La guerra por un pelo lustroso y brillante, además de poblado, jamás ha cesado. Por suerte, el estado de la técnica contra la pérdida de cabello ha alcanzado un nivel sin precedentes. Y lo mejor podría estar por venir.
Las células madre, la impresión 3D y los mejores laboratorios del mundo han puesto remedio a lo que miles de vendedores de crecepelo llevan asegurando poder combatir. Pero no ha sido la magia, sino la ciencia, la herramienta que necesitábamos para ganar esta guerra contra la alopecia.
La guerra contra la alopecia, ¿qué armas tenemos?
Si los mercachifles y curanderos hubieran sabido de las sustancias que hoy en día conocemos para combatir la calvicie, probablemente no se habrían ganado con tanto ahínco su nombre. De los brebajes y ungüentos que prometían retrasar la caída y promover el crecimiento cabelludo, hoy solo se conserva la chanza.
Sin embargo, lo que menos gente sabe es que sí que existen medicamentos realmente eficaces. En concreto, existen dos moléculas (y sus derivados) capaces de tamaña magia: la finasterida y el monoxidil. Comenzando por el primero, esta molécula lleva más de dos décadas, según recoge este monográfico de la prestigiosa SciElo, empleándose en diferentes ámbitos farmacológicos, especialmente en el tratamiento de la hiperplasia benigna de la próstata.
Pero, curiosamente, el mismo mecanismo que sirve para protegernos contra el cáncer ayuda a conservar el cabello. La finasterida es un fármaco antiandrogénico derivado no hormonal de los esteroides. En otras palabras, actúa en la vía metabólica de la testosterona, importantísima en muchos aspectos fisiológicos. En concreto, inhibe a la enzima 5-alfa-reductasa que transforma la testosterona en dihidrotestosterona, su molécula activa.
¿Y qué importancia tiene para el pelo? Aunque no conocemos del todo el mecanismo que actúa, sabemos que la dihidrotestosterona está detrás de la pérdida de función de los folículos pilosos. Al controlarla, también evitamos que muchos de estos folículos se inactiven, produciendo la pérdida de cabello. Esta propiedad está descrita desde los años noventa y es uno de los tratamiento más eficaces para prevenir, pero no para tratar la pérdida de pelo.
Por otro lado, el monoxidil es un fármaco vasodilatador antihipertensivo. Pero también es utilizado, al menos desde los años setenta, tal y como recoge Peter Conrad en su libro "La medicalización de la sociedad", para tratar la alopecia. A diferencia de la finasterida, el minoxidil se aplica de forma tópica y su mecanismo de acción todavía no se conoce, aunque se sospecha que tiene que ver con la irrigación de los folículos.
Este tratamiento también ha demostrado ser enormemente eficaz, produciendo una regeneración entre los tres y seis meses desde que comienza a usarse. Aún así, y a pesar de sus beneficios, ni la finasterida ni el minoxidil son tratamientos 100% eficaces ni son todopoderosos.
Efectivamente, hay muchas personas a las que no les funciona por cuestiones fisiológicas o metabólicas. Además de eso, estos medicamentos han de ser administrados "de por vida", puesto que no son una cura, sino una aplicación permanente que mantiene bajo control la muerte de los folículos pilosos.
Por otro lado, aunque son seguros, especialmente el monoxidil, algunas evidencias hacen recomendar el uso moderado de la finasterida ya que a largo plazo puede presentar complicaciones en caso de la aparición de cáncer u otros problemas relacionados con la próstata. Por todo esto, seguimos adelante en esta carrera armamentística y nos vamos de viaje.
Turquía, la capital del pelo
Además de ser la frontera entre Europa y Asia, Turquía se ha hecho famosa en las últimas décadas por sus operaciones de recuperación de pelo. Aunque no es, ni mucho menos, el único sitio donde se hacen, ni tampoco tiene por qué ser el mejor.
Pero sus precios y una sabía vena oportunista ha conseguido atraer la atención del mundo. A día de hoy podemos encontrar paquetes de viajes "completos": hotel de cinco estrellas, excursiones, interprete, todo incluido y, cómo no, el tratamiento de reimplante capilar.
¿Cómo funciona? En 1959, Norman Orentreich presentó ante la Academia de Ciencias de Nueva York un método consistente en sacar pequeños trozos de piel completos, con sus folículos pilosos, y trasplantarlos a otras partes de la piel con éxito. Aunque su trabajo dista de los modernos y punteros sistemas actuales, lo cierto es que fue un acercamiento brutalmente interesante, pues fue la primera vez que se consiguió revertir la alopecia de por vida.
