Hay miles de científicos probando Ozempic para tratar todo tipo de cosas. La buena noticia es que está funcionando

Lo que empezó como un medicamento contra la diabetes está decidido a revolucionar la medicina

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El día de 1998 en el que Lotte Bjerre Knudsen y su equipo dieron con la estructura de la liraglutida (el primer agonista de GLP-1 sin efectos secundarios graves) no tenían ni idea de el terremoto que estaban a punto de provocar.

Y lo provocaron porque la cosa no se quedó ahí: primero, esta familia de medicamentos ha conseguido dar la vuelta completamente a todo lo que creíamos saber sobre la obesidad. Ahora, van a por todo lo demás.

¿Qué significa "todo lo demás"? Esa es la gran pregunta que se hacen hoy por hoy la comunidad médica y para desbrozar la situación, Daniel Drucker acaba de publicar una perspectiva en la revista Science analizando todas las cosas para las que sabemos o sospechamos que puede ir bien Ozempic, Saxenda y otros medicamentos de este tipo.

Y la lista empieza a ser interminable.

¿Cómo funcionan estos medicamentos? Como decía, la semaglutida funciona como un análogo de la hormona GLP-1. Esta hormona es segregada durante nuestro proceso digestivo de froma completamente natural. Lo que hace el fármaco (imitando a la hormona) es ralentizar el tránsito intestinal, fomentando así la sensación de saciedad.

Es decir, Ozempic (y el resto de los medicamentos de la misma familia) hace que aumente nuestra sensación de saciedad, con lo que hace que consumamos menos alimentos y así perdamos peso. Simple, sencillo y, sobre todo, sorprendentemente seguro.

Todo para lo que funcionan estos fármacos (ahora mismo). Por ejemplo, los fármacos GLP-1 parecen funcionar muy bien "en el tratamiento de la enfermedad hepática metabólica" y, aunque actualmente se están realizando ensayos clínicos, los datos provisionales son prometedores. También parece mejorar el pronóstico de las enfermedades cardiacas y reducen la inflamación y las complicaciones relacionadas con la enfermedad renal.

No sabemos muy bien cuál es el mecanismo subyacente a esto último, pero tampoco es sorprendente porque (hasta donde sabemos) los agonistas de GLP-1 reducen la inflamación sistémica en todos los tejidos, incluidos en el cerebro.

Quizás por eso, ahora mismo se está explorando qué efectos tienen en el tratamiento de trastornos neurológicos y psiquiátricos como la enfermedad de Parkinson, la disfunción cognitiva, la depresión y ciertos tipos de adicciones.

Ir más allá. Durante años, el papel de los agonistas de GLP-1 "se centró [solo y exclusivamente] en el control de la glucosa" en sangre. Es decir, en el tratamiento de la diabetes. Si dieron el salto a la pérdida de peso fue por pura casualidad. El siguiente paso es cuestión de tiempo.

Por eso, Drucker explica que "se están realizando una amplia gama de ensayos clínicos y es probable que los resultados respalden la expansión de la gama de indicaciones clínicas que se benefician de las terapias GLP-1". Los cardiólogos europeos hace unas semanas decían que hablamos de "el mayor avance médico" desde los años 70 en su área.

El tiempo dirá, pero por ahora el medicamento de los "30.000 millones de dólares"  parece estar decidido a valer mucho más que eso.

Imagen | Chemist 4U - National Cancer Institute

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