¡Un lustro ya! ‘Planeta Manga’ cumple cinco años y lo hace con un aniversario que es a la vez muerte y renacimiento. Los 26 primeros números dan por terminada una primera etapa. Pasada la infancia, llega la edad adulta. Y a partir de diciembre, Planeta Manga renace con nueva numeración, con nuevos autores, nuevas historias y vuelve a su precio de origen, por solo 4,95 euros.
A lo largo de estos años hemos ido cubriendo los distintos estrenos y hemos constatado cómo esta revista servía, por un lado, de bastión comprometido con la preservación y rescate de clásicos. Sin embargo, el verdadero mérito de Planeta Manga reside en cómo están esforzándose por aupar nuevos autores a través de la revista de nombre homónimo. Un trampolín genial para descubrir autores españoles (e incluso chilenos y argentinos) que han hecho del manga algo propio. Es nuestra ‘Shonen Jump’.
Pero como cinco años dan para mucho, ya va siendo hora de repasar algunas de esas historias. Lo hemos dicho en alguna ocasión: las historias lo son todo. Y ‘Planeta Manga’ ya suma 26 números de 300 páginas cada uno, cuatro novelas y casi un centenar de series.
Qué es Planeta Manga
Si a estas alturas todavía no conoces la revista más importante de manga de nuestro país, aquí va un breve resumen. Es el quinto aniversario de Planeta Manga y es hora de hacer recuento: el 15 de octubre de 2019 llegaba a nuestras librerías la primera gran antología, en formato revista, con historias originales.
Mangas exclusivos (serializados o autoconclusivos), ilustraciones y curiosidades sobre el dibujo, artículos sobre viajes, trucos para hacer cosplay, entrevistas que a la vez sirven como trucos para aprender a entrevistar, a mejorar guiones o a lanzarse al mundo editorial… y sin miedo a tocar géneros: shonen, seinen, yuri… por no faltar, tampoco faltaba la clásica doble página en cada número con su respectivo apartado en blanco para las firmas de los autores.
A lo largo de estos cinco años han ido desprendiéndose del corsé típico de otras revistas. Nada de publicidad ni hojarasca. 300 páginas muy bien aprovechadas: un brevísimo índice y a disfrutar una consecución de historias, junto a entrevistas y especiales con bocetos y curiosidades exclusivas de algunas de esas historias. Cada número sirve de apertura para una nueva gran serie (o varias), trayendo autores exclusivos con estrenos que, a veces, son la primera puesta de largo en el mercado editorial.
Pero no solo abren, a veces también cierran: la clausura de ‘Beast’ por ejemplo, de María Dresden. A veces tenemos la suerte de devorar dos capítulos de una sentada —como los dos episodios de ‘Krymsoul’ que llegaron a Planeta Manga 25—, o Perfeddion, un horror folk con influencias de Junji Ito creado por Fidel de Tovar y Dani Bermúdez. Va a petarlo, tenedlo en el radar.
Algunos de ellos, los que más suelen gustar, después serán recopilados en tomos especiales, con epílogos y extras. Y al dar el salto disfrutarán de cambios importantes: nuevas portadas y algunas páginas a todo color, como mandan los cánones. Pero es aquí donde comenzaron, donde nacieron sus ideas.
Cinco años de historias únicas
¿Y qué hemos visto durante todos estos años? Es difícil resumir tanto y tan bueno. A veces las historias más pequeñitas dejan las huellas más ondas. Es el caso del encantador ‘Shion’, de Alba Cardona, también aurora de ‘La chica invisible’. Tampoco podemos olvidar aquel relato tan naturistas y encantador como fue ‘Crow of Store’, de Suneia.
No podemos ignorar la pasada que fue ver nacer Kohva de Konata, ya con Kohva2 en el mercado. Comenzó con Planeta Manga 13 y desde entonces nunca bajó el ritmo con su fantasía salvaje. Un shonen de primera desarrollado por una única persona. Otro que llamó la atención desde el primer momento fue Krymsoul (de Xgreen), que comenzó con Planeta Manga 16 y ya va por el episodio 12. Elfos de la escuela europea con una historia que no tiene nada que envidiar a las mejores piezas de Koyoharu Gotouge.
