Dicen que el terror siempre fue un género maltratado en nuestro país. Tal vez no tengamos nuestro ‘Drácula’, nuestro ‘Frankenstein’, los grandes maestros victorianos o el sustrato de una genealogía de genios que van desde Poe hasta King. Pero la realidad es otra. Y de este artículo vas a salir convencido: la nueva literatura de terror tiene exponentes en español para dar y tomar.
Y para aupar estas voces, la editorial Planeta creó recientemente ‘Minotauro Laberinto’, una línea dedicada en exclusiva a publicar novelas de fantasía, ciencia ficción y terror de autores hispanohablantes. Nuestras cinco candidatas de hoy, nuestro pentakill, te pondrá los pelos de punta con casas embrujadas, una maldición que no es tal, slasher de tradición clásica y las voces ahogadas de muertos en condiciones extrañas. Bienvenidos a una nueva era de terror en papel.
‘Temores crecientes’, de Manuel Dos
Arrancamos con ‘Temores crecientes’, novela finalista del Premio Minotauro 2020. Una novela que parte de otra: en 1840, Edgar Allan Poe publica ‘El hombre de la multitud’, una obra de gran influencia para Ana y Alba, dos amigas de Barcelona obsesionadas con el protagonista etéreo de este relato. Ellas deciden crear una especie de juego y desentrañar un enigma que lleva siglos oculto.
Dos chicas de 18 años obsesionadas con el género, expertas hasta lo pedante en terror clásico de los 70 que, una vez atrapadas, necesitarán de toda la ayuda necesaria para salir del pozo. Algo que Manuel Dos, licenciado en Comunicación Audiovisual y escritor experto en la figura de la Scream Queen, relata con una agilidad y escenografía propia de la Marvel de Doctor Extraño. Un debut poderoso —que no un arranque en el género, ya que Manolo Dos, formado a la influencia del Libro Amigo de Bruguera, lleva más de una década escribiendo y reescribiendo—.
Dividida en tres actos (presente-pasado-presente), ‘Temores crecientes’ es una de esas obras de cocción lenta, que profundiza en una interesante relación entre madre e hija y que siempre recompensan la atención y la paciencia. Temores que acaban atrapándote en un oscuro delirio del que, cuando te das cuenta, ya no puedes escapar salvo cuando cierras esa última página del capítulo 14 donde por fin Ana asume su poder y abre las puertas de par en par para una posible secuela.
‘Los últimos días de Clayton & Co.’, de Francisca Solar
Con nuestro segundo libro saltamos de una Barcelona envuelta en vaporosos ensueños victorianos para viajar directamente al eje del género por antonomasia. Atlas es una pequeña localidad enmarcada a finales del siglo XIX donde una joven Abigail Clayton domina su técnica de fotografiar muertos que parecen vivos.
El post mortem fue un género muy popular en tiempos donde la mortalidad infantil azotaba la población europea. En aquellos días la fotografía era un dispendio tal que solo se ejecutaban dos instantáneas a lo largo de una vida: la de la boda y la de la muerte. Por desgracia, no muchos llegaban a la edad adulta. Hoy día podría considerarse una práctica algo macabra; sin embargo, fotografiar el cadáver de una niña de apenas dos años era la única forma que tenían muchas familias de recordar aquellos dulces rostros.
Y así, entre ferrotipos y daguerrotipos, Clayton guarda un secreto: justo antes de “irse”, sus fotografiados le revelan secretos. Secretos sobre los vivos que nadie más conoce. Una habilidad que no tarda en servir a la comunidad: en calidad de médium, Abigail recibe la atención de personas de toda índole y escala social, desde campesinos hasta diplomáticos. Resuelve crímenes y calma penas eternas. Hasta que un turbio asesinato la sitúa como culpable y deciden quitársela de en medio.
Acusada de demencia, la maltratada Abigail acaba con sus huesos en el sótano de un sanatorio donde contraerá tuberculosis y morirá en la más absoluta soledad. Pero Abigail guarda muchos secretos y algunos no están dispuestos a ser enterrados. ‘Los últimos días de Clayton & Co.’ es una gema de nuestra literatura. La autora chilena Francisca Solar habla de una zona rural cercana al Valparaíso de finales del 1800 se manera serena, ágil, creíble, precisa.
Porque Abigail es también una herramienta para hablar de un tiempo donde las relaciones verticales y el abuso de poder marcaban las distancias absolutas. 274 páginas que se leen con voracidad y se rumian entre la tristeza y el embeleso. Y es que Solar ya sabe lo que es enamorar al lector: en 2003, ‘El Ocaso de los Altos Elfos’ arrasó entre los fanfics más leídos de ‘Harry Potter’ y terminó siendo adaptado a varios idiomas. Formada en la tradición cuentista latinoamericana, Solar domina el tono y el ritmo de grandes narradores que le doblan en éxito. Algo que tarde o temprano acabará equiparándose; estamos seguros.
‘WODY’, de Vincas Richardson
Y vamos ahora con cautela, con una de esas obras de las que es mejor no saber nada y dejarse llevar. Porque menudo caramelo de premisa: Robert, un pianista frustrado recibe el alta de su estancia en un psiquiátrico. Con el fin de recuperarse de un terrible trauma decide instalarse en el hogar de su infancia, ahora propiedad de su hermana Amanda. Una amplia villa situada en la Península Olímpica en la que podrán compartir experiencias y recuperar el tiempo perdido.
