Tengo una amiga que tiene un curioso pasatiempo. Coge el boleto de euromillones y lo pone encima de la mesa del escritorio.
A continuación, enciende el ordenador, busca la página oficial de Porsche y se reclina en el asiento. Estira los brazos, desentumece los dedos de las manos y pincha en las palabras "configure su 911". Hoy toca el Targa 4S. Y comienza a disfrutar.
A un lado, el casi imposible viaje a un futuro solucionado. Frente a ella una orgía de opciones. Pintura amarilla sin coste adicional. Colores especiales a más de 3.000 euros. Tintado en un tono específico y completamente individualizado por 25.236,00 euros. Llantas de la versión Turbo, Carrera Exclusive Design, RS Spyder Design. Asientos deportivos eléctricos. Asientos deportivos plus. Asientos deportivos adaptativos plus. Tapicería en cuero con miles de colores y costuras en contraste. Capota negra, roja, marrón, azul (todas sin coste). Paquete Classic Heritage Design a razón de 15.211,00 euros. Volante deportivo GT Sports calefactable en Race-Tex. Un ibuprofeno para evitar los mareos provocados por la oleada de nombres, colores, versiones y cifras...
Sí, no te voy a engañar: la amiga, soy yo.
No quiero volver a esto
Pero una cosa es fantasear y otra, muy distinta, buscar coche. En ese caso, lo que quiero es algo sencillo, masticado y simple. Sí, cuantos menos oferta y más cerrados estén los paquetes de equipamiento, mejor. Algo bueno nos trajo la crisis de microchips.
Hasta hace unos años, los coches se vendían con varios paquetes de equipamiento. Era habitual ver configuraciones para vehículos generalistas con tres o más versiones a las que se añadían multitud de pequeños paquetes opcionales donde sumar algunos añadidos relativos a la seguridad, la tecnología de los faros, la estética final del vehículo. Y, a estos, otros tantos añadidos compatibles (o no) con las selecciones anteriores.
Echemos la vista atrás, aprovechando esa enciclopedia que es km77. Un Renault Laguna del año 2001 en el que habíamos elegido motor y versión (1.6 16v Authentique) podía sumar climatizador y parasol para las ventanillas laterales en un nuevo paquete. A esto se podía sumar cargador de CDs si, elegido el paquete adecuado, estábamos dispuestos a desembolsar otros 288 euros. La preinstalación del teléfono costaba 53 euros y también era opcional. Como lo era el alerón trasero o la pintura metalizada (esto ha cambiado poco). También podíamos seguir engrosando la lista con airbags laterales en los asientos delanteros, radar trasero o limitador de velocidad. El techo de cristal tampoco lo podíamos dejar pasar.
Repasando lo que ofrecía un Opel Astra en 2004, hay que reconocer que la configuración era más sencilla. Se elegía el equipamiento y, posteriormente, se desembolsaba el dinero en función de si se optaba por la pintura brillante o metalizada, molduras laterales en negro o si se quería la tapicería de cuero, Radio CD, Radio CD compatible con mp3, aire acondicionado, reposacabezas traseros, reposacabezas delanteros activos, faros antiniebla, sistema de desempañado rápido, control de estabilidad o airbag de cortina.
Ford, a cuyo fundador le atribuyen aquello de "mis clientes pueden comprar el Ford T del color que quieran, siempre y cuando sea negro" ofrecía en un Focus de 2005 (en el que ya habíamos elegido el acabado Trend) dos paquetes extras: Newport y Visibilidad. En el primero se incluía el control de estabilidad, el limitador de velocidad y las llantas de aleación de 16 pulgadas. En el de Visibilidad se añadía el retrovisor autocromático, el encendido automático de las luces o el sensor de lluvia. No nos olvidemos del paquete fumador. Ni de los opcionales: alarma antirrobo, apertura y arranque sin llave, más el cierre centralizado y la alarma (todo en un mismo pack). Bluetooth para el manos libres del equipo de sonido. Cargador de CDs con el navegador y, de paso, el climatizador bizona. O la Radio CD sin navegador pero compatible con MP3 por un poco menos de dinero. El techo solar. Los retrovisores plegables eléctricamente. La pintura metalizada. Ajuste eléctrico en el asiento delantero. Parabrisas térmico. Sensor de aparcamiento. Y, finalmente, faros adaptativos.
Prefiero que me lo des hecho
Mentiría si dijera que no me gustan todas estas opciones. Pero prefiero la tendencia actual de aglutinar lo que, hasta hace poco, eran añadidos a versiones o acabados más o menos abultados. Prefiero dos, tres como mucho, terminacioness. No necesito más.
