Los Lamborghini se han convertido en todo un signo de estatus económico y sinónimo de éxito entre el público más joven a raíz del auge de los criptomillonarios, que han convertido a los coches de Lamborghini en invitados habituales de sus redes sociales. Eso explica que la marca haya incrementado su volumen de ventas a ritmo de doble dígito en el último año.
Sin embargo, el coche que me dispongo a conocer ni siquiera estará al alcance de muchos de estos nuevos millonarios. Es el Lamborghini Revuelto y ser el primer superdeportivo de 1015 CV de potencia con motor híbrido tiene un precio: desde 422.340 sin impuestos. Cuesta lo mismo que un piso en Madrid, pero debo reconocer que está mucho mejor acabado.
Rápido como unas zapatillas deportivas. Elegante como unos zapatos italianos
No es la primera vez que veo un superdeportivo de la marca, pero sí es la primera vez que me podía subir a uno. Aprovechando que Lamborghini hacía la presentación de la nueva variante híbrida del Urus con 800 CV, el Lamborghini Urus SE, la marca se trajo a Barcelona una unidad del Revuelto pintado en un espectacular color naranja que acentuaba cada uno de sus ángulos. Mentiría si dijera que no fue un flechazo a primera vista.
El Revuelto luce un estilo indudablemente Lamborghini: líneas agresivas y angulosas que se acercan más a la estética de una nave espacial extraterrestre que a la del estereotipo de coche de lujo. Sin embargo, el lujo y el cuidado por el detalle se nota incluso desde fuera.
A primera vista, el Revuelto parece más compacto de lo que realmente es. Hasta que no recuerdas que mide 4,97 metros de largo y 2 metros de ancho no te das cuenta de que es bastante más grande que la media de coches que vemos por la calle.
Todo en el Revuelto resulta extrañamente familiar teniendo en mente modelos anteriores como el Aventador o el Huracán, pero a su vez, se nota que es un modelo totalmente distinto.
En la afilada trasera llama la atención el enorme doble escape, hasta que descubres el enorme motor V12 híbrido que queda al descubierto ocupando gran parte de la trasera del coche. Así, exhibiendo sin pudor una calificación ECO con la que podría compartir carril con cualquier eléctrico en una zona de bajas emisiones mientras sus escapes ronronean a la espera de azuzar a sus 1.015 CV de potencia.
Marcando la separación entre el escape y el motor, un enorme alerón que va de lado a lado de la trasera descansa sobre los escapes. El alerón solo revelará su existencia cuando comience a circular, o cuando el conductor lo despliega desde el mando del volante.
Con curiosidad, abrí lo que pensaba que sería la tapa para repostar combustible y cargar el coche (no olvidemos que, pese a ser un superdeportivo, se enchufa). Algo fallaba porque esa tapa solo permitía la entrada de combustible.
“¿Esto por dónde se enchufa?”, pregunté al personal. Para mi asombro, me indicaron que para cargarlo había que abrir el capó y, junto a un maletero con el espacio justo para dos maletas de cabina, estaba el puerto de carga. Es decir, para cargar el coche, tienes que dejar el capó levantado. Al parecer, la idea de Lamborghini no es que cargues tu coche en plena calle, sino que lo hagas tranquilamente en tu mansión casa.
Para acceder al interior antes debes encontrar el botón de apertura. Resultó ser una pequeña muesca en la parte superior de la puerta camuflado en un inserto de fibra de carbono. Oculto a simple vista, el maldito.
La apertura de las puertas en forma de tijera, ya casi una marca de la casa, me sorprendió por ser muy suave y ligera, dejando muy buen hueco de acceso al vehículo. Incluso con las puertas abiertas levantadas, su aspecto continúa siendo espectacular.
Entre un F1 y un bolso de Louis Vuitton: así es su interior
Ya peino algunas canas y mi agilidad ya no es la de un criptobro veinteañero. A mi mente llegó la lamentable imagen de un hombre de mediana edad, poco menos que arrastrándose por el suelo, para entrar a gatas en un coche que, en su punto más alto, mide 1,16 cm. Por suerte mantuve intacta mi dignidad. Entrar a su interior fue sorprendentemente fácil.
