Hace casi diez años desde que Samsung presentó el primer Galaxy Note, una —para entonces— mole con pantalla de 5,3 pulgadas de la que algunos nos reímos. Quien escribe estas líneas incluido, no me escondo, fuera caretas. "Ridículo" o "desproporcionado" fueron algunas de las palabras más habituales en foros y blogs para hablar de él, palabras que han envejecido mal. La industria al completo siguió la senda de agrandar sus teléfonos y a los clientes les encantó. Incluso Apple, que se sumó la última (año 2014) a esta tendencia. Los que nos reíamos nos llevamos una lección: tuvimos menos ojo con los smartphones grandes que la discográfica Decca cuando rechazó a los Beatles.
Ahora, y desde 2019, los plegables son la gran apuesta de Samsung. Sus dos últimas novedades, el Z Flip3 y el Z Fold3. Una apuesta ya sea para venderlos con buenos márgenes o ya sea por presionar a la industria para que se suban también a ese carro y les usen como proveedores de esos paneles, que de hecho fue la intención de la primera presentación pública y forma parte del negocio de semiconductores de Samsung, bastante más rentable que el de la venta de electrónica al consumidor final.
Cabalgando (casi) en solitario
La cuestión es que lleva tiempo en ello, y de momento cabalga de forma bastante solitaria. Huawei se sumó pronto, pero poco después empezó su pesadilla por la guerra comercial entre China y Estados Unidos y dio frenazo a mucha de su actividad. Motorola lanzó el RAZR plegable más por apuesta nostálgica que por convencimiento estratégico. Xiaomi anunció el Mi Mix Fold en marzo y no hay rastro de él en las tiendas todavía. Oppo está, aunque de forma tímida. De Honor solo hay rumores, al igual que de Apple. Otros fabricantes ni están ni se les espera en la carrera por los plegables.
Y así afronta Samsung este curso 2021/2022. Viendo cómo sus plegables no han despertado el entusiasmo (quizás) esperado por parte del resto de la industria. Viendo cómo lo que era un día soleado hasta hace poco se ha convertido en una tarde de nubarrones con una Xiaomi imparable que ya le ha superado como mayor fabricante de móviles del mundo. Anunciando móviles pequeños que se hacen grandes o móviles grandes que se hacen tablets para intentar recuperar la hegemonía y liderar una nueva categoría. No es una cuestión trivial: ha sacrificado a la exitosa gama Note en favor de sus plegables. All in.
La de Samsung en la electrónica de consumo es una historia de éxitos, pero no libre de asteriscos. ¿Alguien recuerda los móviles curvos, como el Galaxy Round? Se lo llevaron a una granja para que viviera mejor. LG, que ya ni siquiera vende móviles porque se cansó de perder dinero con ellos, incluso dijo que "la curva lo iba a cambiar todo". ¿Y los televisores curvos? Samsung admitió que pasó "del optimismo al realismo" con ellos en 2018 al reducir mucho el número de lanzamientos. En 2021 el realismo es extremo: ni un solo modelo del catálogo de televisores de Samsung es curvo.
En unos años sabremos si la gran apuesta de Samsung por los plegables termina como la de los phablets hace diez años, o como sus teles curvas
Los próximos tres años van a marcar en qué se acabarán convirtiendo los móviles plegables. Si en los nuevos 'phablets', exitosos y universales; o en la nueva tele curva: un producto sin mucho fundamento funcional que pasó sin pena ni gloria por nuestras vidas.
De entrada, un plegable tiene muchas ventajas inherentes, muchas más que las que ofrecían en su momento el televisor curvo: nos permite consumir contenido a lo grande sin comprometer las dimensiones aptas para el bolsillo.
Si ya suena bien, sonará aún mejor con cada avance que permita el despliegue del 5G. En 2013 no nos cambió demasiado la vida la llegada del 4G, pero sentó las bases para que en los años posteriores se normalizara el consumo de vídeo en streaming ubicuo o aplicaciones basadas en vídeos encadenados como Instagram con sus stories.
Quizás el auge del 5G consolide al juego en la nube u otros servicios que agradecerán pantallas como las de los plegables de Samsung. Y la surcoreana recogerá la recompensa por arriesgar e ir más allá, cosa que tampoco está mal en esta nuestra industria tecnológica. De lo contrario, quedará recoger cable y pasar a lo próximo, ya sean relojes más independientes, unas gafas o lo que la industria decida. Y la razón se la llevará el resto, los que decidieron no centrar su apuesta en los plegables. El tiempo dirá.
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