La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó recientemente una nueva guía con recomendaciones sobre el consumo de edulcorantes no azucarados. Uno de los puntos que más ha llamado la atención es el hecho de que el uso de estas alternativas no reporte beneficios a quienes quieren bajar de peso consumiendo menos azúcar.
El mensaje de la OMS. En su último informe sobre edulcorantes no azucarados la OMS desaconsejaba su uso para bajar peso o para quienes quieran reducir su exposición a enfermedades no transmisibles. Puesto que estos sustitutivos del azúcar no evitan los problemas asociados con éste, la OMS desaconseja su consumo.
“Sustituir los azúcares libres con NSS [edulcorantes no azucarados] no ayuda a controlar el peso en el largo plazo. La gente debe considerar otras formas de reducir los azúcares libres, como consumir alimentos con azúcares naturales, como fruta, o comida y bebidas no edulcoradas”, explicaba en una nota de prensa Francesco Branca, director de la OMS para Nutrición y Seguridad Alimentaria.
¿Existe riesgo? El riesgo de consumir este tipo de edulcorantes es semejante al riesgo asociado al consumo de azúcares. Esto no es algo novedoso, de hecho un estudio realizado hace unos años por encargo de la propia OMS (en el cual se basa, precisamente, la recomendación) señalaba esto mismo: no existe ni una mejora ni un empeoramiento esperado.
Los peligros del azúcar. Reducir los azúcares de nuestra dieta es una práctica recomendada por el consenso científico. De nuevo aquí es importante recalcar que el problema no es el consumo de azúcares en sí mismo, sino los niveles a los que lo hacemos.
Reducir el consumo de estos edulcorantes azucarados puede ayudarnos a bajar peso, pero se trata principalmente de una cuestión de salud. El motivo es que su consumo está relacionado con distintos problemas de salud: un estudio publicado el mes pasado enumeró 45 impactos negativos de estos compuestos sobre nuestra salud.
Los problemas de salud más estrechamente vinculados a estos productos son un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas, y la diabetes tipo 2. Sin embargo el azúcar también se ha asociado a un mayor riesgo de padecer determinados cánceres, depresión y problemas del hígado, así como al acné y al envejecimiento celular.
Respuesta del sector. El mensaje de la OMS fue correspondido por un comunicado de la Asociación Internacional de Edulcorantes en el que se mostraba “decepcionada” ante el mensaje de la institución internacional. Insistió también en los beneficios de este tipo de edulcorantes en el tratamiento de la diabetes.
En una nota de prensa, la asociación señalaba como “un perjuicio para la salud pública no reconocer el papel de los edulcorantes bajos en calorías/sin calorías para reducir la ingesta de azúcares y calorías y ayudar al control del peso”.
La asociación aludía al propio estudio de la OMS para señalar que las nuevas guías no cuentan con una base empírica sólida. También explican que estos edulcorantes siguen representando una alternativa para personas con diabetes puesto que su consumo no afecta a los niveles de azúcar en sangre y para el cuidado dental ya que no contribuyen a la aparición de caries como sí hace el azúcar.
Consejos que sí nos pueden valer. Entonces, ¿qué podemos hacer si sustituir el azucarillo por la estevia no nos vale? Antes de cambiar este hábito (y partiendo de que lo mejor es reducir tods los edulcorantes) debemos tener en cuenta que el peligro está en el azúcar que consumimos sin ver.
Alimentos como los refrescos, postres, ultraprocesados y snacks suelen ser fuentes habituales de azúcares. Evitar los refrescos y reducir la cantidad de dulces que consumimos es un buen comienzo. Cabe reseñar que la mejor forma de saber exactamente cuánto azúcar hay en nuestros alimentos es cocinar nosotros mismos. Puesto que eso es a menudo eso es imposible, solo nos queda prestar especial atención a lo que nos dicen sus etiquetas.
Es por eso que, en conclusión, sacarina, estevia, azucarillo u otras opciones sean válidas, ninguna más perjudicial que la otra y ninguna particularmente sana. La diferencia entonces, el gusto del consumidor.
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Imagen | Towfiqu barbhuiya / Muhammad Murtaza Ghani
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