Los portátiles han ido cambiando con el tiempo y con la tecnología. Los fabricantes de equipos y los fabricantes de los componentes que los hacen posible mantienen una relación estrecha en la que unos escuchan a los otros y viceversa, dando como resultado un proceso evolutivo que, por lo general, discurre de un modo pausado y sin demasiados sobresaltos.
Ultrabook: cuando la innovación precisa de un empujón
Sin embargo, no siempre es fácil trasladar a pie de calle todas las innovaciones tecnológicas a un ritmo tan rápido como sería de desear. Ya sucedió con Intel Centrino allá por el año 2003. En aquel momento, integrar WiFi era una especie de exotismo. Pero la definición por parte de Intel de la certificación Centrino, donde el WiFi era mandatorio, ayudó a acelerar la adopción de esta tecnología inalámbrica de comunicaciones.
Y sucedió también años más tarde, en 2011, con los Ultrabook. Intel definió una serie de requisitos para los portátiles que permitían a los fabricantes calificarlos como Ultrabooks si los cumplían. Como sucedía con Centrino y tecnologías como WiFi o los procesadores ULV, era más fácil hacer que los usuarios se familiarizasen con el concepto de Ultrabook como sinónimo de "estar a la última" que explicar el valor de tecnologías como los procesadores Intel Core, los discos SSD, las bondades del aluminio o por qué 1,8 cm de grosor y no 1 cm.
Por aquel entonces, las tabletas hacían mella en las ventas de portátiles gracias a su ligereza y portabilidad, a la rapidez de respuesta y a su interfaz táctil. Además, Windows 8 se mostró ejecutándose sobre un procesador ARM, lo cual hacía temer que esta arquitectura pudiera competir con la x86 en un campo que tradicionalmente era patrimonio de Intel, con el permiso de AMD. Así las cosas, era necesario dejar de lado la evolución continuista y suave y hacer un movimiento disruptivo.
Combinando un buen repertorio de tecnologías, junto con tácticas de marketing para ayudar a comunicar el concepto entre los usuarios, Intel, consiguió que los fabricantes de portátiles aceptaran la certificación Ultrabook, que es la combinación abreviada de Ultraportable y Notebook. Y Acer, con el Acer Aspire S3, fue el primero en poner un ejemplar en el mercado.
Los requisitos para llevar el sello pasaban por limitar el grosor a 1,8 cm o 2,1 cm dependiendo del tamaño de la pantalla, usar carcasas de aluminio, integrar procesadores Intel de bajo consumo e integrar conectividad WiFi, USB 3.0, pantalla táctil (y no táctil), unidades de almacenamiento SSD o híbridas y baterías de hasta 9 horas de autonomía en espera y 5 de uso. Su encendido era casi instantáneo y los precios partían de 1.000 euros aproximadamente.
Los Ultrabooks también consiguieron que nos olvidáramos del mal sabor de boca que dejaron los netbooks: un primer intento de hacer que los portátiles pesaran menos de un kilo y ocupasen poco espacio que data de 2007. No llegó a cuajar debido, sobre todo, a lo limitado de su rendimiento de CPU y GPU al usar procesadores Intel Atom, una versión reducida de los Intel Core para lograr que el consumo energético y la disipación de calor fueran compatibles con el diseño de los netbooks. Las tabletas arrasaron a los netbooks al exhibir mayor rendimiento con menos peso y ofrecer más posibilidades de productividad.
El primero en ver la luz: el Acer Aspire S3
El Aspire S3 de Acer pesaba apenas 1,3 Kg, con un grosor de 1,78 cm en la parte más delgada de su carcasa de aluminio. Usaba procesadores Intel Core de segunda o tercera generación, almacenamiento SSD de 240 GB y gráficos integrados HD3000 de Intel.
La propuesta se completaba con elementos que no estaban dentro de la especificación de Intel, pero caían en el campo de la selección natural tecnológica: los teclados de tipo chiclet permitían que las teclas apenas ocupasen espacio en la dimensión vertical. El touchpad se sobredimensionaba para permitir un control más preciso del ratón, aprovechando el espacio disponible. La conectividad recaía en WiFi o en adaptadores de USB a RJ-45.
Convertibles y dos en uno: extendiendo el concepto
Los equipos que combinaban pantalla táctil con el sistema operativo Tablet PC de Microsoft ya existían. No obstante, la entrada de Windows 8, con su interfaz optimizada para pantallas táctiles, junto a la ligereza y el grosor de los Ultrabooks hicieron que pronto se llevaran a estos bisagras para abatir la pantalla sobre el teclado y adoptar un uso tablet además del tradicional como portátil (convertibles). De la misma manera, aparecieron sistemas para acoplar y desacoplar el teclado de la pantalla (2 en 1).
Realmente, los convertibles y 2 en 1 han añadido una dimensión más al uso como portátil sin que ello haya supuesto una disrupción en el diseño demasiado notable. En los 2 en 1, esta es algo más evidente, al llevar casi toda la electrónica a la parte de la pantalla, eso sí. En los convertibles, apenas sí hay diferencias respecto a los Ultrabooks, salvo algo más de peso si cabe. Estéticamente, modelos como el Acer Spin 3 pueden pasar como Ultrabooks perfectamente.
