China no forma parte del selecto grupo de países con las mayores reservas de níquel de planeta. Según datos de Statista, ni siquiera aparece entre los cinco primeros. El gigante asiático, sin embargo, domina con puño de hierro la producción de este metal de transición tan demandado por el sector de la automoción en medio de la transición energética hacia alternativas de cero emisiones.
El papel protagónico que el país liderado por Xi Jinping ostenta en materia de insumos considerados elementales no se ha producido de la noche a la mañana, sino que ha ido evolucionando de la mano de ciertos movimientos estratégicos dirigidos hacia Indonesia. Puede que te preguntes qué relevancia tiene el mencionado archipiélago en este escenario. La respuesta es simple: sus reservas de níquel.
Indonesia, en la cúspide junto a Australia
Indonesia compite de tú a tú con Australia a nivel de reservas en toneladas métricas de níquel, pero las diferencias aparecen cuando hablamos de producción. El primero es el mayor productor de níquel del mundo, mientras que el segundo se sitúa fuera del podio y en un lejano quinto lugar. Aquí, precisamente, es donde entra en juego China y sus relaciones comerciales con los indonesios.
Hace poco menos de una década, el archipiélago era un actor prácticamente insignificante en la producción de níquel para baterías de coches eléctricos. El eje del problema se encontraba en el complejo proceso de extracción de níquel de sus reservas de laterita para el sector de la automoción. Lo que se extraía tenía otros fines, como la producción de aleaciones para la industria pesada.
Las cosas empezaron a cambiar en 2018. Tal y como recoger Reuters, la compañía china GEM se unió a CATL, Tsingshan, entre otras, para poner en marcha una planta de producción de níquel basada en el proceso de lixiviación ácida a alta presión (HPAL). Se trataba de un movimiento arriesgado, ya que el mencionado proceso había estado en el epicentro de problemas y sobrecostes.
Pero el proyecto estaba patrocinado por compañías chinas que gracias a socios industriales del mismo país habían ido mejorando el proceso. China Enfi Engineering Corporation había diseñado la planta HPAL operada en Papúa Nueva Guinea que había servido de modelo para las ambiciones mineras del gigante asiático fuera de su territorio. El plan finalmente empezó a dar resultados.
Las instalaciones de HPAL fueron perdiendo su mala reputación y otras compañías chinas no dudaron en adoptar esta tecnología para extraer y procesar níquel en Indonesia. Para 2022, recoge Bloomberg, la inversión de diferentes actores provenientes del gigante asiático en el archipiélago había superado los 14.200 millones de dólares.
En los últimos años, las exportaciones de níquel de Indonesia crecieron sustancialmente y China consolidó su poder en la industria, pero surgieron preocupaciones ambientales. Aunque las técnicas empleadas en las instalaciones chinas evolucionaron para ser más eficientes a nivel de producción y costes, los pilares de la lixiviación ácida a alta presión siguieron intactos.
La lixiviación de laterita, detallan diferentes estudios, requiere de un tratamiento complejo a altas temperaturas. Entre sus características se encuentra el elevado consumo de energía necesario para el proceso, generalmente proveniente de fuentes emisoras de dióxido de carbono, y la gestión de una enorme cantidad de residuos químicos que pueden contener metales pesados.
Dado que las políticas medioambientales de China e Indonesia no suelen ser tan exigentes, algunos residentes temen que, ante la falta de un control exhaustivo por parte del gobierno, los desechos puedan acabar en zonas deshabitadas o incluso en el océano. De hecho, señalan, empresas chinas que operan en Papúa Nueva Guinea han sido acusadas de no tratar adecuadamente los desechos.
Harita Group, el grupo encargado de operar la primera planta HPAL en Indonesia, asegura que tiene un proceso de almacenamiento seguro de residuos de sus plantas. Además, señala que las leyes gubernamentales no permiten que los actores involucrados en el procesamiento de níquel arrojen desechos al océano.
En la actualidad hay al menos tres plantas chinas de procesamiento de níquel en Indonesia, pero la empresas con origen en el gigante asiático quieren seguir ganando protagonismo en un campo clave. En esta dinámica es imposible obviar a la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y los movimientos cada vez más arriesgados que se ejercen de un lado y del otro del planeta.
Mientras que desde Washington se busca dañar la emergente industria de los semiconductores de Pekín e incluso limitar el acceso a chips avanzados. Desde el país asiático, por su parte, responden con restricciones hacia el fabricante de memorias Micron y, lo más preocupante, hacia la exportación de galio y germanio. ¿El próximo movimiento llegará por el lado del níquel? Con el tiempo lo sabremos.
Imágenes: Alchemist-hp | B Mat an gelo | CHUTTERSNAP
Ver 33 comentarios