El debate sobre el libro electrónico, la “piratería” y el sector está que arde en España. La llegada de Kindle, el cambio de registro del resto del sector que entra en su segunda etapa, el hecho de que los dispositivos de lectura en tinta electrónica sigan creciendo en ventas y el mensaje cada vez más frecuente desde – más o menos desinformados – miembros de la industria cultural de que en internet queremos “todo gratis”, componen el cuadro.
Frente a todo esto hay una constante demanda desde publicaciones, comentarios, twits y casi cualquier vehículo de comunicación online acerca de la disponibilidad, el precio y la experiencia de usuario de las plataformas de ventas de libros electrónicos. Una vez que parece evidente el fracaso del planteamiento de Libranda, queda desmentir ese lugar común del “quiero todo gratis” ahora que empieza a haber iniciativas con sentido en España alrededor del libro electrónico.
Un algoritmo personal abierto a discusión
El aquí compartido es el algoritmo que uso de forma personal a la hora de comprar o no la edición electrónica de un libro. Se mezclan decisiones prácticas con posicionamientos éticos, asuntos que las más de la veces suelen ser malinterpretados: mi expectativa es que haya una versión digital para comprar (si no, estoy abierto a investigar si está en descarga gratuita en una página de enlaces o torrents), un precio razonablemente inferior al de tapa dura e inferior al de tapa blanca para libros de catálogo (mi barrera psicológica son los diez euros) y no estoy dispuesto a pasar por un proceso maquiavélico de múltilpes aprobaciones y descargas “made in Libranda”. Un retrato bastante diferente de lo caricatura malintencionada de los que acusan a los usuarios de internet con ser “los del todo gratis” mientras buscan legislaciones a favor de modelos “pre internet” para intentar evitar adaptar la industria al nuevo escenario.
Es por eso que quiero destacar que ahora, con el libro electrónico, compro más porque leo más. Con un cliente en el móvil y en el ordenador para seguir con la novela que estoy leyendo, todo sincronizado, es difícil sustraerse a la tentación a la que antes me exponía sólo cuando tenía el ejemplar físico a mi lado. La industria del libro haría bien en entender que hay una demanda deseando pagar, muy concienciada con colaborar con el autor y con facilitar que sigan haciéndose buenas obras. Todo ello sin olvidar que compiten con muchas otras fuentes de contenidos por la atención de sus clientes. Harían bien en ponérnoslo fácil, investigar la transformación que necesitan realizar y entender que para muchos no hay vuelta atrás. Somos los lectores de siempre que, como un servidor después de leer “Los detectives salvajes” en un libro electrónico, hemos entendido que en la conversión a digital no se había perdido ni el misterio ni el valor de la buena literatura.
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Antonio Ortiz es cofundador de WeblogsSL, la empresa que hace Xataka y en la que ejerce el cargo de director de Estrategia Online. Escribe habitualmente en su blog Error500 sobre internet y tecnología. Está en Twitter y en Google Plus
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