"No quiero", "no me gusta", "no pienso comérmelo". Parece una broma pesada, las verduras son, con diferencia, uno de los alimentos más saludables y versátiles que tenemos, pero la aversión que los niños sienten por ellas es un clásico de todas las cocinas, restaurantes y comedores escolares. Y aunque podríamos pensar que es producto de un puro y sencillo condicionamiento social, las últimas investigaciones apuntan a justo lo contrario. Los niños vienen así de fábrica.
La explicación es que aunque ahora, en el mundo moderno, parece que solo existen dos tipos de plantas: las decorativas y las que vienen cortadas, lavadas y listas para comer; durante el 99% de nuestra vida en la Tierra los vegetales fueron una parte fundamental del día a día de la humanidad. Por eso, si queremos encontrar respuestas a nuestra complicada relación con lo verde, puede ser buena idea mirar un poco más atrás.
Peligros difíciles de detectar, pero fáciles de evitar
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Las plantas siempre han sido un problema evolutivo. Durante millones de años han sido la base de nuestra alimentación, pero ¿cómo determinar qué plantas se pueden consumir y qué plantas son peligrosas? ¿Cómo podemos saber si una planta no será útil o no? A simple vista, como explica Annie E Wertz, es una tarea entre muy complicada y directamente imposible. Incluso a escala comarcal, no existen características morfológicas comunes a todas las plantas comestibles ni tampoco hay pistas claras que nos digan cuáles son tóxicas o peligrosas.
Esta dificultad para detectar la presencia de toxinas, hace que el método de prueba error sea especialmente peligroso. Tampoco sirve el uso de reglas generales como "evitar flores blancas" o "las frutas rojas son comestibles". Comer, nos dice Wertz, es mucho más complicado de lo que parece.
Por eso, en este tipo de circunstancias parece razonable pensar haya fuertes presiones evolutivas para favorecer la emergencia de mecanismos y estrategias que nos ayuden a resolver el problema. Está muy documentado el hecho de que las plantas han "estructurado la fisiología y el comportamiento de muchas especies animales". No sería nada raro que nos pasara algo similar.
Wertz teorizó que podría existir una colección de sistemas cognitivos que maximizaran la eficacia de los niños y los bebés en el "aprendizaje de plantas y la evitación de toxinas naturales". La idea de Wertz es que, como las toxinas de las plantas son difíciles de detectar, pero fáciles de evitar, la mejor estrategia evolutiva sería minimizar el contacto físico (de cualquier tipo) con ellas. La evolución habría hecho que las plantas nos aburrieran sobremanera.
En un trabajo recién publicado, el equipo de Wertz descubrió que, efectivamente, los bebes son reacios a tocar plantas en comparación con otros tipos de objetos. Además, tienden a evitar por igual las plantas de aspecto benigno y las plantas de aspecto amenazador lo que sugiere que, como señalaba su teoría, no discriminan entre distintos tipos. Al fin y al cabo, de poco iba a servir.
La ceguera a las plantas
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Pero la cosa va más allá. Como dice el biólogo Antonio J. Osuna, esto podría estar detrás de lo que se conoce como "ceguera a las plantas". Aunque puede sonar un término un poco fuerte, la idea de la "ceguera a las plantas" fue introducido en 1998 por James Wandersee y Elizabeth Schussler para responder a una pregunta tan sencilla como poco evidente: si las plantas tienen un papel fundamental en la vida de la Tierra y son los "principales mediadores entre el mundo físico y el biológico", ¿por qué la mayoría de las personas tienden a apreciar a los animales mucho más que a ellas? ¿por qué tanta gente tiene problemas para recordarlas, apreciarlas o incluso para apreciar sus propiedades estéticas?
Soy consciente de que puede resultar una idea extraña, pero existen numerosos ejemplos en los que se puede entrever que el valor social que atribuimos a los animales es muy superior al de las plantas. Y esa diferencia lleva más de dos décadas intrigando a los especialistas.
Además de posibles sesgos educativos y sociales, Wandersee y Schussler sostenían que esta "ceguera" está motivada principalmente por la naturaleza del sistema de procesamiento de información visual de los seres humanos. Según estos autores, ante la imposibilidad de procesar toda la información que entran por los ojos nuestros sistemas perceptivos se concentran en buscar movimientos, colores y patrones visibles que puedan ser amenazas potenciales. En la misma lógica que el trabajo de Wertz, las plantas (por estáticas) recibirían un menor interés evolutivo que los animales.
¿Nace de estos mecanismos la aversión de los niños a las plantas?
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Sea como sea, esta animadversión hacia las plantas no siempre tiene por qué ser buena. Wertz se dio cuenta rápidamente de que es un fenómeno interesante, pero que debía haber alguna forma por la que los niños establecían relaciones con las plantas que pueden ser evitadas. Es innegable que, más tarde o más temprano, todos terminamos comiendo verduras de una forma u otra.
Y es que tanto los alimentos como los materiales vegetales de uso cotidiano son elementos que entran en contacto con los bebes de forma habitual. Por ello, debía de haber mecanismos para regular el aprendizaje sobre ellos. Investigando esto, Wertz se dio cuenta de que los niños pequeños (6-18 meses) prestan especial atención cuando ven a un adulto comiendo vegetales o interactuando con ellos. Su sorpresa es mucho mayor que cuando interactúan con otros animales u objetos.
