El sector de los PCs vive una de sus épocas más gloriosas. Con una cantidad enorme de opciones a disposición de los amantes del PC building y el portátil gaming reivindicando con garantías su espacio en el universo gamer, nunca antes la comunidad PCera había tenido acceso a un mercado tan esplendoroso.
Gran muestra de esta suntuosa variedad sin precedentes resulta especialmente tangible en el mundo de los monitores. Suntuosas pantallas de tecnología puntera como el FreeSync o la resolución WSHQ han dado lugar a que incluso los jugadores consoleros desplacen la TV a un segundo plano en favor del monitor gaming.
Está claro por qué, ¿no? Los televisores suelen estar pensados para usos genéricos; dispares. Ver “la tele”, sí, pero también reproducir películas en alta resolución y videojuegos. Son una especie de navaja multiusos que, si bien da resultados competentes, siempre estará a la sombra de un producto especializado como es el monitor gaming, concebido desde el primer chip hasta el último tornillo con las exigencias particulares del gamer en mente.
Ya se sabe, aprendiz de todo…
Adiós tearing, hola inmediatez
De exigencias saben mucho los videojugadores, sobre todo aquellos que prefieren jugar contra un oponente real que con una IA. Es decir, los fans del multijugador.
Y con la profesionalización del género gracias a la llegada de los eSports, lo que antes eran recomendaciones a nivel de hardware ahora son obligaciones: ya no hay excusas ni cesiones posibles frente al lag o el screen tearing, por ejemplo.
Este último es, desde siempre, el gran talón de aquiles de lo que podríamos denominar como el “monitor común”.
Para quien no sea familiar con la jerga PCera, sabed que el screen tearing –o tearing a secas– es el efecto que se produce al haber una desincronización entre la tasa de refresco del monitor y el framerate del juego. Sí, son esas molestas franjas que parecen dividir la pantalla en varios segmentos de manera irritante. "Literally unplayable", como dice el meme.
Para solucionarlo podemos o bien tirar del veterano (más bien anticuado) V-Sync y arriesgarnos a abrir las puertas al –aún más temible– input lag, o bien utilizar un monitor que cuente con la tecnología FreeSync o G-Sync entre sus características.
FreeSync, el futuro de la sincronización
Ambas soluciones, de Nvidia la una y AMD la otra, suponen un salto tecnológico trascendental que permite al monitor que las emplee adaptar la tasa de refresco al framerate en tiempo real, desprendiéndose a la vez tanto del tearing como del input lag.
Pero no todos los monitores disfrutan de estas features, por lo que si eres un gamer exigente que quiera ir más allá de los 60 FPS, es conveniente que examines a conciencia todas las especificaciones del producto para comprobar si es compatible con alguna de las dos.
Pista: las marcas más comprometidas con el gaming ya apuestan desde hace años por esta tecnología y tantas otras que hacen la experiencia de juego mucho más competitiva y disfrutable.
El fastuoso ejemplar que tenéis aquí abajo es un perfecto ejemplar y viene de parte de MSI, la reputada fabricante de hardware especializada en gaming.
Es el Optix AG32CQ, un espectacular monitor que apuesta por la opción anti-tearing de AMD, el FreeSync. Echa mano de una inmejorable capacidad de respuesta de 1 milisegundo entre las acciones del usuario y la respuesta del programa para ofrecer la experiencia competitiva definitiva a los jugadores de títulos que exigen reacciones milimétricas e instantáneas como Counter-Strike o Fortnite.
Aquí sí importa el tamaño
Pero si hay algo por lo que el Optix AG32CQ acapara las miradas en cualquier muestrario PCero es sin duda su inmensa pantalla. 31.5 pulgadas a 2K de resolución dispuestas en un monitor curvo de 1800R que libera un 72% de espacio utilizable frente al tradicional monitor de 24”.
Con este mastodonte no nos hace falta una doble pantalla para llevar a cabo nuestro multitasking diario, ya sea editar vídeos con varios programas, tener un juego abierto en cada pantalla (para jugar al Hearthstone durante las colas eternas del LoL, por ejemplo) o copiar textos para una redacción. Tomar como referencia, perdón.
En esta pantalla cabe todo.
Multimonitor sin distracciones
A ver, que no haya malentendidos. El doble monitor es una pasada. Para la gran mayoría de los profesionales dedicados a la edición y montaje de vídeos, la animación o la ilustración, esta setup de doble pantalla es insustituible.
No tanto así para los gamers, pues rara vez tendremos que necesitar otra pantalla dentro de un juego. Existen formas imaginativas de emplearlo, como establecer una segunda pantalla como marcador permanente o lo que es más lógico y frecuente: combinar monitores para construir una bestia de 2 o más pantallas en la que jugar a lo grande.
Pero hay un problema inevitable en todo esto que cualquier fan del multimonitor conoce bien.
Sí, hablamos del dichoso marco que divide las pantallas. Porque unir 3 monitores para jugar a The Witcher 3 en un pantallón de 80” se antoja bastante deseable. Eso sí, cuando juntamos los monitores y vemos las dos pedazo de franjas negras que delimitan cada pantalla, el sueño se desvanece de golpe y de repente la idea de jugar en la pantalla de un Nokia antiguo no parece tan horrible. Al menos no está dividida, ¿verdad?
Por eso es de vital importancia, si queremos anexionar varios monitores, que estos tengan el marco más fino posible.
El Optix AG32CQ ha tenido en cuenta que no son pocos los PCeros que se montan su propio home cinema gamer para jugar prácticamente a cualquier cosa, y por eso sus marcos son extremadamente delgados.
Para que podamos centrar la atención en el juego, y no en los barrotes de plástico negro que dividen la pantalla en 3.
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