Decía Tim Nordwind, bajista de la banda OK GO, en una entrevista que «la música siempre se ha beneficiado de cualquier tipo de tecnología». ¿Y quiénes son OK GO? Pues una banda que hace videoclips tan buenos que logran ponerse por delante de su música. Estos se transforman en monstruos virales con millones de visitas en un par de días. Cada clip de la banda es un evento multitudinario, un acontecimiento social.
Drones, colchonetas, cámaras GoPro, arneses, efectos ópticos y hasta una maldita máquina de Rube Goldberg de escala industrial. El idilio que mantiene OK GO entre tecnología y música viene de lejos. Echa un vistazo.
Los comienzos analógicos: la mesa de ping pong
El cuarteto de Chicago no empezó alquilando aeronaves de 92 toneladas. En 2002 lanzaron su clip de ‘Get Over It’ y en él ya jugaban con un montaje interesante, mezclando planos detalle a través de zooms rápidos. Pero la clave está en esta pequeña tontería:
Para hacer coincidir la música con los golpes de las palas se ralentizó el vídeo durante el montaje. Un viejo recurso acústico que funciona a la perfección para incidir en el ritmo.
Clonando bailarinas: 12 por el precio de 1
La técnica del twinning —multiplicar la presencia del mismo actor o actriz en pantalla— es un recurso casi tan viejo como el cine mismo.
Georges Méliès la utilizó para interpretar distintos papeles, en Un homme de têtes (1898), o L’ homme orchestre (1900).
Si has visto la serie Orphan Black te habrás dado cuenta. Usan decenas de técnicas: dobles a los que se les cambia la cara mediante CGI (imágenes generadas por ordenador), motion control, grabar la misma escena desde un dolly (plataforma hidráulica para grabar en movimiento), donde una cámara lleva un ligero retraso respecto a otra…
En 'Don’t Ask Me' —clip que OK GO lanzó en 2002—, el director Barnaby Roper despliega varios recursos: por un lado multiplica a una bailarina, cuidando la simetría vertical y horizontal y, por otro, juega con el uso de fragmentos coloreados sobre fotografía monocromo.
Aprovechando las posibilidades del croma (pantalla verde), Roper mete y saca elementos del escenario —como a los propios músicos— jugando con la doble pantalla, un recurso popularizado por Lois Weber en 1913 y que OK GO volverá a usar en 'Invincible' —sencillo publicado en 2005—.
Dibujando al vuelo
La rotoscopia es una forma de animación. Los hermanos Max y Dave Fleischer la utilizaron para dotar de movimientos más fluidos y realistas a sus modelos. El propio Dave fue el primer personaje rotoscopiado de la historia, caracterizado como “Koko el payaso”. Pero para dibujar sobre modelos reales primero hay que grabarlos.
‘You're So Damn Hot’ es el segundo videoclip de la banda con tratamiento digital y post-procesado. El director Scott Keiner trabajó con material de archivo recopilado durante 2002-2003 y transformó a OK GO en sus propias versiones cartoon.
Practicando en el patio
'A Million Ways' —su nombre completo sería 'A million ways to be cruel', lanzado en 2005— se convirtió en un éxito demencial gracias a un par de puntos clave. En primer lugar, la inmediatez: un plano fijo —sin cambiar de encuadre— graba a la banda haciendo algo que podría ser una improvisación. De eso nada. El segundo punto se llama Patricia Kulash, más conocida como Trish Sie, hermana del cantante y responsable de buena parte del éxito de la banda.
Ella es la responsable de esa coreografía tan molona y bien ejecutada, tras mucho ensayo. La gracia está en su aparente sencillez. El vídeo no iba a ser el clip oficial, pero mientras la editora presionaba para tomar una decisión ellos, bueno… mandaron eso. Y tres millones y medio de personas lo han visto.
La cinta de correr de mi hermana
Para ‘Here does again’ la banda dio un salto en cuanto a complejidad. Mismo montaje: plano fijo, sin cortes, coreografía en directo. Pero ahora contaban con elementos electromecánicos y leyes físicas.
Lanzado en julio de 2006, este vídeo de casi 33 millones de visitas y, de nuevo, bajo la batuta de Trish Sie, es un extenuante ejercicio de sincronización. No en vano pasaron una semana ensayando en los Alvin Ailey Estudios de Manhattan.
