Quizás el motivo del fracaso de taquilla de esta película estuvo en lo tronadísimo de su argumento: la civilización ha colapsado por completo, generando enormes llanuras imposibles de cruzar sin ayuda. Las grandes ciudades son ahora inmensos complejos motorizados, que se trasladan de un lado a otro devorando a ciudades más pequeñas. Una idea maravillosa no carente de trasfondo crítico que da fuelle a esta 'Mortal Engines' que acaba de llegar a Netflix.
Peter Jackson se encargó de producir esta mastodóntica aventura que posiblemente encontró una traba para conquistar a las audiencias con su enfoque orgullosamente young adult. Desde el éxito de 'Los juegos del hambre', 'Crepúsculo' o las películas de Harry Potter, Hollywood ha buscado prolongar sus éxitos, pero la novela de Philip Reeve en la que se basa 'Mortal Engines' no tenía ese ingrediente del éxito de otras películas de su género.
Sin embargo 'Mortal Engines' es un pequeño gran fracaso que mereció algo más detención. Aunque Jackson no dirige el proyecto, coescribe el guión junto a dos colaboradores frecuentes de su cine (incluido 'El Señor de los Anillos), Philippa Boyens y Fran Walsh. Y dirige Christian Rivers, debutante pero que también había llevado a cabo labores técnicas muy variadas en el cine de Jackson, entre ellas efectos especiales, apartado donde esta película deja caer buena parte de su peso narrativo.
Con una imaginación en los diseños que se sitúa entre lo más interesante y atrevido que ha dado el cine fantástico de los últimos años, su ambición se ve a veces lastrada por lo previsible de su argumento. Pero lo cierto es que, haciendo honor a las mejores películas de Peter Jackson, su estética imposible y aventurera le dan un toque único y que bien vale un rescate.
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