Actualmente, en las clínicas se emplean conocimientos mucho más precisos sobre la forma de extracción, implantación y patrones de crecimiento. Existen varias técnicas, de las cuales, las más novedosas emplean un extractor minúsculo que saca unidades pilosas, cada una con varios folículos pilosos. Esto se hace de manera manual o mediante un robot especializado, capaz de procesar cientos o miles de unidades pilosas en poco tiempo. El uso de estos brazos asegura un proceso lo menos invasivo posible. Los pelos obtienen de las zonas laterales y la coronilla de la cabeza.
Una vez extraídas, las unidades pilosas se preparan para los injertos. Para realizarlos se emplean unas agujas especiales que hacen agujeros donde se insertan estos folículos extraídos. Todo esto se hace bajo sedación. El resultado, si el folículo agarra bien, puede ser muy satisfactorio. Pero también puede ocurrir los contrario y no terminar adecuadamente. Con esta técnica, el pelo puede conservarse durante muchísimo tiempo, aunque finalmente podría verse afectado por el metabolismo epidérmico. Sin embargo, esto no es normal y, de forma común los injertos capilares son permanentes. Pero, aún así, no es suficiente.
Células madre para reemplazar el pelo
A pesar de que la técnica del trasplante de cabello está siendo bastante exitosa, como decíamos, no siempre funciona bien. En algunos casos, sencillamente, el tejido no consigue mantener el folículo, lo rechaza u ocurren otros problemas. En otras ocasiones el resultado, sencillamente, no es del todo satisfactorio, estéticamente hablando.
Al recuperar los folículos puede que los pelos no sean del todo adecuados para la zona que tienen que cubrir. Esto nos lleva al siguiente punto: conseguir el pelo perfecto. A alguien se le ocurrió la idea de crear un pelo de laboratorio. Teniendo en cuenta que su función es relativamente sencilla, en comparación con otros "órganos" del cuerpo, parece algo simple.
Pero nada más lejos de la realidad. "Hacer un pelo" no es cosa fácil. Mejor se lo dejamos a las células. Y, de hecho, en eso consiste la última y gran idea hacia la que está virando la técnica de trasplantes: utilizar células madre.
Las células madre reprogramadas son células a las que se les ha bañado en un cocktail especial de hormonas para volverlas a su estado primordial totipotente. En otras palabras, se les ha devuelto a su estado original, antes de diferenciarse en una célula de la piel, del hígado, del músculo o cualquier otra. Una vez convertida en célula madre podemos volver a convertirla en lo que nos de la gana. Por ejemplo, en unidades foliculares completas y sanas.
La terapia celular emplea este tipo de células para restaurar tejidos dañados con células madre capaces de reemplazar a sus compañeras muertas. Esto, por ejemplo, podría emplearse para reparar los folículos pilosos muertos. De esta manera ya no tenemos que hacer un "pelo de laboratorio", son las células madre las que lo hacen por nosotros. Pero todavía queda un último detalle.
El auge las "granjas de pelo"
Para hacer que estas células madre se dispongan del a forma adecuada, útil para nuestra necesidad, tenemos que disponerlas de una manera especial. Esto es importante para que las células madre reciban la señal que les indica que deben convertirse en folículos pilosos. Hasta la fecha, el intento de clonar células pilosas que hicieran peso no había funcionado.
La razón, explicaba Robert Bernstein, un dermatólogo especializado en transplante de pelo de Nueva York, era algo tan sencillo como que, al cultivar el tejido en una placa, las células se expanden. Esto es importante porque, como decíamos, las células no son capaces de emitir y recibir la señal adecuada que les indica que deben convertirse en "fabricas" de pelo.
Sin embargo, al mantener las unidades foliculares de una manera especial, en racimo, juntas, ¡voilà! las células comienzan a diferenciarse exitosamente en foliculos pilosos, como descubrieron los investigadores del Sanford-Burnham Medical Research Institute, de California.
Pero, ¿cómo conseguimos que las células se mantengan en la forma que nosotros necesitamos? Aquí llega la pieza que faltaba en la ecuación: gracias a la impresión 3D. En un reciente e interesantísimo estudio publicado en la prestigiosa revista Nature, un equipo internacional de investigadores demostró que podía emplear la impresión 3D para generar un molde biomimético de un tejido especial capaz de mantener las células en la disposición adecuada para que se diferencien en folículos pilosos.
Al ser células procedentes de la piel del paciente, lo que se haría con esta técnica, esencialmente, es generar pelos de máxima calidad, que muy difícilmente provocarán el rechazo (puesto que pueden programarse las células para que sean aún más receptivas a la implantación) y sin necesidad de extraerlos de otra parte del cuerpo.
Esto, dicen los investigadores, dará pie a formar las primeras "granjas de pelos", unos lugares dispuestos en las clínicas en los que, en una placa de petri especial se cultivarán pedazos de tejido piloso a la carta, especialmente diseñado y dispuesto gracias a las técnicas más novedosas de reprogramación celular e impresión 3D. Y así es como la tecnología podría ayudar, por primera vez en la historia, a poner punto y final a la era de la calvicie.
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