Los fans de ‘The Witcher’, ‘Vikings’ y ‘Juego de Tronos’ por fin tenemos entre manos otra de esas sagas para devorar: Planeta de Libros acaba de traer a España ‘La sombra de los dioses’ de John Gwynne, primera novela de una trilogía de fantasía épica inspirada en las Eddas y la inabarcable mitología vikinga.
Y no es difícil caer en la pregunta de rigor: ¿en serio, otro libro sobre “lo vikingo”? Sí, pero no uno cualquiera. Para quienes amamos la mitología nórdica, esta es una de las noticias del año. Aquí no hay actores con barbas perfectamente perfiladas ni actrices con el eyeliner bien marcado, sino el pulso de uno de los narradores más sólidos de la actualidad. La gran mayoría de lectores habituales ya lo consideran el cénit de su bibliografía y suena como favorita en un buen puñado de colecciones.
La verdad es que este es el libro que John Gwynne lleva toda su vida queriendo escribir. Su saga ‘Banished Lands’, siete libros en ocho años, atrajo la atención de los fans de George RR Martin. Pero es que este autor británico —nacido en Singapur— dedica en Eastbourne gran parte de su tiempo a recrear escenas vikingas y a restaurar muebles antiguos. Es, de hecho, alguien que convive con el pasado, sumergido de lleno en sus lecciones. Los mitos, no en vano, nacieron para entender dicho pasado.
Tras ‘Fieles y Caídos’ y ‘De sangre y hueso’ llega el turno de ‘The Bloodsworn Saga’, traducida en nuestro país como Los Hermanos Sangre, una trilogía que arranca con ‘La Sombra de los Dioses’, una de esas obras que te sumergen desde el principio, escritas con el corazón y una gran pasión por el material original. No faltan ni valquirias ni trolls, hay arañas de hielo, dragones y algo de hechicería arcana fruto de la sangre derramada por los mismísimos dioses caídos en el Ragnarok.
El poder del folclore escandinavo
Qué tendrá la mitología nórdica que, generación tras generación, sigue atrayendo a miles. Las primeras cacerías, poemas grabados en runas, el influjo de ritos paganos, conquistas, hidromiel, águilas de sangre y clanes de hermanos enfrentados durante generaciones. Algo tiene esa estética visual, filosofía y literatura que rodea el mito vikingo para vivir un periodo tan dulce. Tal vez sea por ese retorno a los orígenes, a una cosmogonía más simplista, a una moralidad o lealtad más inflexible, pero también más honesta.
Pero está claro que nos magnetiza, nos abruma de formas que casi ni podemos explicar. En lo visual este apogeo vive una especie de retorno continuo: a ‘Vikings’ su spinoff ‘Valhalla’; a 'Juego de Tronos' su spinoff 'La casa del Dragón'. Y, entre medias, ‘Bárbaros’, 'The Last Kingdom', 'Britannia', o incluso el inminente ‘God of War: Ragnarok’, uno de los juegos más esperados de PlayStation. Y tampoco nos olvidemos de Geralt of Rivia.
Toda una generación hemos aprendido a diferenciar el hafskip del knarr, a pronunciar correctamente skol y, otros tantos, a leer las Eddas, los grandes poemas épicos que lo inspiran todo, la base conceptual en forma de diario pseudohistórico que resume cientos de dinastías y expansiones que siempre remiten a un mismo origen: el árbol Yggdrasil, en el centro del mundo, aguardando firme hasta que Odín convoque a sus valquirias para la batalla final.
La edad del cambio
Y justo en mitad de todo brota, sin hacer apenas ruido, ‘La sombra de los dioses’. De hecho, su arranque inicial no podría ser más canónico y humilde. Absolutamente in media res, con adjetivos precisos y un ritmo enérgico, comienza una novela que, como las grandes sagas, cubre un amplio periodo de varias décadas. Todo parte de una simple cacería, que sirve tanto para templar la narración como para que el joven Breca mida sus fuerzas y demuestre su valía, que ya está preparada para enfrentar las hostilidades del mundo.
