Ficción especulativa. Si pensamos en fantasía, es fácil traer a la mente algún clásico: ‘El señor de los anillos’. Igual si hablamos de terror; ‘Frankenstein’, ‘Drácula’, ‘It’... Pero, ¿ficción especulativa? Es sencillamente imposible mencionar a vuelapluma una obra maestra. La que nos ocupa hoy lo es.
‘Monstruos Ordinarios’ no es solo la novela más ambiciosa en la carrera literaria de J. M. Miro, es también una nueva forma de entender el género superheroico. Una obra que supera las 600 páginas y es solo el primer capítulo de una nueva epopeya ambientada, al menos durante los primeros compases, en la Norteamérica de 1874, cuando una joven, que huye de la justicia tras haber matado en defensa propia a su patrón, se topa con un extraño bebé que emana una pálida luz, al lado de su madre recién fallecida.
Quién es J. M. Miro
Una búsqueda rápida de J. M. Miro no arroja resultados consistentes. Cualquiera diría que es la voz de alguien que acaba de empezar, un debut pletórico de verborrea —hablamos de más de 600 páginas, al fin y al cabo—. Pero ya se sabe: en la literatura nada es lo que parece. El marco “victoriano”, de hecho, es una percha que solo dura unos cuantos episodios: esta novela avanza hasta la mismísima Primera Guerra Mundial.
El estilo de J. M. Miro evoca en algunos puntos al de Philip Pullman, una fiera literaria creador de la serie de novelas 'La materia oscura' (His Dark Materials). También a Tim Powers. En su forma de narrar con "fotos" precisas de los hechos, ‘Monstruos ordinarios’ es densa como la París de finales del XIX, cuando alcanzó los dos millones de habitantes —siglo y medio después la ciudad conserva casi los mismos habitantes—.
El estilo de J. M. Miro evoca en algunos puntos al de Philip Pullman y Tim Powers
Por cierto, ya va siendo hora de revelar el primer misterio: Miro es un pseudónimo de Steven Price, un consolidado autor canadiense. Su obra de poesía ‘Anatomy of Keys’ ha ganado, entre otros, el Gerald Lampert, además de ser nominado en varias listas a Libro del año. Otras de sus obras son ‘Into that Darkness’ (2011), un thriller que nada tiene que ver con la premiada película del mismo año.
Pero, sin duda, la obra que le ha llevado a un nuevo estatus y que inicia su fuerte vínculo con la literatura victoriana es ‘By Gaslight’, nominada al Premio Giller en 2016, traducida a varios idiomas y nacida de un relato familiar: el bisabuelo de Steven ya tuvo que huir, perseguido por la Ley, de Londres hasta una isla en el sur de Vancouver, donde se estableció como cerrajero y fundaría, a la postre, la empresa de seguridad más vetusta del país.
Parece que este perpetuum mobile le viene de lejos. Sin embargo, el Steven Price actual reside en Colwood, una de las siete comunidades de West Shore, en una línea que él mismo define así: “vive y escribe en el Pacífico Norte”.
Un hogar entre el caos y la calma absoluta en el que convive con sus dos hijos y con la también novelista Esi Edugyan. Desde entonces ha impartido clases de poesía, ha formado parte de importantes comités y jurados y ha dado forma a esta obra maestra de 600 páginas que es ‘Monstruos Ordinarios’, primera parte de su saga ‘Los Talentos’.
Huérfanos y dones: el talento de unos pocos
Habitualmente llamamos "ficción especulativa" a todo ese cajón de sastre donde encaja la ciencia ficción weird, las utopías más apocalípticas y terroríficas o esa mezcla irreverente de ficción histórica con fantasía, tan poco cultivada y maltratada. ‘Monstruos Ordinarios’ picotea en todas las casillas. Utiliza un marco histórico fidedigno, pero arropa el vapor punk, construye escenas de un terror casi gore y sobrevuela la fantasía de hadas y magia arcana.
‘Monstruos Ordinarios’ es un viaje donde nada sobra y nada, bajo esa filosofía de ir depurando con bisturí hasta que cada oración viste su forma final. Una obra sin protagonista ni un marco único, sino que viaja desde finales del siglo XIX a un pasado remoto. Y, pese a tanto cambio de localización, hay un tejido conectivo de personajes que define la forma y el estilo. Tampoco hay héroes ni villanos, sino personas heridas, niños huérfanos y la esperanza por seguir hacia adelante. Porque eso se supone que es lo que hacemos, ¿no?
Todas estas habilidades "antinaturales" fueron presagiadas. Y si bien alguien sabe cómo encontrarlos —la agente Alice Quicke, quien los protege pero se guarda demasiada información por conveniencia—, el destino al que están abocados les pertenece exclusivamente a ellos. Y tendrán que llegar hasta el mismísimo inframundo.
Para intentar explicar semejante castillo hay quien ha comparado ‘Monstruos Ordinarios’ con ‘The Umbrella Academy’, en el concepto familiar, o ‘The Nevers’, en la ambientación. Pero nada más lejos. Se aprecia la influencia casi gótico de 'The Night Circus', pero aquí hay mucho más. Mucho de las lecturas juveniles de Miro: Robert Jordan, Terry Brooks, Ursula K Le Guin, etc. Y si hay una ficción similar a esta obra sería la trilogía compuesta por ‘Unbreakable’ (2000), ‘Split’ (2016) y ‘Glass’ (2019), esas películas con las que M. Night Shyamalan demostró que otra forma de héroe es posible.
Una liga de personas extraordinarias en mitad de la catástrofe. Y solo ellos pueden evitarla.
Una lectura imprescindible sobre el final de una era que evoca por igual al ‘From Hell’ de Alan Moore e incluso a los X-Men, bajo la mirada de un historicista obseso por los detalles. En este mundo de palizas, machismo rampante, insalubridad y precariedad laboral, un grupo de personas muy especiales termina conformando su propia familia. Una familia, como todas, un tanto disfuncional: gente de la calle, del circo americano junto a la élite tokiota. Qué remedio.
Ellos son los Talentos, jóvenes y no tan jóvenes con habilidades especiales que pueden ser usadas para hacer el bien o el mal. Pero no depende solo de ellos. Komako, la niña “bruja”, Ribs, la “invisible”, Malowe, la luz azul, Charlie, sin una sola cicatriz y el resto tendrán que unir fuerzas para sobrevivir. Una liga de personas extraordinarias en mitad de la catástrofe. Y solo ellos pueden evitarla.
El nacimiento de un nuevo clásico
Usamos epítetos cómodos porque es difícil definir esta obra sin reventar parte de la trama. Sería fácil poner sobre este espacio unos cuantos párrafos describiendo episodios. Pero lo que ha de quedar claro es que bajo sus páginas se esconde un dragón dormido —hasta un final apoteósico que, madre mía, da auténtico vértigo—, una torre que crece y crece y que se erige ladrillo sobre ladrillo.
Casi parece un acto de humildad, porque uno no se imagina que al abrir la novela firma un pacto para viajar más que con un bono de transporte. Haelan, orsine, drughr, liche, keywrasse... cuando tengas claro lo que realmente significan todas estas palabras entenderás la dimensión de este viaje.
‘Monstruos Ordinarios’ podría ser el regalo perfecto para quienes ya han leído muchas de las grandes sagas
No nos cabe duda, ‘Monstruos Ordinarios’ podría ser el regalo perfecto para quienes ya han leído muchas de las grandes sagas y andan buscando algo nuevo y especial. Y pese a su volumen y dimensión, también es la opción lógica para iniciarse en el género. Así de accesible es su escritura.
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