La transición al coche eléctrico está siendo dura para el Grupo Volkswagen. El conglomerado automovilístico ha sumado una enorme cantidad de retrasos, problemas de software y previsiones excesivamente optimistas que han llevado a los germanos a replantear seriamente su estrategia a corto y medio plazo.
Hace unos meses, Oliver Blume, su CEO, ya avisaba internamente que los planes pasaban por reducir sus costes en 10.000 millones de euros en los próximos tres años. Y hace tan solo unos días, Arno Antlitz, su director financiero, anticipaba una caída en las ventas de medio millón de unidades en los próximos años.
En este contexto, los germanos ya anunciaron que echaban para atrás el desarrollo de las nuevas plantas para coches eléctricos que tenían planeadas para Alemania y, hace solo unos días, dejaban claro que se esperan despidos masivos en suelo europeo.
Una de las plantas que está en el punto de mira es la de Bruselas. La compañía rediseñó esta fábrica por completo en 2020 para producir en exclusiva el Audi Q8 e-tron, que por aquel entonces todavía era el e-tron, su mayor exponente entre los coches eléctricos.
Aquel vehículo pretendía ser la demostración de lo que Audi sabía hacer como marca en esta nueva tecnología pero los avances en la misma dejaron obsoleto muy rápido al coche. Lo mismo le sucedió a los Mercedes EQC o Jaguar i-Pace, con los que se "peleaba" en el mercado el nuevo eléctrico de los cuatro aros.
Con la clara intención de darle una nueva vida comercial, la compañía renovó el coche el año pasado. En dicha renovación se adaptó el nombre a las nuevas denominaciones dentro de la marca (pares para los eléctricos e impares para los térmicos) y se ampliaba sensiblemente la autonomía del vehículo con opciones que ganaban más de 100 kilómetros de autonomía.
Con todo, es un coche que se ha quedado "viejo" comercialmente. El nuevo Audi Q6 e-tron es su máximo rival dentro de la propia compañía. Monta una plataforma nueva de la que se espera una carga tecnológica mucho mayor. Además, se le ha dotado de baterías de 100 kWh para que no haya problemas de autonomía y su precio es sensiblemente inferior. El Q6 e-tron parte de 76.000 euros frente a los 87.000 euros en los que está el suelo del hermano mayor. Y homologando 200 km más de autonomía en sus versiones básicas.
Todo ello ha dejado "vendido" al Audi Q8 e-tron. Y ese es, exactamente, su problema. No se vende. Al menos como le gustaría a Volkswagen. Según Electrek, en el primer semestre de 2024, Audi entregó 17.900 unidades de su SUV eléctrico. Una cifra ligeramente inferior a las 19.500 unidades del año anterior.
Estas bajas cifras de ventas han puesto en el punto de mira su fábrica de Bruselas. La planta lleva parada desde julio por la falta de demanda y la compañía tiene claro que quiere cerrarla. En el aire están unos 3.000 puestos de trabajo. La intención de la compañía es mover a algunos trabajadores y reasignarles tareas pero la intención final es la de echar la persiana en la planta, lo que supone el despido de la inmensa mayoría de los empleados.
Las negociaciones han comenzado y los trabajadores ya tienen su medida de presión: secuestrar los coches.
"En un lugar seguro"
"Nos llevamos las llaves para mantener un diálogo social pacífico. Si la dirección quiere retirar los coches ahora, no podemos garantizar la seguridad ni la paz". Las palabras son de Jan Baetens, representante del sindicato ACV-Metea, recogidas por Motorpasión.
Desde el sindicato reclaman transparencia a Volkswagen y piden que la compañía pague por una estrategia que se ha demostrado equivocada con la planta. Como medida de presión, los trabajadores han secuestrado entre 200 y 300 coches que están por terminarse con una táctica muy sencilla: llevarse las llaves a un lugar seguro.
Sus amenazas son claras. Quieren avances en la negociación y que Volkswagen aclare qué proyectos tiene para la planta. Hasta el momento se ha puesto sobre la mesa la intención de despedir a 1.500 empleados este mismo mes de octubre. El año que viene, una segunda ronda de despidos pesa en el aire, afectando a otros 1.100 empleados y, ya a a finales de 2025, dar carpetazo al asunto con el cierre definitivo de la planta.
Sin soluciones, los trabajadores tienen claro que los coches no saldrán de la fábrica. Una medida de presión que la compañía ha calificado de "chantaje" para, posteriormente, amenazar con denunciar a los trabajadores involucrados si no devuelven las llaves. Según la empresa, éstos están plenamente identificados con la ayuda de las cámaras de las propias instalaciones.
A falta de que el conflicto vaya cubriendo etapas, lo que está claro es que tanto Audi como Volkswagen están pasando por un mal momento con el coche eléctrico. La compañía de Ingolstadt está tomando el pulso de nuevo con los lanzamientos del Q6 e-tron y el rediseño de sus ofertas en el mercado de las berlinas, con el Audi A6 e-tron también llamando a la puerta y un Audi A5 a medio camino entre lo que era el coupé germano y el Audi A4.
Con todo, la demanda de coches eléctricos ha obligado a Volkswagen a redimensionar sus planes y seguir invirtiendo en modelos térmicos. Audi se lanzó al coche eléctrico casi como único camino y ha terminado por buscar una plataforma alternativa en China para mejorar sus productos y solventar unos problemas de software que lastraron el lanzamiento de su Q6 e-tron y el Porsche Macan eléctrico.
Foto | Audi
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