Según sus datos, a partir de los 18 meses, los niños usarían la información sobre la seguridad de las frutas, verduras y plantas para generalizar poco a poco esas actitudes positivas hacia plantas similares. Esta combinación de aprendizaje social y reglas de generalización muy restrictivas evitarían, según Wertz, que los bebés ingirieran plantas tóxicas.
¿Están estos mecanismos detrás de la aversión de los niños a las verduras? Pudiera ser. Como hemos señalado en otras ocasiones, hasta los dos o tres años, la incorporación de todos los alimentos en la dieta es fundamental. Sobre todo, porque cuando acaba esta fase, los niños desarrollan lo que llamamos "neofobia alimentaria". Generan rechazo natural a todos los alimentos a los que no han sido expuestos.
Como si nuestros procesos de aprendizaje considerasen que a partir de los tres años ya sabemos, culinariamente, todo lo que debemos saber. Es algo normal y también tiene razones evolutivas. No obstante, si esa neofobia se extiende más allá de los ocho años, reduce seriamente la calidad de la dieta y puede producir problemas de ansiedad y autoestima.
Imagen | Life is Fantastic
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ciudadwifi
Cuantas sartas de tonterías, si la antropología (la antigua de verdad) lo dejo muy claro hace muchas décadas: lo que nos hizo hombres y diferenciarnos de los simios más primitivos fue desarrollar un cerebro más grande y complejo y eso fue posible solo por un detalle: dejar de basar la alimentación en frutas y en su lugar pasar a depender fundamentalmente de carne... La carne aporta muchísimas más proteinas y grasas (aunque a la gente se la engañado con que la grasa es mala y ciertamente hay ciertos tipos de grasas malas -casualmente todas provienen de procesos artificiales como es proceso de hidrogenar- y grasas que en grandes cantidades no son recomendables -nuestros antepasados no lo tenían fácil para consumir grandes cantidades y por ello no se metió algo que limitara su ingesta, pero si que en cantidades adecuadas eran buenas -mucha energía- y por tanto saben muy bien...), más fácilmente asimilables, sin problemas de alergias, sin problemas de venenos vegetales que vengan con esos nutrientes, sin presencia de antinutrientes, etc... Ante ello, se desarrollo el gusto por las carnes y los niños son los que más necesitan comer.
Además, en el artículo se vende que era la base de nuestra alimentación, pero desde hace 2M de años ya no es así, realmente buena parte de las zonas de la Tierra en que mejor vivimos, pues hasta recientemente, los vegetales solo estaban disponibles por periodos cortos a lo largo de año y meses enteros no había o en cantidades pequeñas. La base de la alimentación eran la carne, que se complementaba con vegetales. No al revés.
hasta luego
TOVI
Veganos intolerantes despotricando en 3, 2, 1.....
Usuario desactivado
De lo que come el grillo, poquillo.
serokie
Si los métodos de preparación del brócoli no fuesen solo hervirlo hasta quitarle todo sabor y textura quizás los niños se lo comerían sin problemas acompañado de un buen filete de ternera.
rubblozano
Creo que a la mayoría que ha leído el artículo se nos ha pasado por la cabeza los veganos instintivamente.
m0w
"si las plantas tienen un papel fundamental en la vida de la Tierra y son los "principales mediadores entre el mundo físico y el biológico", ¿por qué la mayoría de las personas tienden a apreciar a los animales mucho más que a ellas?"
Tan sencillo como pensar que yo (y practicamente cualquier persona) puedo empatizar facilmente con un animal, pero me es muy dificil (por no decir imposible) empatizar con una planta, o con una bombilla, o con una piedra.
Por eso la mayoria de las personas tienen a apreciar a los animales mas que a las plantas, piedras o bombillas.
Sobre el resto, el "estudio" de esta gente me parece un desproposito total. Una chorrada como un pino vamos (el estudio, no el articulo).
Hay un millon de posibles causas evolutivas... pero desde luego, la mas viable (siempre desde mi punto de vista) es aquella de, la cantidad de siglos que la humanidad en general paso mucha mucha mucha hambre, y tuvieron una muy mala nutricion, debido principalmente a no poder acceder a proteina animal, y tener que alimentarse casi unicamente de vegetales.
A mi me parece una cosa mucho mas coherente que lo de "a ver si me voy a envenenar...."
Nauhr
Estudio con bebés = Muy pocas muestras = No se pueden aislar todas las posibles variables que influyan en el comportamiento = Estudio sin credibilidad por falta de replicación
esiguall
Las odian por el sabor y punto, aunque prefiero mil veces brocoli a la plancha que el pescado, odio el sabor del pescado.
ascarvaglieri
¡Cuanta tontá! :D
:D
AngelChinchillo
Desde que existo me ha gustado la verdura, a dia de hoy soy omnívoro y todo bien
aztekaz
Sin leer el articulo y basándome únicamente en el titulo puedo decir que es mentira, es culpa de los padres que se esfuerzan en darle malas presentaciones a los niños, ya sea son por la madurez de la verdura, la cocción, condimentacion, presentación, tardía introducción en su dieta alimenticia, por imitación a otros que les disgustan, etc.
Pero mi bebe a los 6 meses empezó a comer verduras bien cocidas al vapor, ahora dos años después sigue comiendo todo lo que le pongas enfrente.
La aberración a una o dos verduras por su sabor o textura es normal, a quien no, pero generalizar la aberración a las verduras es culpa de los padres y no es algo normal.