Acer Spin 3: ordenador portátil convertible con Windows 10, Intel Core i5 (4 núcleos) a 1,60 GHz, pantalla de 14" Full HD, 8 GB DDR4 SDRAM y 256 GB SSD. Incluye lápiz Acer Active Stylus
Los Ultrabooks de hoy en día
En estos ocho años, el término Ultrabook ha dejado de usarse de un modo tan generalizado como en los primeros tiempos. Lo cierto es que Intel parecía tener razón cuando definió el concepto y, ahora, los equipos que compiten en portabilidad dentro de la gama media-alta y alta usan de forma generalizada carcasas de aluminio y buscan reducir sus dimensiones lo máximo posible en grosor y marcos de la pantalla.
Con todo, la pantalla no se reduce: todo lo contrario. Al recortar el tamaño de los bordes, los fabricantes integran paneles de 14" en vez de 13,3", manteniendo las mismas dimensiones totales. Así, se mejora la experiencia de uso, especialmente en resoluciones superiores a Full HD. Además, se adoptan métricas venidas del mundo de los smartphones como la relación pantalla/cuerpo. En el caso de equipos como el Acer Swift 5, esta llega hasta nada menos que al 86,4% y en el del Swift 7 Pro, hasta el 92%.
Acer Swift 5: ordenador portátil ultrafino con Windows 10, Intel Core i7 (4 núcleos) a 1,80 GHz, pantalla de 15,6" Full HD, 16 GB DDR4 SDRAM, almacenamiento desde 512 GB SSD
Asimismo, se emplean de forma generalizada procesadores Intel Core con consumos de entre 28 y 5 W, siendo 15 W la opción más común tanto para procesadores Core i5 como Core i7, así como almacenamiento de estado sólido con tecnologías PCI-E Gen3. En algunos casos, se añade una GPU dedicada, que es típicamente una GeForce MX de bajo consumo como la GeForce MX250.
La miniaturización de los componentes internos es tal que en muchos casos la RAM viene soldada. El SSD es de tipo M.2 con tecnologías como NVMe y PCI-E, mejores que el SATA de antaño, y la batería suele ocupar todo el espacio libre restante.
Se han ido añadiendo también elementos de diseño como una mayor variedad de colores, donde el blanco y el negro se suman al acabado en aluminio. También encontramos tecnologías de autenticación biométrica a través de las huellas dactilares o incluso reconocimiento facial. La conectividad, por su parte, empieza a polarizarse alrededor de USB-C con USB 3.1 Gen 1 o Gen 2, así como Thunderbolt 3 en algunos casos, sin olvidar WiFi o HDMI para conectar pantallas externas.
Máximo refinamiento de tecnología y el diseño
Los portátiles delgados y ligeros de hoy han fagocitado a los Ultrabooks de antaño. Así, los grosores llegan hasta límites que ni siquiera alcanzan algunos smartphones. El Acer Swift 7 Pro, por ejemplo, tiene 9,95 mm de grosor. Menos de un centímetro. El Swift 5, con una GPU dedicada, no llega a los 1,5 cm. Los bordes de la pantalla se reducen al mínimo en los laterales y la parte superior, y se maximiza el tamaño del teclado y del touchpad.
Si hablamos de peso, los 1,1–1,3 Kg del pasado pasan a 890 gramos en el caso del Swift 7 Pro. Y en el del Swift 5, hablamos de 990 gramos. El uso de materiales técnicos no es nuevo, pero se ha llevado más allá añadiendo aleaciones de litio y magnesio a las ya conocidas de aluminio y magnesio. En las pantallas, se adopta el cristal Gorilla Glass como en el caso del Swift 7 Pro, donde el Gorilla Glass 3 protege la pantalla táctil.
Acer Swift 7 Pro: ordenador portátil ultrafino táctil con Windows 10 Pro, Intel Core i7 Dual-core a 1,50 GHz, pantalla de 14" Full HD, 16 GB LPDDR3, 512 GB SSD. Varios colores
Los procesadores, desde la llegada de la octava generación de Intel Core, cuentan ya de forma habitual con cuatro núcleos físicos y ocho lógicos. Y los de ultra bajo consumo exhiben dos núcleos físicos y cuatro lógicos. El Acer Swift 5 integra ya Intel Core de décima generación Ice Lake con conectividad Wi-Fi 6, Bluetooth 5 y Thunderbolt 3, así como un mayor rendimiento gráfico y un mejor uso de la batería.
Las placas base tienen un tamaño que es una fracción del de los primeros Ultrabooks, donde la RAM venía en formato SO-DIMM y las unidades SSD solían presentar un factor de forma de 2,5". Así, **los fabricantes pueden aprovechar el espacio tanto para reducir las dimensiones físicas como para usar baterías de más capacidad. En el caso del Swift 5, tenemos nada menos que 56 Whr y hasta 12,5 horas de uso navegando en Internet, junto a carga rápida de 30 minutos para 4,5 horas de uso.
Estamos hablando de equipos, en suma, con un rendimiento similar al de los ordenadores de sobremesa de hace algunos años, que pesan menos de 1 Kg, tienen un grosor de 1,5 cm ─e incluso menos de 1 cm─, con autonomías de más de 11 horas y que, además de ser óptimos para el consumo de contenidos, son aptos para abordar tareas como la autoría multimedia e incluso la edición de vídeo.
Imágenes | Logo Ultrabook de Amazon, Acer
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