¿Qué hace que un juego sea un auténtico clásico? Como sucede con los vinos, no es una simple cuestión de vintage. Su importancia definiendo un género o época tecnológica, el factor nostálgico, su copia o reinvención posterior por otros títulos... Son muchos los factores a tener en cuenta.
Y si nos ponemos a elaborar un Top 10 en base a más de 5 décadas de progreso tecnológico y creatividad, las cosas se ponen cada vez más complicadas.
Lo que está claro es que no se puede llegar a definir una lista con los mejores juegos de la historia (mucho menos buscar a su particular campeón) sin echar la vista atrás. Escoger favoritos, después de todo, no es solo una cuestión de historia, sino también de perspectiva.
Los precursores: sin ellos nada habría sido posible
Como decíamos, dar con el mejor videojuego de la historia no es fácil. En gran medida, porque ni siquiera hay consenso sobre cuándo se desarrolló el primer videojuego digno de ese título. Bertie the Brain, un tres en raya creado para demostrar el potencial de los tubos de vacío miniaturizados en la Exposición Nacional Canadiense de 1950 es posiblemente uno de los ejemplos más primitivos y rudimentarios, aunque el primer ejemplo interactivo y comparable a los videojuegos actuales fue Tennis for Two, que simulaba raquetazos virtuales en un osciloscopio.
Dicho todo esto... ¿te suenan realmente de algo? ¿Verdad que no? Pues esta es básicamente la diferencia entre llegar el primero y causar un auténtico impacto. Su limitado alcance (meras demostraciones tecnológicas, a la postre) pavimentaron en cualquier caso la aparición de auténticos clásicos inmortales como Pong (1972) y Missile Command (1980), que popularizarían una nueva forma de ocio en los salones recreativos y después a través de las consolas y ordenadores domésticos.
Tras ellos llegarían Tempest, Galaga, Donkey Kong... y así una letanía de leyendas. Pero grandes como fueron y recordados como siguen siendo... ¿consideraría alguien cualquiera de estos juegos concebidos en los años 70 y 80 como uno de los mejores de todos los tiempos? Es sin duda una pregunta complicada. Aunque icónicos, no cabe duda de que sus mecánicas eran extraordinariamente simples, y si los desempolvamos cuatro décadas después comprobaremos que siguen siendo muy divertidos, pero no enganchan al público como antaño.
Los mil veces imitados: sentando las bases de sus géneros
Posiblemente tendríamos que esperar al refinamiento de los 8 bits y la aparición de las primeras máquinas de 16 bits para encontrar juegos con una esencia más actual. Estamos hablando ya de cosas serias. Un señor que se hacía llamar Lord British arrasaba con Ultima V, mientras que Battle Chess despertaba cierta polémica por su violenta interpretación del civilizado ajedrez (ay, los que piensan que esto de los juegos edgy es algo nuevo) y el avanzadísimo Falcon de Spectrum Holobyte sentaba las bases de los simuladores de vuelo.
La potencia de ordenadores como el Atari ST, el Spectrum y posteriormente el longevo Amiga permitió dar forma a mundos complejos con cientos de líneas de diálogo, música relativamente compleja y gráficos hoy en día lentos y poco detallados, pero muy bien aprovechados gracias al talento técnico y visual de los programadores. ¿Pero acaso son los mejores juegos de todos los tiempos? No habrá mucha gente que esté de acuerdo. Y sin embargo, tuvieron incontables imitadores.
Mientras tanto, los ordenadores x86 tomaban carrerilla. Aún no eran una plataforma de juego consolidada, pero ya aceleraban gracias a firmas como MSI, que hizo historia en el mismo momento de su creación con el lanzamiento en 1986 de la primera placa base para 286 overclockeable. Y aunque todavía faltaba para llegar a la gloria del 486DX2, ya era bastante para mover Comander Keen con total fluidez, marcando el inicio de los juegos de plataformas para PC.
Lo más interesante de esta generación es que por fin los videojuegos comenzaban a moverse en una nueva dirección. Ya no era una simple cuestión de desplazarse del punto A al B. Había mecánicas complejas, un entorno atmosférico (todo lo que permitía la técnica de la época) y un auténtico énfasis narrativo. Todo ello con una capacidad de procesamiento minúscula en comparación con el móvil que tenemos en nuestro bolsillo, no hablemos ya de propuestas modernas como la torre gaming MSI Aegis.