Pero las cosas se tuercen: un lobo que ni siquiera es eso, que emana una luz oscura y un hedor pestilente, ahuyenta a la presa. Y, como augura, al seguir su rastro pronto descubre un reguero de muerte, de vísceras y pérdidas cercanas. Lo llaman la Edad de la Paz, pero los dioses nunca lo están.
Un comienzo salpicado de mitos, en los que Orka y Thorkel, en los roles de madre y padre, citan constantemente hábitos y costumbres propios o se intercala de forma natural el relato de la serpiente Snaka. Como pronto se intercala el desembarco de los temidos Hermanos de Sangre por los ojos de Varg, alguien que busca venganza y se topa con los verdaderos protagonistas de esta odisea, el auténtico músculo que marca el devenir de los acontecimientos, como en su día lo fueron las batallas entre los hijos de Odín.
La Sombra de los Dioses’ es su propio manual para leer las grandes piezas de la mitología nórdica y las sagas islandesas
Un detalle clave: todo esto sucede apenas dos siglos después de la gran batalla en el Vigrið, la tierra donde los Aesir lucharon hasta la destrucción total. De hecho, la novela sirve de puente entre la gran guerra y el renacimiento. Elvar, Varg y Orka son las tres miradas sobre las que pivota esta historia. Un recuento realmente bajo para un libro coral, pero una decisión audaz para mantener el vuelo bajo, la mirada atenta en los roles principales.
Tampoco se echa en falta. Quizá la obra con la que comparte un mayor fondo estilístico y temático sea Beowulf, el poema épico británico. Un tono serio y maduro en el que transcienden sus personajes, con especial atención por Orka, alguien que ya mismo merece su propio lugar en el panteón de los mejores, como la gran Lagertha, el noble Ragnar o el desquiciado Ivar.
En todo caso, la obra no teme en ningún momento lanzar datos específicos, siempre sabe cómo colarte una pieza de ornamentación fantástica sin entorpecer la línea maestra. De alguna forma, ‘La Sombra de los Dioses’ es su propio manual para leer las grandes piezas de la mitología nórdica y las sagas islandesas, los archivos históricos de contemporáneos como Neil Price o Vegard Vike, ambos historiadores centrados en artesanía y vida nórdica.
La ambientación es imprescindible para entender las sensaciones, pasiones y evocaciones de un mundo pretérito movido por la superstición y el deseo
Porque si algo han demostrado maestros como Nicolas Winding Refn en la preciosista película ‘Valhalla Rising’, o el periplo de paz del rey Alfredo el Grande relatado por Bernard Cornwell en su saga 'El Último Reino', es que la forma es tan importante como el fondo, que la ambientación es imprescindible para entender las sensaciones, pasiones y evocaciones de un mundo pretérito movido por la superstición y el deseo.
Más aún, ‘La sombra de los Dioses’ en libro que apetece escuchar con Wardruna de fondo, con una playlist de ese folk monocorde que usaban los escaldos para registrar los acontecimientos más relevantes del mundo antiguo —o con la banda sonora de ‘Assassin’s Creed Valhalla’—. Es una de esas obras que te atrapan por su riqueza, por una sintaxis muy directa pero una capacidad apabullante para generar escenas, donde casi puedes oler la humedad que emana la niebla de los bosques o el arrullo de un arroyo deshelando.
Con una portada que cita a Níðhöggr, el dragón que duerme bajo las ramas del Yggdrasil, ‘La Sombra de los Dioses’ habla de cómo sus hijos, nosotros, andamos nuestro propio camino para tropezar sobre los mismos errores. Al fin y al cabo, si hijos de dioses somos, en nuestras propias manos está trascender, un mérito por derecho propio que ni los dioses poseen ni pueden arrebatarnos.
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