La familia del universo Planeta Manga fue creciendo y llegaron las primeras novelas. Autoras como Blanca Mira se vistieron de largo relatando sus vivencias, mientras superaba todas las expectativas con ‘El príncipe de la calamidad’, junto al trío de ilustradoras Miriam Bonastre, Laia López y Sara Lozoya. Ya lo dijimos: esta historia era nuestro 'Fullmetal Alchemist'.
Y en los últimos meses hemos podido asistir a las continuaciones de dos de nuestros favoritos: Hysteria (de Lolita Aldea, también ilustradora de ‘Blue Sun’ y Sergio Hernández, guionista del seinen ‘Backhome’), que se inició con Planeta Manga 17 y ha ido saltando de una fuerte influencia por Trigun, el trazo de Rui Araizumi (Slayers) y Cowboy Bebop hasta convertirse en algo radicalmente propio. Y nos encanta. Y Flashlight (de Sara Lozoya), cómo no, que comenzó con Planeta Manga 14 y tiene ese aire a ‘Given’ tan encantador, de músicos guapísimos y bohemios.
26 números dan para mucho. Durante años hemos vivido el nacimiento (y apogeo) de mangas más slice of life, como el yuri ‘Alter Ego’ de Ana C. Sánchez (‘Limbo’, ‘Nebesta’, ‘Sirius’) —que nos encanta porque nos recuerda a otro de nuestros animes favoritos, ‘Carole & Tuesday’—. Pero también nos gustaría saber más de ‘Heart Piece’, de Numoris. O de ‘Morning Star’, un pequeño relato de amor y amistad de una autenticidad inaudita, creada por Sugahri; y de ‘Bubble Hear’, de Lizeth Bianc, con su particular estilo kawaii que recuerda tanto a Bryan Lee O'Malley (Scott Pilgrim) como al icónico Fukio Mitsuji (artista y diseñador de videojuegos como 'Bubble Bobble').
Gracias a ‘Planeta Manga’ hemos visto nacer ‘Mutuo Magika’ —con dibujo de Lina Rangel y guion de Brenda Flores, con una poderosa influencia del manhwa—. También destaca ‘La princesa busca una nueva Madrastra’, de Yasunime, quien nos tiene acostumbrados a un dibujo de una calidad excelsa, combinando la técnica de los puntos benday (pop art) con un dibujo a pluma marca de la casa. O ‘El poder de una espada’, de Roger Jubani, el joven de la Escola Joso que conecta las influencias francesas con un regusto medieval muy norteamericano. Sin la revista, muy probablemente estos proyectos nunca se hubieran hecho realidad.
El próximo número servirá de réquiem para muchas cosas: veremos el final del arco de Gryphoon, episodio 22, la serie de Luis Montes que comenzó justo aquí, en la primera edición de la revista. Pero también servirá como punto de estado para estrenos muy potentes, como ‘Alfa’, de Emina Hiimesama, una serie llamada al éxito. Y también veremos cositas nuevas de Ana Oncina (‘Neko Girl’, ‘Just Friends’ o su nueva novela, ‘Planeta’), una de las estrellas de la editorial. Ana Oncina y Ana C. Sánchez, por cierto, quedaron segunda y tercera (respectivamente) en el International Manga Award de Japón con sus obras de la revista.
Queda claro que estos éxitos traspasan fronteras y han demostrado ser, por sí mismas, el estandarte de que en España no solo hay talento, sino que con apoyo detrás se puede hacerlo crecer. En los últimos años, Planeta ha publicado algunas de estas series en América Latina, en Brasil, Francia, Italia o Estados Unidos. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta, ¿dónde nace esta tradición?
Una más dentro de una larga tradición
¿De dónde viene esta “moda” por juntar a un puñado de autores y verlos debutar con sus primeras series en revistas de papel económico, en blanco y negro? Cuando lees una revista manga te das cuenta de algo muy especial. Es como entrar en casa de unos amigos: percibes en el ambiente una serie de bromas internas y hasta la decoración tiene un relato detrás que están deseando contarte.
De igual manera que podemos rastrear el origen del cómic hasta la talla romana en la Columna de Trajano, el manga es rastreable hasta los “rollos de animales”, los pergaminos que relatan historias humorísticas a partir de animales antropomorfizados. El humor y la sátira siempre fueron un elemento capital. No en vano, el inglés Charles Wirgman y el francés George Bigot se citan a menudo como precursores del manga. No en vano, su famosa revista Japan Punch sirvió para asentar las bases del género.