Una vez en su interior, la mezcla de sensaciones entre haberme puesto a los mandos de un F1 y estar sentado sobre un bolso de Louis Vuitton. Un interior muy espacioso para ser un superdeportivo, eso sí.
El modelo que probé estaba personalizado con asientos de suave tela de alcantara combinado con piel en negro, y detalles en cuero naranja cosido a mano que recorrían todo el salpicadero. Tampoco faltaba la fibra de carbono en el volante, el salpicadero y la zona del cuadro. Si no te gusta esta combinación, no hay de qué preocuparse. La marca ha previsto hasta 70 combinaciones para su interior y 400 acabados de color que pueden personalizarse al gusto.
Este es el primer superdeportivo de Lamborghini que pruebo, pero no es el primer superdeportivo que conduzco. Por ello, me sorprendió lo cómodos que eran los asientos. La verdad es que iba preparado para sentarme sobre una tabla, y resultaron ser unos asientos bastante cómodos.
En su interior destacan la combinación entre lo digital y lo analógico. Lo digital está representado por tres pantallas: el cuadro de instrumentos de 12,3”, la pantalla central de 8,4” y una pantalla alargada de 9,1” que muestra información para el copiloto situada sobre la guantera.
La parte analógica es la que más contribuye a que te sientas como a los mandos de un F-1. El botón de arranque está protegido por un protector que debes levantar para pulsarlo, como en los cazas de combate, y el de las luces de emergencia está protegido por unas barritas laterales, como si fuera un botón nuclear.
En el volante es donde más se mezclan esas sensaciones de lujo y deportividad extrema. Sus acabados son de primera calidad en piel y fibra de carbono y su disposición recuerda al de un F1.
Muy ergonómico en el agarre y con cuatro selectores que permiten cambiar los modos de conducción y propulsión con 11 combinaciones posibles que alternan mapeados más cómodos, deportivos o sostenibles. Además, en los radios laterales del volante se sitúan los controles de los intermitentes y distintos botones que controlan las luces y los limpiaparabrisas.
El lugar que habitualmente ocupan esas palancas queda dedicado exclusivamente a las dos enormes levas de cambio. Ocultos en el reverso del volante, descubrí más botones con los que se controlaba la música y otras funciones.
El sistema de entretenimiento tiene un aspecto muy cuidado a nivel gráfico, y permite personalizar mediante el uso de widgets tanto el cuadro de instrumentos del conductor como la pantalla del copiloto. Al levantar la vista de la pantalla central, me sorprendió ver por el retrovisor el estrecho ventanuco que te recuerda que a la espalda llevas un enorme motor.
En realidad, ese espejo interior es para comprobar que el motor sigue ahí y que el alerón está levantado aportando empuje aerodinámico, porque la visibilidad del tráfico que dejas atrás es casi nula. Por suerte, los dos enormes retrovisores laterales dejan ver más allá de la angulosa cadera del Revuelto.
Tras un rato trasteando todos los botones y sintiéndome más cercano que nunca a los millonarios sobre los que escribo a diario, llega el momento de apearme de este sueño hecho realidad. Es hora de volver al vulgar mundo exterior, lejos del suave tacto del cuero y la fibra de carbono.
De nuevo, la imagen de un hombre de mediana edad arrastrándose por el suelo intentando salir de ese superdeportivo volvió a mi cabeza. Por suerte, resolví la situación con elegancia. Salí sin problemas y con mi dignidad intacta. En realidad, el mérito no es mío.
El Lamborghini Revuelto ha sido diseñado para facilitar el acceso y la salida, reduciendo la distancia entre el interior del habitáculo y el suelo. Una pena que, los 422.340 euros (más impuestos) que cuesta el modelo base, conviertan ese espacio en un abismo insalvable para mi economía y la de la mayoría de los mortales.
En Xataka | Lamborghini da el paso al eléctrico: su primer superdeportivo 100% eléctrico llegará a partir de 2025
Imagen | Rubén Andrés (Xataka)
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