Todo emprendedor, todo profesional, todo trabajador... toda persona adulta en el mundo moderno es, en el fondo, un adolescente. Porque, como decía Marina Magaña, pediatra del Miguel Servet de Zaragoza, el sentido latino de la palabra 'adolescencia' es 'crecer a pesar de todo, con dificultades'. Un enorme "agujero de gusano" en el que sabemos como entramos, pero no sabemos cómo vamos a salir.
Aunque, claro, eso no quiere decir no sepamos nada. O, mejor dicho, eso no quiere decir que no haya consejos útiles que nos puedan ayudar a transitar los intensos periodos de cambio que nos afectan a lo largo de la vida.
¿Pero qué consejos pueden ser esos? Si esa es la gran pregunta, Jane Ogden y su equipo de la Universidad de Surrey tienen una respuesta. Durante los últimos años, estos investigadores británicos han enfrentado a decenas de personas a su pasado (usando medios de alto contenido emocional como fotografías personales) para evocar reflexiones que pudieran ayudar a sus yoes más jóvenes. Los resultados los acaban de publicar en Cogent Psychology.
Las 'tres reglas para la vida' que han extraído son, sin lugar a dudas, interesantes.
1) Crear espacios enriquecedores. Los autores hablan de 'espacio seguros', pero la cuestión va más allá de la seguridad. Muchas de las respuestas que recogieron incidían en la importancia de elegir activamente el entorno social en el que uno se mueve.
Hablamos de buscar espacios en los que "podamos sentirnos bien con nosotros mismos, rodeados de buenas personas y que nos permiten dejar atrás situaciones perjudiciales". Y lo cierto es que este consejo encaja como un guante con lo que sabemos sobre el comportamiento humano: que el contexto es una parte fundamental de lo que somos.
2) La importancia de la perspectiva. De tomar perspectiva. Esto es especialmente importante durante los periodos de cambios intensos porque, queramos o no, en esos momentos nuestros marcos de referencia pierden su utilidad y eficacia.
"Mantener la calma, mirar alrededor y tomar distancia" con nuestra realidad más inmediata parece que es una regla clave para amortiguar, dentro de lo posible, las partes más emocionalmente dañinas de estos procesos. No es la panacea, claro: pero a menudo es la única manera que tenemos de contextualizar lo que nos está pasando.
3) Confiar en uno mismo. Esa es la tercera "regla para la vida": escucharse a uno mismo, aceptar su propia identidad y cuidarse. Es importante tomarse el tiempo suficiente para reflexionar sobre cuál es nuestro 'core' vital, para entender quiénes somos y quién queremos ser, para "cuidarnos y desarrollar habilidades, sistemas y rutinas que te beneficiarán más adelante en la vida".
Pero sobre todo, tomarnos el tiempo necesario par aprender a confiar en eso que sentimos, pensamos y creemos. En mitad del "maremagnun" de la vida contemporánea, la única brújula que tenemos a nuestro alcance somos nosotros mismos. No nos podemos permitir desaprovecharla.
Imagen | Li Yang
En Xataka | Llevamos años escuchando que es "mejor pedir perdón que pedir permiso".La ciencia no lo tiene tan claro
Ver 5 comentarios