Aimé Leon Dore, con su versión refinada de la ropa de calle, comenzaron a ganar no solo entusiasmo sino también una participación crítica en el mercado.
Reinventarse para la gen Z. Quien tiene el poder de cambiarlo todo es, al final, Instagram y TikTok. La nueva visión de Hugo Boss, por ejemplo, atiende a la creación de dos líneas distintas destinadas a audiencias diferentes. "Hugo" es una nueva opción que se inclina por la ropa de calle para la Generación Z repleta de gorros de pescador, jeans holgados y accesorios con logotipos. "Boss" es una línea de looks minimalistas, elegantes e informales dirigida a la generación millennial que incluye sudaderas con capucha en tonos tierra, abrigos voluminosos y chinos.
Las marcas han estudiado cómo hacer que sus trajes sean más atractivos para el público. "Queremos ser el primer traje que compre un cliente millennial o Gen Z", decía un responsable de Hugo Boss en este reportaje de The New York Times. Incluso están contratando a adolescentes para que trabajen como consultores y ayuden en las sesiones de fotos.
De un estilo en soledad. Para muchos, el aislamiento de los primeros días de la pandemia significó que no había razón para vestirse. Usar pantalones de chándal todos los días de 2020 se convirtió en la norma, y abundaron los artículos sobre cómo la pandemia había arruinado el estilo. Pero esa soledad es lo que ayudó a algunas personas a liberarse del ruido que alguna vez influyó en sus decisiones de estilo.
Vestirse durante la pandemia también fue una forma de control, y hacerlo hizo que la gente se sintiera mejor. Teníamos menos opciones sobre dónde podíamos ir y los viajes eran mucho más limitados.
A vestirse para la cámara. Para algunos, fue tan simple como simplificar su estilo. Pero ojo, porque algunos se sintieron más visibles que nunca, en lugar de llamadas telefónicas, la gente de repente quería reunirse en Zoom. Las historias de Instagram se multiplicaron. Los colores empezaron a ser mucho más vivos (con sus infinitos filtros) para aparentar que la vida volvía a ser la que era. Todo estaba cambiando, o eso deseábamos.
Y volvimos a salir. Y cuando 2021 trajo consigo la reapertura del mundo, se notó una sensibilidad de estilo que parecía desafiar el pragmatismo de la pandemia. Desde Instagram hasta las calles del barrio, la gente se volvió a vestir. Diferente. Looks atrevidos, desde Crocs de plataforma hasta hombreras. Parece que sí, los pantalones de chándal parecían destinados a un mero papel secundario. O no. Que Hugo Boss haya hecho de ellos su línea de ropa rutinaria ya es una señal de que algo ha cambiado.
Resulta gracioso e irónico que el fundador de Commonwealth Proper, una marca de ropa masculina, dijera hace dos años: "Mientras los abogados sean abogados, habrá juicios". Y por lo tanto, trajes. Pero todos sabemos que el día en el que nos casemos en chándal está más cercano que nunca.