Uno de los conceptos sobre productividad que ha disparado sus adeptos en los últimos años es el del 'segundo cerebro', a menudo referido directamente a él por su nombre en inglés, 'second brain', incluso entre hablantes de otras lenguas.
Su base no es nueva, ya que se refiere a la necesidad de archivar y clasificar todo el conocimiento acumulado, en este caso por una persona. Es una práctica que se remonta tan atrás como queramos llegar, solo que en la era digital, ese conocimiento se dispara por la cantidad de fuentes a las que estamos expuestos. Libros, newsletters, tweets, vídeos, anotaciones personales, artículos online, podcasts... No es que sepamos mucho más que antaño, sino que estamos expuestos al contenido de forma ubicua y permanente.
Esa cantidad de información, a menudo difícil de gestionar y por tanto susceptible de olvidar, o simplemente de no poder localizarla para cuando queremos volver a ella, es lo que ha motivado el concepto del 'segundo cerebro'.
Del Memex a CODE
Uno de los nombres clave en la historia del 'segundo cerebro' es Vannevar Bush, inventor estadounidense nacido a finales del siglo XIX, considerado padre de la bomba atómica e ideólogo, entre otras cosas, de Memex, un dispositivo mecánico para almacenar libros y grabaciones, añadiendo anotaciones en los márgenes, pensado para encontrar el contenido de forma rápida.
Este dispositivo nunca llegó a ser materializado por nadie, pero solo su planteamiento ya era algo más que innovador en los años cuarenta.
Bush quería que este dispositivo emulara la forma en que el cerebro vincula datos por asociación, no solo mediante los índices tradicionales. Fue precursor del hipertexto e inspiró el trabajo posterior de Tim Berners-Lee. Una de sus citas, de la primera mitad del siglo pasado, define perfectamente las bases de un 'segundo cerebro':
Presumiblemente, el espíritu del hombre debería elevarse si puede revisar mejor su oscuro pasado y analizar de manera más completa y objetiva sus problemas actuales. Ha construido una civilización tan compleja que necesita mecanizar sus registros de manera más exhaustiva si quiere llevar su experimento a su lógica conclusión y no simplemente quedarse atascado en el camino por sobrecargar su limitada memoria. Sus incursiones pueden ser más placenteras si puede recuperar el privilegio de olvidar las innumerables cosas que no necesita tener a mano inmediatamente, con cierta seguridad de que puede encontrarlas de nuevo si resultan importantes.
Y alguien que recoge esta cita entre sus favoritas es, posiblemente, quien mejor ha cogido el testigo de Bush en la era moderna, Tiago Forte, quien publicó el libro que ha marcado un antes y un después en esta corriente, 'Crea tu segundo cerebro: Un método probado para organizar tu vida digital'.
En sus páginas, Forte desarrolla el concepto del 'segundo cerebro' en torno a la creación de un sistema personalizado de gestión de información y conocimiento, que actúa como un almacén externo del cerebro humano. En él se recopilan y organizan las ideas, información y conocimientos. También se suele referir a esta idea de forma más amplia como un PKM (Personal Knowledge Management, 'Gestión del Conocimiento Personal').
Sus componentes clave se resumen en las siglas CODE (Capture, Organize, Distill, and Express; 'Capturar, Organizar, Destilar, Expresar').
- Capturar: recopilar la información de libros, artículos, podcasts, anotaciones en reuniones, pensamientos personales, vídeos, conversaciones, tuits, etc.
- Organizar: clasificar y estructurar esa información en un formato accesible y que siga una lógica.
- Destilar: extraer lo más relevante para nuestro contexto y nuestras metas, por ejemplo con un resumen progresivo: poner en negrita lo más destacable, luego destacar en amarillo lo verdaderamente esencial y finalmente escribir con nuestras palabras qué es lo más importante de esa información para nosotros y por qué.
- Expresar: convertir toda esa información acumulada en la fuente que nos inspirará y respaldará para nuestras propias creaciones. Texto, música, vídeos, conferencias, código... Lo que sea en que consista nuestra actividad.
Este sistema está pensado para facilitar la gestión de la información, pero en última instancia sirve para potenciar la creatividad y el aprendizaje continuo.
Eso último es la clave: no se trata de un sistema pensado para echar el rato, como un pasatiempos elegante, organizando nuestro historial de conocimiento. La idea es que eso redunde en una creatividad mayor, que beba de muchas fuentes a la vez y que sepa quedarse con lo esencial de cada una de ellas.
Forte, además de escribir un libro que ha sentado las bases del enfoque moderno de este sistema, ha utilizado un concepto simple, directo y atractivo, en solo dos palabras, que le ha ayudado a disparar su éxito y acogida. Algo similar a lo que logró algo antes James Clear con su estupendo libro 'Hábitos atómicos'.