Esta confluencia de factores, unida a las crecientes capacidades del hardware de la época, comenzaron a gestar algo muy grande durante los años posteriores. En el PC, la llegada de las tarjetas de sonido, los gráficos VGA y los procesadores de nueva generación (incluidos los clones de Cyrix) convirtieron a esas aburridas cajas de color beige en potentes máquinas de juego. En combinación con enorme cantidad de RAM y aún más grande capacidad de almacenamiento, dieron comienzo a la edad dorada de los juegos para ordenador.
Es a partir de aquí cuando comenzamos a apreciar más candidatos a "mejor juego de la historia" o simplemente "mejor juego en su género".
LucasArts y Sierra convierten la aventura gráfica en algo más complejo que una simple búsqueda de píxeles, mientras que Comanche y Dune II sientan los bases de la simulación y la estrategia. Pero no solo eso: hablamos de juegos que, como Indiana Jones and the Fate of Atlantis, siguen siendo tan divertidos a día de hoy que podríamos jugarlos de cabo a rabo como el primer día. La nostalgia juega un papel importante, pero ya no es un factor crítico para su disfrute.
Esto es algo especialmente cierto si nos fijamos ya en los albores de la era 3D, cuando básicamente se desarrollaron las mecánicas de lo que podríamos considerar la jugabilidad moderna. Aproximadamente por aquel entonces, allá por 1997, MSI lanzó su primera tarjeta 3D. La MS-4413 estaba basada en el diseño Permedia 2 de 3DLabs, un chipset popular en su momento por sus capacidades OpenGL pero que no tardó en dar el relevo a otras mucho más potentes como la MS-8802 de 1999, dotada con un chipset Nvidia Riva TNT2.
Ahora sí, la madurez de los gráficos 3D arrancaba con fuerza de la mano de MSI. Grandes de la talla de Need for Speed III: Hot Pursuit alcanzarían con ella algunas las más altas cotas de realismo gracias a las punteras tarjetas de la firma. Un apartado visual tan fluido como potente, una cuidada música y un refinadísimo control (que no era poco para la época) lo convirtieron en uno de los juegos de carreras más influyentes de todos los tiempos.
Los clásicos que nunca mueren: secuela tras secuela, remake tras remake o simple evolución continúa
Llegados a este punto, los respectivos géneros de la industria han alcanzado ya una madurez técnica, mecánica e incluso argumentativa como para comenzar a encontrar auténticas joyas atemporales. Un claro ejemplo sería Doom, que sin ser el primer FPS sentó cátedra y sirvió para crear una franquicia que aún dura hasta nuestros días. Su refinadísimo control ha sido incluso objeto de estudio, pero lo que es igual de importante: ha servido como base a innumerables secuelas.
Doom 2016 es considerado por muchos el mejor FPS en lo que llevamos de década, pero el clásico aún sigue siendo actualizado por la comunidad de modders a través de iniciativas como Brutal Doom. Y cada aniversario, miles de jugadores se congregan para fragearse online en recordatorio a esas míticas batallas en red. ¿Podríamos encontrarnos ante el mejor juego de todos los tiempos? Sin duda es un firme candidato junto a mitos tan alejados temáticamente como Tetris.
Lo mismo sucede en otros géneros como el de la lucha.
La saga Street Fighter se forjó en los arcades (correremos un tupido velo sobre su versión para MS-DOS) y en sus lanzamientos posteriores ha logrado capturar a los jugadores de PC más competitivos gracias a un despliegue técnico y visual sin comparación. ¿Pero cuál de todos es mejor? Incluso entre los fanáticos de los eSports hay polémica. ¿Hyper Street Fighter II: The Anniversary Edition? ¿El controvertido Street Fighter V? Es mucho más que una simple cuestión de hit boxes.
En cierto modo es una cuestión de evolución. De títulos, sagas y géneros. Por ejemplo, si somos fanáticos de las aventuras gráficas posiblemente consideremos que cualquiera de los clásicos de LucasArts supera ampliamente a las propuestas actuales pese a sus limitaciones técnicas. Su creatividad e ingenio siguen siendo una referencia a día de hoy, llegando a inspirar propuestas actuales como Trüberbrook.
¿Ahora qué? Pues lo mismo, solo que la iteración en forma de secuelas está dejando camino a la continua evolución de un solo juego. Los eSports tienen ahí mucho que decir. Es así como Overwatch, PUBG, Rocket League y Fortnite han planteado su evolución.