El Hyundai Ioniq 6, del que pronto tendréis una prueba completa, se vende con un solo paquete de equipamiento en cada motor. Todos son muy completos y algunas funciones quedan relegadas a la versión tope de gama. Pero lo básico, todo lo esperable, está todo incluido.
Renault decidió hacer de la debilidad una virtud. Abrió su plan Fast Track en mitad de la crisis de microchips. Cansados de que las configuraciones espantaran a los clientes con tiempos de espera que en el peor de los casos llegaron a alcanzar el año, los franceses garantizaban la entrega del coche en 30 días si se optaban por equipamientos cerrados cuando algunos fabricantes tardaban hasta un año en entregar sus automóviles. Evidentemente, aprovecharon para endosar a los clientes los equipamientos más nutridos.
Las marcas generalistas están agrupando los opcionales en paquetes de mayor tamaño para ahorrar costes y dinero en el proceso productivo
Incluso vehículos en los que antes abundaban las opciones por tener un carácter más propio de coche capricho (sin llegar a los vehículos premium), como un Volkswagen Golf, han simplificado su gama: dos acabados y dos grandes paquetes de equipamiento opcionales en cada uno. Los opcionales más habituales se limitan al color, las llantas, el Head-Up Display o la suspensión electrónica.
Y el paso al coche eléctrico ha agudizado la tendencia, con un afán evidente de ahorrar costes. Ya hemos comentado el caso del Hyundai Ioniq 6. Por su parte, el Volkswagen ID.3 sólo cuenta con dos acabados y llega sin opcionales, más allá de llantas y pintura. El resto de añadidos se agrupan en paquetes de equipamiento (sirviendo algunos de ellos para ampliar algunos más escuetos).
Renault sólo ofrece un acabado para su Megane E-Tech menos ambicioso y dos acabados para el modelo superior. Dentro, tres paquetes de equipamiento. Uno de ellos ofrece sistemas de asistencia a la conducción y otro elementos de confort. El tercero es la suma de los anteriores. En opción se añaden los altavoces y los asientos calefactables
No hablemos de marcas como Tesla o BYD, donde en su desembarco han optado por ofrecer equipamientos completamente cerrados o con mínimos cambios entre sí.
¿Lo ideal? Lo ideal sería que si voy a comprarme un coche completamente nuevo me lo pudiera configurar a mi gusto. Pero lo cierto era que, pese a las miles de opciones, lo que teníamos antes eran paquetes de equipamiento muy escuetos, con incompatibilidades entre sí que no parecían obedecer a ninguna razón concreta y algunos opcionales que obligaban a elegir un acabado, versión o cualquier otra amalgama de sistemas opcionales con anterioridad.
Además, hay que tener en cuenta que la propia industria ha optado por ofrecer lo básico de serie. En materia de seguridad, la Unión Europea obliga a que los vehículos ya vengan muy equipados de serie con una buena amalgama de sistemas ADAS que tienen que irse ampliando en el corto plazo. Y los fabricantes han decidido que todos los coches deben contar con pantalla y un sistema de infoentretenimiento que garantice, por cable o Bluetooth, Android Auto y Apple CarPlay.
Sí, todo ello ha derivado en un encarecimiento en los vehículos y puede que se nos endosen funciones que nunca vayamos a utilizar. Pero, lo cierto es que esto ya sucedía de manera camuflada, con opcionales que la mayor cantidad de clientes pedían, que tenían un precio alto y que, de paso, obligaban a escoger otros añadidos que poco tenían que ver entre sí, como ese control de estabilidad+limitador de velocidad+llantas de 16 pulgadas del Ford Focus arriba mencionado.
La progresiva incorporación de sistemas de ayuda a la conducción también ha obligado a cerrar paquetes de mayor tamaño. En primer lugar porque, tecnológicamente, unos viven de otros. Y, en segundo lugar porque entiendo que alguien pueda escoger el limitador de velocidad en exclusiva pero se hace difícil creer que un conductor sólo quiera optar por el sistema de mantenimiento en el carril sin tener la posibilidad de hacer uso del control de crucero adaptativo.
En resumidas cuentas, en general, tenemos menos opcionales a la hora de comprar un vehículo generalista. Pero también tenemos menos dolores de cabeza, menos incompatibilidades en la configuración, menos sobrecostes escondidos en los sistemas más demandados y, en definitiva, una mayor claridad a la hora de comprar un nuevo vehículo.
Esta vez sí, gracias crisis de los microchips.
Fotos | Renault
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