8 cintas de correr con el ajuste de inclinación al 0 y la velocidad al mínimo logran ese mágico efecto de casi patinar sobre el suelo. El resto es pura y dura gimnasia.
La banda llevó esta disciplina hasta el extremo con ‘White Knuckles’ (2010): ayudados por 12 entrenadores, 12 perros, una cabra, dos motores y dos operadores de cámara, transformaron la coreografía in situ en un arte propio. Prueba a hacer lo mismo.
Cantando en tiempo bala
Os contaré una cosa. Michael Gondry es conocido como padre del tiempo bala gracias al videoclip ‘Like a Rolling Stone’ (1995). Aunque no era el primero sí perfeccionó este recurso de montar planos secuencia a partir de disparos fijos separados por unas décimas de segundo. De esta forma se crea cierta sensación espacial de tridimensionalidad.
Esta idea le gustó a su hermano, Olivier Gondry, quien decidió utilizarla para ‘Do What you Want’ (2005). Distribuyó 28 cámaras por un pequeño escenario y logró ese frenetismo y movimiento de fiesta privada. Damian, el cantante, no quedó muy contento con el resultado y decidió dirigir su propia versión, justo en el punto donde la banda viraba del punk rock al power pop. En ese particular se utilizó la técnica del camuflaje a partir de un patrón de papel tapiz.
Psicodelia en alta definición
Basándose en las técnicas de fotografía del pintor Thomas Eakins para Study in Human Motion, Tim Nackashi pensó que, utilizando un croma (pantalla verde), cortando y apilando cada fotograma filmado sobre el anterior, crearía un curioso efecto psicodélico, similar a esos caleidoscopios de los videoclips setenteros donde se podía procesar la imagen en tiempo real. Tomando cientos de fotografías de cada escena y procesándolas, logró este resultado:
Reaccionando en cadena
Para ‘This Too Shall Pass’ —2010, del disco 'Of the blue colour of the sky'— había que dar un paso adelante. Si bien la versión oficial del vídeo logró ser todo un éxito, con su revisión estallaron los marcadores y sumaron 54 millones de reproducciones. El clip se fundamenta en la máquina de Rube Goldberg.
Rube Goldberg fue un prestigioso autor, caricaturista y guionista que diseñó estas máquinas con humor afilado, para hacer intricado lo sencillo. Alrededor de 1930 se acuñó el térmico «máquina de Rube», para denotar ese tipo de escena compleja, donde se da un efecto mariposa, mediante artefactos retorcidos creados más para sorprender que para resultar funcionales.
En apenas 3 tomas —porque era logísticamente inviable hacerlo en un único plano secuencia— se recogen los casi 4 minutos donde unos 60 dispositivos se disparan en tiempo real creados por hasta 30 personas, se vierte agua, se pintan superficies y revienta mobiliario, muy del gusto de la banda. Una proeza de la sincronización donde hasta el audio está ajustado.
18 horas de vídeo, 24 velas y una oca
Con ‘End Love’ (2010), OK GO fusionaría varias técnicas para lograr un efecto bastante mágico. Una de las claves está en la planificación de la iluminación ambiental.
La banda pasó casi un día entero en el Echo Park de Los Ángeles mientras una toma continua grababa la coreografía. La técnica usada es de sobra conocida: el timelapse se utiliza para mostrar de manera acelerada sucesos lentos para el ojo humano. El efecto stop-motion se reforzó gracias al público, simples fans invitados al rodaje. Y ojo a Bill, una oca que los siguió durante toda la grabación.
OK GO seguiría explorando el stop-motion con ‘Last Leaf’ (2010) una historia narrada a través de 2.430 rebanadas de pan tostado, dibujadas mediante láser y filmadas con una cámara Samsung NX100 IFN, a 15 fotogramas por segundo.
Ventanas fractales y danza 3D
OK GO es una banda que coquetea entre lo analógico y lo digital, lo enrevesadamente tecnológico y la mera realidad sucediendo frente a nuestros ojos. Con ‘All Is Not Lost’ (2010) recurrieron de nuevo a las coreografías de Trish Sie y el colectivo Pilobolus.
Para este videoclip se creó su propia plataforma web y hasta se alcanzó un acuerdo con Nintendo para ser visto a través de su 3DS —gracias a su natural efecto 3D—. El vídeo se divide en 48 pantallas individuales. Dichas pantallas son simple plexiglás transparente filmadas desde abajo. La coreografía requirió un ejercicio de sincronización mastodóntico.
