Todo es absolutamente prometedor en los nuevos Mac de Apple con su chip M1. La promesa en cuanto a rendimiento y eficiencia parece haberse cumplido según los primeros análisis independientes, pero no todo es perfecto en esta nueva generación.
Y no lo es precisamente porque se trata de un salto generacional drástico, uno que puede generar y genera conflictos y que hará que sea necesario un periodo de adaptación para todos: desde los desarrolladores a los usuarios. Para los que están pensando si apostar ya por estos equipos o esperar un poco a que la situación se asiente (o a nuevos modelos aún más potentes y llamativos), tenemos algunos argumentos que pueden hacer la espera más razonable.
Diseños más ambiciosos (y con más conectividad)
Una de las quejas más extendidas respecto a los nuevos Mac es que no parecen nuevos. Apple ha utilizado el mismo chasis de los MacBook Air, MacBook Pro y Mac mini y simplemente ha integrado en ellos las nuevas placas base y componentes de estos equipos, pero no ha aprovechado para renovar su diseño.
Es algo extraño teniendo en cuenta que Apple suele aprovechar estas oportunidades para dejar claro que cualquier salto de este tipo se nota por dentro pero también por fuera. No ha sido así en estos primeros Mac con el chip M1, y eso deja la puerta abierta a cambios de todo tipo en futuros MacBook, iMac o Mac Pro.
No solo eso: la conectividad es probablemente una de las pocas asignaturas pendientes a nivel hardware de estos nuevos equipos de Apple, que siguen apostando por el puerto USB-C como única forma de expandir sus opciones, pero que además solo ofrecen dos puertos como máximo. Eso puede ser suficiente para muchos usuarios, pero desde luego da poco margen de maniobra para los más ambiciosos en este caso, aunque los hubs y los dongles puedan venir al rescate.
Estos primeros modelos hacen otros sacrificios frente a competidores basados en Windows que en ciertos casos tienen por ejemplo pantallas con mayor resolución, conectividad 5G, más puertos de expansión aparte de USB-C (mucho me temo que eso no lo veremos en los Mac) o esos paneles táctiles en equipos convertibles que, insistimos, algunos vaticinan para ciertos modelos del Mac. Quién sabe.
Es de esperar que los futuros Mac que lleguen a partir de ahora aprovechen para dar alguna que otra sorpresa en su diseño —el iMac es uno de los que podrían ver una transformación notable—, pero también en nuevas opciones de conectividad y de expansión para unos equipos que a buen seguro acabarán diferenciándose también en este apartado.
Las transiciones tardan, sobre todo por culpa del software
Un salto generacional como este no es moco de pavo, y Apple lo sabe bien. Sus propios directivos ya avisaron de que esperan que la transición entre los Mac Intel y los Mac M1 se complete en un plazo aproximado de dos años.
Ese es el tiempo que se dan en Cupertino para que tanto ellos como usuarios y desarrolladores completen ese proceso de adaptación que hará que tengamos un hardware y un software totalmente funcionales.
Apple ha puesto ya muchos elementos para facilitar esa transición y acelerarla, mientras que ha dejado otras áreas como el soporte nativo de Windows en manos de Microsoft. Sus aplicaciones nativas se benefician totalmente de la nueva arquitectura, pero incluso aplicaciones "legacy" de los Mac con micros Intel se ejecutan en muchos casos sin problemas gracias a Rosetta 2.
Otras, por supuesto, dan problemas, y también aquí hay trabajo por hacer. En Forbes apuntaban recientemente a diversas aplicaciones que son incompatibles con Rosetta 2 o que tienen problemas para funcionar con esta capa de emulación, y ciertamente esta primera generación de usuarios serán en cierto modo "conejillos de indias" que permitan detectar esos problemas para que los desarrolladores los corrijan.
Algunos apuestan a que la limitada compatibilidad con apps y juegos de iOS incluso podría apuntar a futuros Mac con pantalla táctil. Sea o no eso cierto, todo esto forma parte de esa transición que sin duda llevará algún tiempo y que en el software es especialmente clave: no todos los desarrolladores se adaptan igual de rápido al nuevo ecosistema, y eso hará que algunas aplicaciones o juegos tarden en estar preparados para funcionar de forma nativa en los chips M1.
Esa es razón suficiente para no tener excesiva prisa y esperar precisamente a que el software, tanto en lo que respecta al sistema operativo como a las aplicaciones y juegos, esté más maduro.
Todo lo que venga después será mejor
Muchos de los análisis independientes que hemos visto en los últimos días dejan claro que el rendimiento de estos Mac con los chips M1 es realmente fantástico, y en muchos casos supera tanto a los Mac actuales y pasados como a equipos Windows portátiles e incluso PCs de última generación en algunos benchmarks.
Esos resultados dejan claro que la propuesta de Apple con el M1 es realmente solvente, pero es que ya lo dijo alguien hace poco: todo lo que venga después va a ser mejor. El chip M1 es tan solo la primera iteración de una familia que es realmente prometedora y en la que Apple tiene mucho margen de maniobra.
De hecho por el momento nos encontramos con un procesador con cuatro núcleos potentes y cuatro más eficientes, pero es posible que futuros chips de Apple hagan uso de otras combinaciones de núcleos y además hagan uso de frecuencias de reloj, voltajes y consumos más elevados pero asumibles por equipos de futuro.
El argumento es ciertamente válido para casi cualquier otro producto tecnológico, pero es aún más razonable ante una primera generación de productos que da un salto tan radical respecto a lo que Apple había planteado hasta ahora en sus Mac. Este es por tanto otro buen argumento para esperar.
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