Sabemos bien que la vida encuentra formas insospechadas de abrirse camino. A veces a costa de la paciencia de los científicos que intentan mantener inertes algunos entornos para su análisis. Es lo que pasó con las muestras tomadas hace unos años del asteroide Ryugu.
Muestras contaminadas. Un análisis de una muestra de roca procedente del asteroide Ryugu ha revelado muestras de vida de origen terrestre. Esto es, que pese a las medidas de precaución tomadas para evitar la contaminación biológica de la muestra, algunos microorganismos lograron “colarse” en esta.
La muestra A0180. La muestra en contaminada tiene el código A0180. Pertenece al grupo de miuestras de polvo y roca extraídas en 2018 del asteroide Ryugu por la sonda Hayabusa 2 de la agencia espacial japonesa (JAXA).
Hayabusa 2 fue la primera misión en lograr traer muestras de un asteroide y, si excluimos las misiones lunares, la primera en traer muestras de materia espacial a la Tierra. Proteger estas muestras de contaminación biológica es un punto clave en estas misiones.
Panspermia. Solo así es posible poder estudiar la hipotética presencia de vida o de restos que nos indiquen su posible presencia. La búsqueda de pruebas de vida en los asteroides del sistema solar es clave en el estudio de la hipótesis conocida como panspermia.
Esta hipótesis indica la posibilidad de que la vida o algunos compuestos clave para su desarrollo (como los aminoácidos) podrían resistir a un viaje espacial “a bordo” de un asteroide. Esto implicaría que la vida podría surgir en un planeta del sistema solar y acabar en otro como consecuencia de sucesivos impactos de asteroides en uno y otro lugar.
La vida se abrió camino. Si queremos encontrar este tipo de pistas sobre el origen de la vida en nuestro sistema solar probablemente no las encontremos en la muestra A0180. Y es que el reciente estudio de esta muestra ha descubierto que, pese a todas las medidas para evitarlo, la muestra está contaminada por vida microbiana procedente de la Tierra.
Al analizar la muestras hallaron bastones y flilamentos de materia orgánica, posiblemente “microorganismos filamentosos” similares a los que encontramos en nuestro planeta. El estudio de los cambios en las poblaciones de estos microorganismos llevó al equipo a estimar para estos organismos procariotas un tiempo de generación de 5,2 días.
Preparando la muestra. Este análisis de las dinámicas poblacionales de la muestra llevó al equipo a determinar que la muestra habría sido contaminada durante el proceso de preparación de la muestra. Junto con la semejanza antes mencionada entre los microorganismos hallados en la muestra y organismos terrestres conocidos, es posible descartar la posibilidad de que estos estuvieran ya presentes en el asteroide cuando se capturó la muestra.
Los detalles del estudio realizado fueron publicados en un artículo en la revista Meteoritics & Planetary Science.
De Ryugu a Bennu, y más allá. El hallazgo es una mala noticia, no solo por la contaminación de la muestra en sí sino porque pone de relieve que nuestros esfuerzos en materia de protección planetaria, es decir, nuestros intentos de que microorganismos de la Tierra no acaben repartidos por todo el sistema solar a bordo de nuestras naves, y viceversa no son suficientes.
Si los planes de las agencias espaciales en Europa, China y Estados Unidos siguen su curso, en menos de una década tendremos en la Tierra muestras de tierra recogida en Marte. Esto representará un hito en la exploración del espacio y en la búsqueda de indicios de vida fuera de nuestro planeta. Evitar que microorganismos terrestres contaminen esa muestra será de vital importancia para su estudio.
Sin tener que adentrarnos en el futuro, en nuestro planeta contamos ya con otras muestras espaciales de gran importancia, como las recogidas por la misión OsirisREX de la NASA en el asteroide Bennu. Esta es la mayor muestra de su tipo que tenemos, y conservarla impoluta también determinará la cantidad de información que podamos extraer de ella.
Imagen | Genge, Almeida et al. (2024)
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