El coche musical
Partiendo de la premisa del reloj musical, presuntamente inventado por Nicholas Vallin en 1598, la banda se metió dentro de un Chevrolet y tocó desde el interior y exterior más de 1000 instrumentos.
El clip de ‘Needing/Getting’ (2010) es una locura lo mires como lo mires.
El vídeo se grabó por fragmentos durante 4 días, a través de casi 3 kilómetros y medio.
Damian Kulash dio unas clases extra de conducción, ya que debía regular la velocidad en todo momento a unos 64 kilómetros por hora, mientras el resto del equipo afinaba casi 100 guitarras y 58 pianos, los amplificaba, para después incorporar el audio a la mezcla. Una mezcla con un total de 189 pistas.
El vehículo fue recreado en 3D dentro de una simulación del circuito antes de soldar todas las ballestas y herrajes al coche. Una locura millonaria —aunque casi todo era chatarra, instrumentos de segunda mano y regalos de tiendas— que dejó el listón bien alto.
Un parking con 2.500 paraguas
Nos saltamos los caprichos de ‘The Writing on the Wall’ —del disco Hungry Ghosts, 2014— y todos esos ejercicios de corrección de plano para centrarnos en ‘I Won’t Let You Down’, un plano secuencia demencial que empieza filmando a la banda coqueteando con monociclos Honda UNI-CUB y acaba a 720 metros de altura. Sí, tuvieron que aprender a usar las motos.
Más de 2.300 bailarines de la escuela de danza de Japón ejecutaban la compleja coreografía mientras un dron multirrotor Octocopter equipado con 2 cámaras, vía control remoto, graba toda la composición. Todo el vídeo está acelerado al doble de velocidad para ajustar el timing. Hacia el final podemos ver cómo cada paraguas imita ser un led como una marquesina digital.
Un despliegue estratosférico
Cómo empieza una banda de rock a documentar sus fechorías por mero capricho y acaba metida en un Ilyushin IL-76 MDK —un tipo de carguero militar convertido en avión comercial—, concretamente el modelo TD, mientras éste traza parábolas, es algo difícil de explicar. Pero es la razón del éxito de OK GO. Más grande, más alto, más fuerte.
Para filmar el clip de Upside Down & Inside Out (2014) se necesitó algo más que planificación de escena: hacía falta un ejercicio de ingeniería.
El efecto de gravedad cero se logró gracias al vuelo parabólico: el avión asciende hasta los 30.000 pies a 45 grados, después se coloca en posición neutral, y después crea un efecto caída libre a -30 grados, hasta los 15.000 pies, para estabilizarse. El efecto se puede mantener un máximo seguro de 27 segundos. Así que para la realización del vídeo se tuvo que ejecutar esta maniobra 5 veces.
Mientras tanto, el equipo vomitaba y sudaba y maldecía por haberse metido en uno de los videoclips más caros de la historia. Aún así, tras un mes de planificación, el vídeo fue grabado en una sola toma. Mientras, los miembros de la banda se esforzaban por explotar globos de pintura —con uñas artificales— al ritmo de un playback retardado en un 28,5%.
Un detalle: en este caso no hay plano secuencia. Aunque el vídeo fue grabado en una sola toma de 45 minutos, sí se dan varios cortes en todos los periodos donde el efecto de ingravidez se pierde.
¿Truco o magia?
En el vídeo de cabecera, Damian Kulash & Tim Nordwind explican que el encanto de sus vídeos está en que todo es real, en esos pequeños errores, evitando cualquier forma de CG (imagen digital) o dobles de acción. «Lo que hacemos es real y la gente lo aprecia».
Pero esto se presta a una doble lectura: en todo momento, la banda está rodeada de tecnología, postprocesado, coloreado de escenas, cámaras sobre raíles y demás elementos mecánicos.
¿Hubiese sido posible ese éxito sin tecnología?
Desde un “plop” en slow motion de una pelota de ping pong hasta acabar surcando el cielo ruso: la verdadera virtud de estos videoclips radica en el buen uso de las dos partes, el ejercicio humano y el tecnológico. Y vaya, hacer el gamberro por el placer de poder hacerlo.