Más del 54% de la población mundial vive en zonas urbanas o periurbanas, una cifra que se espera que alcance en el 70% en 2050, aunque en zonas como en la Unión Europea ya se ha alcanzado (73%).
Además, la industria y las actividades comerciales se concentran en estas zonas periurbanas, por lo que los ecosistemas urbanos se han convertido en grandes centros de consumo de recursos, y en zonas de producción y emisión de sustancias potencialmente contaminantes.
Aunque desde el año 2000 se ha eliminado o reducido uno de los principales contaminantes en los entornos urbanos, el plomo de las gasolinas, pinturas de viviendas antiguas o tuberías; existen multitud de contaminantes orgánicos e inorgánicos que siguen provocando diferentes problemas sanitarios y que provocan millones de muertes al año.
Esta elevada y rápida concentración de población pone en jaque a las autoridades sobre cómo poder hacer entornos urbanos cada vez más sostenibles y sanos, considerando que la población de estas áreas va a seguir creciendo, al igual que la industria asociada.
Sin embargo, para alcanzar esta sostenibilidad es necesario conjugarla con los intereses industriales/económicos o lo que es lo mismo, empleo, y eso es un reto que en ocasiones no es fácil de abordar. Esto es algo que estamos viendo en las grandes ciudades europeas con los problemas sanitarios y medioambientales que ocasiona el transporte.
Una calidad del aire cada vez peor
La contaminación atmosférica es uno de los grandes problemas en los ambientes urbanos, por la emisión de partículas contaminantes, tanto por la industria como por el transporte, siendo la responsable de cerca de 500.000 muertes en Europa y hasta 7 Millones según lo indicado en 2012 por la OMS.
Contaminantes inorgánicos (ej. metales pesados), orgánicos (PCBs, PAHs, etc.), emisiones de CO2, NO2 o SO2; partículas atmosféricas (PM 2.5, etc.)...una elevada cantidad de riesgos que están cada vez más presentes en las ciudades (industria, transporte, construcción, etc.) y con un mayor impacto en la salud humana.
Datos recientes de la OMS en un estudio de más de 2000 ciudades en todo el mundo, se indicaba que el 98% de las ciudades de más de 100,000 habitantes en países con medio o bajo desarrollo, no cumplían los estándares de calidad ambiental del aire. Cuando los países eran con un desarrollo más avanzado, únicamente lo incumplían el 56%.
Crecimiento incontrolado de las ciudades
La ausencia de planificación en las ciudades por el crecimiento incontrolado, es otro de los grandes retos a los que se enfrentan las poblaciones urbanas, especialmente en los países menos desarrollados: población urbana en rápido crecimiento, ausencia o deficiencia de redes de saneamiento/sanitarias o la existencia de zonas industriales, normalmente de industria pesada y conviviendo con las zonas “residenciales”.
Países como Bangladesh son un claro ejemplo de esto. El rápido crecimiento económico del país (un 6% en 2013) atrae a un número cada vez mayor de personas por la posibilidad de trabajo en un país muy pobre, donde la población urbana crece entre un 3 y 5% anual.
Sin embargo, este crecimiento se ha hecho incontrolado con una elevada cantidad de personas viviendo en suburbios, sin redes de saneamiento y cercanos a zonas con posible impacto por el cambio climático como zonas de marismas, o centros de producción industrial y minera, han convertido a estas ciudades en centros de riesgo de desastre: contaminación, falta de redes de saneamiento, mayor facilidad para la transmisión de enfermedades; muy relacionado con la falta de saneamiento, etc.
Y la situación de Bangladesh no es única ya que es similar por multitud de países de África, Asia y América del Sur; donde entre 700 y 1000 Millones de personas viven en barrios marginales, sin acceso a una mínima atención sanitaria y dónde la transmisión de enfermedades es más sencilla.
Las nuevas megaciudades pueden ser incubadoras de nuevas epidemias sanitarias, con una mayor y rápida propagación, pudiendo convertirse en amenazas a nivel mundial, tal y como se observó con los casos de ébola en los suburbios africanos o con el Zika en América del Sur. En este sentido, la planificación puede ser una poderosa herramienta para la mejora de la salud humana y reducir el riesgo de enfermedades transmisibles.
Y no podemos olvidarnos de dos grandes problemas asociados al crecimiento incontrolado de las megaurbes: cambio global y violencia.
Las megaciudades son cada vez más vulnerables al cambio global, tanto por el mayor riesgo de inundaciones al crecer sobre zonas de cauces naturales… o por la falta o mala calidad en el acceso al agua potable, un problema que en la actualidad ya afecta a más de 150 Millones de personas. Además, el crecimiento rápido e incontrolado también está asociado al aumento de la violencia: población joven sin empleo, mayores desigualdades, tráfico de drogas, etc…
Crecimiento incontrolado y salud humana… un poco más cerca
No hace falta ir tan lejos para observar cómo la ausencia de planificación puede influir en la salud humana en países desarrollados. Las zonas verdes en las ciudades, cada vez más escasas, juegan un importantísimo papel y al que apenas se le da importancia.
Las zonas verdes funcionan como filtro de sustancias y elementos contaminantes, barrera sonora, etc. o un importante efecto en la mejora de la salud mental de sus habitantes: son unas importantes zonas de esparcimiento para una población donde el sedentarismo (vivienda-trabajo-vivienda) es un problema. Y este sedentarismo, normalmente viene asociado a un aumento de problemas de obesidad o de diabetes de tipo II, problemas sanitarios en crecimiento en los países desarrollados.
¿Podemos hacer algo?
Muchos de los problemas sanitarios asociados a las ciudades están ocurriendo en los países menos desarrollados, aunque las alertas sanitarias por la contaminación del aire en las ciudades de Europa nos recuerdan que no es un problema de países pobres. Es un problema real, que lo tenemos en la puerta de casa y que irá en aumento en los próximos años.
Hay un gran problema para combatir estos problemas y se llama dinero. Aunque se requiere una acción global y coordinada, que incluya a los países más ricos y pobres, se requiere mucho dinero con el que “facilitar” un cambio de mentalidad y ayudar a los países más pobres a un crecimiento más sostenible con la creación de redes de saneamiento, etc. y vivimos en una época donde la salud humana parece una preocupación menor y no hay más que ver las iniciativas contra el cambio global.
Fotos | iStock
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