Es entonces cuando nacen las revistas. Frente a tiras cómicas extranjeras como Popeye o Mickey Mouse, en la Japón de los años 20 empiezan a brotar los primeros mangas infantiles y lo que en principio solo era para soldados se convierte en entretenimiento para las masas. Tras la II Guerra Mundial, las revistas jugaron un papel crucial en la supervivencia del medio.
El lanzamiento de revistas de manga como Shōnen Magazine (1959) y Shōjo Friend (1962) permitió que se publicaran historias serializadas a gran escala, ofreciendo a los lectores un flujo constante de contenido nuevo. Este período también vio el surgimiento del gekiga, un estilo de manga más realista y dramático que abordaba temas maduros. Fue el sustrato que sirvió para dar lugar a la edad de oro del manga, los 70-80, justo en el apogeo de la edición digital.
Después vendría Shonen Jump, el 2 de julio de 1968. El verano siempre ha sido una etapa especial en la producción de los mangakas. La revista tuvo tanto éxito que pasó de quincenal a semanal y terminó comiéndole la tostada a Shonen Sunday (aquí nació InuYasha y Detective Conan). A finales de los 80 ya era la revista más leída del país. Fue entonces cuando gigantes como Shojo Comic producían hitos como ‘Dragon Ball’ o ‘Sailor Moon’.
Ya en los dosmiles nacerían las revistas con segmentación de género o edad. Jump Square, de 2007, hogar de series como 'Bleach' y 'My Hero Academia', para adolescentes. O Weekly Young Jump, más centrada en la demografía adulta. Y lo mismo puede decirse de Monthly Girls' Nozaki-kun, focalizada en mangas shoujo etiquetados habitualmente "para chicas".
Planeta Manga se reitera en una máxima: conforma una comunidad en torno a los autores y autoras. Son jóvenes, tienen ganas de medrar, utilizan un tono muy cercano —sientes casi como si te invitaran a sus estudios de trabajo de los distintos ilustradores y guionistas—. Te tutean, te hacen sentir parte de algo. Y, lo mejor de todo, aceptan todo tipo de demografía. En sus páginas, como ya hemos dejado ver, hay de todo, desde historias de mechas hasta yaoi o yuri, no falta un buen seinen, igual que tampoco falta algo de kodomo, de spokon (acordémonos de ‘Wing’, de Shensiro) y el típico isekai que siempre refresca la mente.
Y es muy bonito verla cumplir cinco años, ver que una idea lanzada al aire en algún despacho se ha convertido en la escuela, la cantera y el hogar de tanto talento que ya viaja por el mundo —que se lo digan a Blanca Mira, autora de ‘Reflejos del futuro’ —, o que hacen carrera en los mercados francés (Kenny Ruiz) o incluso el chino.
El nuevo número también trae el estreno de ‘ERROR 077’, un retelling de ‘La Bella y a Bestia’ creado por Andrea Osca y Lulucyy, Gemrine llega por todo lo alto con el romantasy ‘Haven Eyes’, Drawill aterriza con su gran retorno, ‘ATEN’, un shonen ambientado en Egipto. Y, entre todos, destaca también ‘Maldito’, el próximo pelotazo de Santi Casas con templarios, mazmorras, esqueletos y folklore del medievo español, con una estética muy Castlevania.
Casas, autor de la magnífica ‘Rondallas’, es también el responsable de domar el indomable Pigüi, quien ya se ha convertido por derecho propio en la mascota oficial de Planeta Manga. Y una curiosidad: la última portada, donde Pigüi era dueño y señor del número, nació como un guiño a la portada de ‘Alter Ego’, de Ana C. Sánchez.
Y esta es otra de las fortalezas de la revista: los autores se lanzan "recados" entre ellos. Una comunidad que no para de crecer y fortalecerse, que colabora por hacer real algo que los lectores de los 90, los que pasábamos las horas muertas pasando páginas de Ranma ½ o similares, ni podíamos imaginar. Manga Made in Spain.
Imágenes | Planeta Manga
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