En los últimos días, ha circulado mucho el "hongo encontrado en Miami y 28 estados de EEUU" que supone una "grave amenaza para la salud mundial". La buena noticia es que no es nada nuevo, ni disruptivo. La mala es que sí, sí es una amenaza.
Hablemos del Candida auris.
La noticia. No tengo muy claro por qué ha explotado exactamente ahora, pero C. auris es una vieja conocida. Es una de las variantes hiperresistentes de cándida y, aunque fue identificada por primera vez en 2009 (y se encontraron los primeros casos den humanos en 2011) sabemos que no se trata de una especie nueva. Teníamos cepas de C. Auris desde al menos los años 70 y todo parece indicar que lleva millones de años dando vueltas por la Tierra.
El problema es que, como ocurre con la larguísima ristra de bacterias que hemos convertido en resistentes a los antibióticos, en los últimos años, un manejo no del todo riguroso y prudente de los antimicóticos ha provocado un boom. En EEUU, y en eso las noticias están en lo cierto, solo en 2021 los casos resistentes a las equinocandinas, el medicamento más recomendado para el tratamiento, se han triplicado.
¿"Es una grave amenaza para la salud mundial"? Visto en perspectiva, desde luego que sí. No es, en cambio, una amenaza inminente. En general, la C. auris no es un problema para las personas sanas. Se trata de una infección fúngica oportunista que se aprovecha de personas que ya están muy enfermeras (o, mejor dicho, que tienen el sistema inmunitario funcionalmente disminuido).
Por eso, donde esta enfermedad causa más estragos es en los hospitales. Un entorno donde hay muchas víctimas susceptibles de ser infectadas y por donde, gracias a que es muy difícil de eliminar, puede moverse con relativa tranquilidad. Estas enfermedades nosocomiales son, desde hace décadas ya, uno de los principales problemas médicos de la medicina asistencial moderna.
Una larga carrera contra nosotros mismos. 15 años después de descubrir la penicilina, Alexander Fleming tuvo que dar un discurso: el del Nobel. En él dijo unas palabras que no solo fueron proféticas, sino que se pueden aplicar letra a letra al problema de la C. auris (y de casi cualquier microrganismo): "el mal uso de la penicilina, con dosis demasiado elevadas, podría hacer que los microbios se volviesen resistentes y revertir así sus beneficios".
Cada día que pasa mueren más personas por complicaciones relacionadas con las bacterias multirresistentes y eso es una terrible noticia. Hasta el primer tercio del siglo XX, el mundo era un lugar donde un resfriado, un pequeño corte o una comida en mal estado podían llevarte a la tumba. Literalmente. La diferencia entre la vida y la muerte era una cuestión de pura suerte.
Entonces, de repente, descubrimos medicamentos capaces de cambiar eso. No parece razonable permitir que el futuro se parezca a ese mundo.
Imagen | CDC
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