Y habrá gente que opine que ninguno de ellos ha destacado jamás por sus gráficos, música o creatividad, ¿pero acaso no merecen ser considerados como auténticas leyendas cuando mueven todos los días a millones de jugadores? Definitivamente muchos de sus fans no dudarán en clasificarlos como "best ever" a pesar de su falta de pedigrí.
Los grandes olvidados: durmiendo el sueño de los justos
¿Y qué decir de los incunables? Décadas de lanzamientos han dejado tras de sí auténticos juegazos que nunca alcanzaron el éxito o simplemente han caído en el olvido. Blood es para algunos el mejor FPS de todos los tiempos, superando incluso a Doom, pero poca gente llegó a conocerlo y la serie fue básicamente cancelada con su decepcionante secuela.
Si nos movemos al plano de la acción en tercera persona, la serie Crusader es posiblemente uno de los episodios dorados en la historia del género. Y nadie habla ya de ella, a pesar de que hoy en día un remake debidamente hecho (y no como Syndicate) podría ser totalmente exitoso. Como tantas otras leyendas, solo sobrevive en el corazón de unos fans que se lanzan a defenderlo cuando surge la conversación.
Como ellos hay muchos otros. Meridian 59 merece estar por derecho propio en el panteón de los RPG, tanto o igual que Mass Effect, Baldur's Gate II o los primeros Fallout, y tanto Ryven como The Last Express tienen argumentos suficientes para colarse en cualquier Top 10 de aventuras gráficas. Es más, si eres un fanático de estos géneros, cualquiera de ellos s podría ser fácilmente el mejor juego de todos los tiempos. A pesar de que ya casi nadie los recuerde.
Más de 5 décadas de historia que también se notan en el hardware
La belleza de ser jugador de PC es que virtualmente todos los títulos de los que hemos hablado siguen siendo jugables gracias a plataformas como Steam y GoG, que lo mismo aglutinan los últimos y más exigentes lanzamientos que los mejores clásicos de la era MS-DOS. Incluyendo también algunos francamente oscuros.
Así que no importa si crees que el ocio digital alcanzará la perfección con Anthem o si aún lloras la pérdida de tus disquetes favoritos.
Lo realmente importante para reconciliarse con el pasado, el presente y el futuro es un hardware a la altura. Que además tiene unos requisitos bastante más comunes de lo que se podría pensar. Por ejemplo, los últimos juegos de acción requieren monitores con una elevada tasa de refresco, que también es necesaria si queremos gozar de unos gráficos 2D con píxeles como puños pero totalmente desprovistos de ghosting. Un monitor MSI MPG Optix, con sus 144 Hz y amplia cobertura SRGB, puede ser una muy buena opción para gozar de ambos.
En cuanto a las torres, antiguas necesidades como la tarjeta de sonido dedicada y la aceleradora 3D han pasado a la historia. Un procesador Core i5 o superior y una tarjeta gráfica GTX 1070ti como las instaladas en la gama Aegis 3 te capacitará para ejecutar con total soltura los últimos bombazos pero también clásicos futuros, e incluso una GTX 1050 puede ser una buena opción si no piensas pasar del Full HD.
¿Tus necesidades te alejan de un escritorio? Tampoco es un problema. Así como antiguamente un portátil era una simple herramienta para rellenar hojas de Excel, MSI demuestra que no tienes por qué atarte a una mesa para disfrutar de los títulos más candentes del momento. Y no es algo nuevo.
Desde el lanzamiento en 2008 del primer laptop para juegos con overclocking, MSI se ha centrado de forma muy directa en los equipos de prestaciones lúdicas. El resultado son equipos modernos como el finísimo Stealth o los potentes Titan, que prácticamente se equiparan con las mejores torres de sobremesa.
Lo que está claro es que la antigua necesidad de tener una DOS box para disfrutar de los clásicos está fuera de lugar, máxime cuando con el mismo PC también podemos ejecutar los juegos más punteros.
Nunca ha habido un mejor momento para ser jugador de PC. En serio, da igual cuando hayas nacido. Por mucho que pese la nostalgia. Un factor que sin duda pesa tanto como la capacidad para sorprendernos cuando éramos más jóvenes o nuestras propias apetencias personales. Porque a la hora de la verdad, solo un juego es el mejor de los tiempos: el que más nos haya marcado a nosotros. Una verdad universal que, sin embargo, es tan variada como el propio público.
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