Si tuviera que escoger una sola tecnología de entre todas las desarrolladas en los últimos años, sin lugar a dudas esa sería CRISPR. La revolución del 'bisturí genómico' nos ha permitido eliminar, reparar y reemplazar partes enteras del genoma con una rapidez y una precisión nunca vistas.
Pero, como viendo siendo habitual en los últimos millones de años, cuando creemos que empezamos a entender algo del funcionamiento de la naturaleza, esta va y nos deja claro que de ninguna manera. Nature Methods acaba de publicar que la aplicación de CRISPR-Cas9 puede introducir cientos de mutaciones no deseadas en el material genético intervenido.
¿Demasiado bueno para ser cierto?
Para averiguarlo, un equipo de investigación formado por miembros de la Universidad de Stanford, la Universidad de Columbia y la Universidad de Iowa ha secuenciado el genoma de ratones que ya habían sido sometidos a una terapia génica con CRISPR para 'curarles' la ceguera.
En el plano teórico, CRISPR es una herramienta tremendamente precisa y, precisamente por eso, al encontrar mutaciones en otros lugares del genoma ha saltado la sorpresa. Encontraron más de 1500 pequeñas mutaciones y cientos de inserciones (o deleciones) inesperadas de material genético.
"Creemos que es fundamental que la comunidad científica tenga en cuenta los riesgos potenciales de todas las mutaciones indeseadas causadas por CRISPR, incluyendo mutaciones en las regiones no codificantes", explicaba Stephen Tsang de Columbia.
No es un problema de la técnica, es un problema de lo poco que la conocemos aún
Es decir, no es tanto que CRISPR produzca mutaciones no deseadas (que lo hace), como que desconocemos dichas mutaciones y sus posibles efectos. "Los algoritmos predictivos parecen hacer un buen trabajo cuando usamos CRISPR" casos muy controlados de laboratorio y "se han diseñado para fijarse en partes del genoma más propensos a ser cambiados", dice Alexander Bassuk de la Universidad de Iowa.
Pero no están debidamente optimizados para predecir todos los problemas que se pueden dar a lo largo del genoma (en lugares que, a priori, no deberían de verse afectados). Por eso, tampoco es extraño que ninguna de las mutaciones no deseadas se pudieran predecir gracias a los algoritmos que hoy por hoy están en uso.
Por eso y porque, pese a los 'cientos de mutaciones' que arroja el estudio de Nature Methods, los ratones están sanos según todos los criterios veterinarios que se conocen. Es decir, por ahora, las mutaciones indeseadas no parecen haber creado ningún problema en los animales tratados con CRISPR.
Ni lo hará. Pese a lo que puede parecer en un primer momento, la investigación es un espaldarazo al uso de este tipo de técnicas, en la medida que nos va a permitir desarrollar mejores algoritmos predictivos y afinar mucho más la precisión de nuestras intervenciones. Cuando la ciencia cierra una puerta, la investigación abre una ventana.
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