A ello también ha contribuido que no solo se ha limitado a escribir su libro, sino que publica constantes recursos útiles para quien quiere empezar en este mundo, como una completa guía introductoria.
Además de CODE, otras siglas son esenciales en este concepto: PARA (Projects, Areas, Resources, Archive; 'Proyectos, Áreas, Recursos, Archivo'.
- Proyectos: esfuerzos a corto plazo, ya sea en el plano personal o profesional, que asumimos con un objetivo en mente.
- Áreas: responsabilidades a largo plazo que gestionaremos a lo largo del tiempo.
- Recursos: intereses útiles a futuro.
- Archivo: elementos de cualquiera de las categorías anteriores que ya stán inactivos.
Cuestión de herramientas
Para crear nuestro segundo cerebro hacen falta herramientas, y aquí lideran las que permiten introducir información con mucha libertad para su formato y su jerarquización. Especialmente aquellas que permiten conectar unas páginas (o lienzos, o ficheros, o lo que sea) con otras.
Una de ellas es Roam, una aplicación de toma de notas pensada específicamente para organizar conocimiento, como el de investigaciones, interconectando los ficheros, que son tan simples de manejar como un documento de texto.
Especialmente popular se ha vuelto otra herramienta como Notion entre los adeptos de este sistema, aunque Forte no la recomienda por su búsqueda "lenta y engorrosa".
Notion permite que cada página pueda tener subpáginas ilimitadas, conexiones entre cualquiera de ellas, y sobre todo, un formato completamente libre, pudiendo alojar texto plano, imágenes, enlaces, bases de datos, pequeñas hojas de cálculo, etc.
Un auge que ha servido para impulsar a toda una legión de vendedores de plantillas entre quienes brillan quienes ofrecen su propia interpretación de lo que deben ser las bases de un segundo cerebro.
Luego está Obsidian, nuevamente orientada a interconectar notas, aunque no especialmente sencillo de usar para quien no está familiarizado con el manejo de bóvedas locales o la escritura en lenguaje Markdown. O Tana, o Mem, que integra una experiencia basada en IA. Pero Evernote, pese a estar venida a menos en los últimos años, sigue siendo tan versátil y polivalente que continúa siendo la que usa el propio Forte.
Almacenamiento de contenidos
Uno de los primeros obstáculos que se encuentra quien quiere implantar un sistema así, sobre todo si lo ha hecho a las bravas, prescindiendo de la teoría previa, es qué contenido encaja en él, de dónde viene y si tiene sentido añadirlo o no.
El tipo de contenido es tan amplio como necesidades tenga cada persona. Algunas ideas:
- Libros. Podemos añadir cada libro que hayamos leído, especialmente si es no-ficción o si consideramos que de él podemos extraer aprendizajes y recursos futuros.
- Artículos y papers. Si hemos leído algo que nos podría ser útil en el futuro, almacenarlo en lugar de confiarlo a nuestra memoria es una buena idea.
- Anotaciones de lectura. Tan importante es tener presente lo que hemos leído como nuestras anotaciones sobre ello, con los resúmenes o reflexiones que surgen, especialmente como. Tanto para libros como para artículos.
- Tweets. Ahora 'posts'. A veces vemos alguno, o hilos conformados por varios, que contienen información valiosa en pequeñas píldoras.
- Registros personales. Reflexiones diarias en torno a nuestras metas (trabajo, salud y actividad, desarrollo personal, etc) para ayudarnos a establecer objetivos a corto y largo plazo.
- Inspiraciones artísticas. Colecciones de imágenes, frases o conceptos que nos inspiren para proyectos creativos, como la escritura, el arte, el diseño, etc.
- Información de proyectos. Como desgloses de sus etapas, recursos necesarios, tendencias del mercado que cubrimos, datos demográficos y de nuestros competidores, etc.
Lo ideal es no adherirse demasiado a los ejemplos propuestos por otros, porque solo nosotros sabremos lo que realmente nos interesa en función de nuestros objetivos vitales: el deporte que practicamos, las metas que tenemos, nuestro recorrido profesional, nuestras inquietudes culturales, necesidades formativas, etc.
El sistema del 'segundo cerebro' suena prometedor para cualquiera, aunque también tiene algunas críticas, como la sobrecarga de información que puede suponer implantar este sistema, lo que a largo plazo podría llevar a la parálisis por análisis, dificultando la toma de decisiones. Ahí entra en juego lo bien que hagamos la 'D' de CODE: destilar.
También está la curva de aprendizaje que este sistema supone, la cual puede resultar desalentadora para quien no tiene la costumbre previa de gestionar el conocimiento en un entorno digital.
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