El itinerario que ha moldeado IBM en el ámbito de la computación cuántica es muy ambicioso. Extraordinariamente ambicioso. El año pasado en esta misma fecha presentó Eagle, su procesador cuántico de 127 cúbits, pero este chip no llegó solo; aterrizó con la promesa de que un año después tendríamos un procesador cuántico de 433 cúbits. Y aquí está.
Hace apenas diez días os contamos que esta compañía ha presentado Osprey, y es, sin lugar a dudas, el chip cuántico más avanzado que existe ahora mismo. Ha llegado puntual a su cita, al igual que Eagle el año pasado, lo que nos invita a aceptar que posiblemente la siguiente parada de IBM en su itinerario también está bien atada. Y son palabras mayores.
Condor, el procesador cuántico que presumiblemente tendrá preparado por estas fechas en 2023, integrará nada menos que 1.121 cúbits. Son muchos si comparamos esta cifra con la complejidad de los chips cuánticos actuales, pero pocos si mantenemos nuestra mirada fija en el número de cúbits que es necesario poner a punto para implementar la tan ansiada corrección de errores.
Tener un millón de cúbits antes de 2030 ya no es una ambición descabellada
Todavía no está del todo claro cuántos cúbits necesitamos para implementar un sistema de corrección de errores fiable que nos garantice que los resultados que nos entregan los ordenadores cuánticos son correctos. Durante la conversación que mantuvimos con Ignacio Cirac a mediados del año pasado este reputadísimo científico, considerado unánimemente uno de los padres fundacionales de la computación cuántica, nos dio algunas pistas muy interesantes:
El número de cúbits dependerá del tipo de problemas que queramos resolver con los ordenadores cuánticos. Para abordar problemas simbólicos necesitaremos tener varios millones de cúbits. Probablemente, incluso, cientos de millones de cúbits. En estos momentos estamos hablando de cien cúbits, por lo que queda un camino largo por recorrer. Hay gente que dice que con 100.000 cúbits tal vez se pueda resolver algún problema específico, pero realmente hacen falta muchísimos cúbits.
Ignacio Cirac es un investigador muy cauto, por lo que podemos recoger sus palabras con la certeza de que no está siendo excesivamente optimista o benevolente. La cantidad de cúbits que estima necesaria para implementar la corrección de errores es enorme, pero, como hemos visto, el itinerario de IBM es muy ambicioso. Y esta compañía nos está demostrando que su tecnología tiene una capacidad de escalado extraordinariamente prometedora.
De hecho, recientemente ha actualizado su roadmap para anticiparnos con precisión cómo serán sus procesadores cuánticos más allá de 2023. En 2024 llegará Flamingo, con al menos 1.386 cúbits; en 2025, Kookaburra, con no menos de 4.158 cúbits, y a partir de ese momento la interconexión de varios de estos chips permitirá a IBM escalar su hardware cuántico en el rango que se extiende entre los 10.000 y los 100.000 cúbits. Cuando llegue este hito esta compañía estará coqueteando con las cifras que vaticina Cirac.
Si nos fijamos bien en el itinerario que podemos ver en la imagen que publicamos encima de estas líneas comprobaremos que IBM prevé disponer de la capacidad de corregir errores a partir de 2026. No tiene por qué necesariamente llegar ese mismo año, pero de su promesa se desprende que posiblemente esa barrerá caerá antes de que finalice esta década.
Y si finalmente la corrección de errores llega a buen puerto los prototipos de ordenadores cuánticos que tenemos actualmente dejarán atrás su condición de prototipos y nos permitirán afrontar problemas realmente significativos.
Curiosamente, IBM no es la única empresa que tiene en el punto de mira poner a punto ordenadores cuánticos dotados de la capacidad de enmendar sus propios errores. La compañía canadiense Xanadu Quantum Technologies, que este año ha logrado alcanzar la supremacía cuántica con su procesador fotónico Borealis, prevé tener listo antes de que acabe esta década un ordenador cuántico de un millón de cúbits capaz de corregir sus propios errores.
De una cosa podemos estar seguros: durante lo que queda de década vamos a ser testigos de hitos muy importantes en el ámbito de la computación cuántica. Podemos ir frotándonos las manos.
Imagen de portada: IBM
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