Pero ella también quiere saber por qué Robert acabó encerrado contra su voluntad. Lo que implica que él recuerde eventos terribles y le cuente todo sobre Wody, una voz en su cabeza que le conmina a ejecutar al piano una pieza, una canción maldita que también maldice a quien la escucha. ‘WODY’ es la puerta que nunca debería abrirse. Pero esa melodía que habita dentro de él tarde o temprano tendrá que salir.
Inspirado en la literatura juvenil de R.L. Stine, en ‘Cazafantasmas’ y otras obras que basculan entre lo más weird y lo más perverso, Vincas Richardson ha culminado con una obra que venía gestándose demasiado tiempo. De hecho, ‘Wody’ es solo la primera parte de su universo Dioses Oscuros. Filólogo hispánico por la Universidad de Salamanca y Máster en Edición del BSM (Universitat Pompeu Fabra), Richardson ejecuta aquí otro de esos debuts que enganchan desde la primera frase. Leerle confirma la sentencia de Carlos Sisí: Richardson es uno de los más dignos representantes del terror patrio.
‘Uke, el Contrincante’, de Elia Barceló
“Un thriller teológico”. Así definió la propia Elia Barceló esta obra en 2004. Porque en esta ocasión no nos topamos con un debut, sino con la revisión de una de las obras más queridas de Elia Barceló, una auténtica experta en el género que lleva a cuestas más de 30 novelas y más de 80 relatos. La autora de Cordeluna lleva toda una vida trabajando en las coordenadas del género fantástico.
Y la descripción no podría ser más precisa: ‘Uke’, enmarcada en la España de 1989-1991, justo en el periodo original donde se escribió, son casi 450 páginas —la más extensa de nuestra selección— de tratado teológico sobre el bien y el mal, explotando toda la mitología cristiana a partir de una facultad universitaria, partiendo de un asesino en serie que entronca con señales extrañas —círculos verdes— y posesiones demoníacas.
Dice la propia novela que el bien y el mal han de convivir inexorablemente. Sin Diablo no hay Dios: “es como jugar al ajedrez, necesitas alguien que mueva las negras”. Algo que nos lleva al génesis mismo de “uke”, una palabra que viene del aikido, la forma de lucha defensiva. Uke es quien ataca, el agresor. Sin él no hay lucha. El concepto filosófico del conflicto está aquí. Y lo mejor de todo es que esta reedición de 2022, primera novela seria de la narradora tras ‘Sagrada’ (1989), es tan fresca y adictiva como lo fue en su primer día. Más, incluso.
‘El pacto’, de Laura Alvea y José Ortuño
Y cerramos con la que, probablemente, sea la novela que más “ruido” va a generar. ‘El pacto’ es fruto de colaboración de dos autores que llevan más de una década trabajando juntos. Literalmente: Laura Alvea lleva más de 20 años orbitando en la escritura de guión —’Ánimas’ (2018, Netflix)—, como ayudante de dirección (‘La Trinchera Infinita’, ‘Arde Madrid’) y como directora con largometrajes como ‘’The Extraordinary Tale (2014, Netflix) y ‘La Mujer Dormida’. De José Ortuño puede decirse lo mismo, escritor y director de documentales como ‘Fernando Torres: El Último Símbolo’ (2020, Amazon Prime), el nominado al Goya Nacido en Siria’ (2016, Netflix) o el ganador del Premio Forqué ‘El Estado Contra Pablo Ibar’ (2020, HBO) hablan por sí solos.
‘El pacto’, de hecho, posee esos mimbres visuales que solo cierto cine sabe construir. No en vano es una novela en cuatro actos de instantáneas rápidas que pasan como fogonazos (ninguno supera las cuatro páginas). ‘El pacto’ es también, a su manera, un puzle que oscila en una línea temporal quebrada, desde el 1500 hasta hoy mismo, pasando por escenas domésticas de 2016 y vivencias que se remontan a 1955.
La trama dice así: David, un periodista que investiga sobre enfermedades raras, un día conoce a Clara, una mujer víctima de una extraña enfermedad que la está convirtiendo en una alimaña. Como tantas otras veces, él decide entrevistarla y ella le cuenta cómo contrajo esta maldición y cómo curarse implica llevar a cabo un terrible sacrificio. Una obra que rima también con un acontecimiento real que se remonta a 1540: la vida de Gwen ferch Ellis, primera mujer acusada de brujería en Gales, ahorcada en la plaza del pueblo frente al terror ignorante de una sociedad que, generación tras generación, recordaría esta injusticia.
Porque esto también es terror. El más oportuno y fidedigno: cuando Laura Alvea y José Ortuño preparaban su tercer largo en colaboración, a ella le diagnosticaron cáncer. Y como ella misma llegó a decir, las secuelas estéticas, las más visibles, son también las menos graves. Así nació ’El Pacto’, en un ejercicio para entender una situación radical, combatir el miedo y enfrentar una posible realidad fatal.
El viaje de Clara, documentado por ese periodista atento, es el viaje de tantos que sufren una maldición con la que no les queda más que sobrevivir. Con ella cerramos nuestro especial, nuestras cinco recomendaciones para todo amante del terror en particular y la buena literatura en general.