Cuando en una tarde de 1978 los Buggles escribieron 'Video killed the radio star', ni ellos imaginaban la popularidad que alcanzaría aquel tema. Un año después, la gente la tarareaba compulsivamente y ellos se apresuraban a decir que aquello estaba inspirado en el cambio tecnológico que vivía la industria en aquel momento. ¿Qué cambio? Los primeros reproductores de vídeo llegaban a las casas de la clase media y los Buggles sentían que la radio era el pasado y el vídeo doméstico el futuro.
Irónico destino fue el que llevó a 'Video killed the radio star' a ser la canción elegida para inaugurar las emisiones del canal MTV el 1 de agosto de 1981. La era del videoclip mainstream y el auge de los canales musicales se daba por iniciada. La música seguía su camino y el vídeo no había matado a nadie. A menos que queramos acusar de fratricidio al VHS por acabar con el Betamax.
Pocas veces una tecnología se impone sobre otra cometiendo homicidio. Pero cada vez que vivimos un cambio de paradigma tecnológico el vértigo nos alcanza ante las dudas. Hoy, el debate del audiovisual se dirime en otros campos. Con la llegada de las grandes plataformas del Video On Demand –VOD en adelante-, el usuario ha cambiado su forma de consumir películas y series. Pero, ¿Alguien sigue comprando películas en DVD y Blu-ray? ¿Qué está pasando con el mercado doméstico de distribución cinematográfica? ¿Se sigue vendiendo como antes o la llegada de Netflix y compañía les ha arrebatado su parte del pastel? Veamos.
Ya no me miras como antes
En la última encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España realizada por el INE, que analiza los datos de 2014 y 2015, se les preguntaba a los usuarios si consumían vídeo al menos una vez al mes, a lo que el 42% contestaba que sí. De estos, un 12’3% afirmaba que veía el material videográfico directamente en Internet. El doble que durante el ejercicio anterior y, suponemos, bastante menos que lo que representaría el consumo actual online si dicha encuesta se hiciese hoy.
Al fin y al cabo, Netflix llegó a España en octubre de 2015 y HBO en noviembre de 2016. Y, aunque la opacidad en sus datos sigue siendo férrea, la CNMC afirmaba que durante el primer semestre de 2017, la casa de 'Stranger Things' contaba con 1.163.000 usuarios, la de 'Juego de Tronos' se defendía con 414.000 y Amazon Prime Video se quedaba en la cifra de los 100.000. Así las cosas, la plataforma audiovisual de pago en Internet con más usuarios en España seguía siendo Movistar+, con más de dos millones de suscriptores.
Con todas estas cifras nos podemos hacer una idea del cambio en el modelo que Internet y el consumo audiovisual legal han propiciado. Antes del aterrizaje de las plataformas VOD, pongamos en 2013, en España se vendieron más de 12 millones de Blu-ray y DVD según el Anuario SGAE. En 2016, en cambio, se vendieron cerca de 5 millones de copias domésticas.
Aunque la tendencia era descendiente, ambos formatos cayeron de forma precipitada en ventas a partir de 2015. ¿Es casualidad que sea cuando llegan los amigos de Netflix? No lo parece. A pesar de que el número de títulos editados en DVD creció en 2016, el número de unidades vendidas descendió un 36,1% en relación al año anterior. De los 6 millones de DVD vendidos pasamos a 3’65, y de lo recaudado con ello se pierden 7,3 millones de euros en relación a 2015. ¿Y en Blu-ray? Lo mismo: se editaron más títulos que el año anterior pero las unidades vendidas pasaron de 2’7 a 1’9 millones de unidades en 2016, un descenso del 28,8%. ¿Estamos ante la muerte lenta de este tipo de formatos de cine y televisión?
Del ‘tener’ al ‘tener acceso’
“Es parte de un cambio de hábitos del soporte físico al online. Lo ha habido en el periodismo, la música y era inevitable que sucediese en el mercado audiovisual”, opina Jaume Ripoll, cofundador y director editorial de la plataforma online de cine y series Filmin. Según él, el mercado de DVD y Blu-ray vive “una situación de fraglidad: se siguen vendiendo millones de unidades al año pero estas son una fracción de las que se vendían hace una década. Curiosamente en otros países de la UE con peores ediciones como Alemania, el mercado goza de mejor salud”.
Según él, hemos cambiado la cultura del ‘tener’, de poseer los títulos que nos apetecían en formato físico, por el ‘tener acceso’ a un catálogo online en el que no hace falta tener estanterías, basta con Internet. “Antaño era habitual que media docena (o más) de dvd precintados guardasen turno en nuestra estantería; hoy la lista de títulos que acumulamos en nuestra playlist es infinitamente mayor. En esta época debemos aprender a gestionar la abundancia de contenido, a valorar las películas que vemos y a no descontar las que nos quedan por ver con la ansiedad del cinéfago. Debemos, en definitiva, aceptar que no seremos capaces de ver todo lo que querríamos ver, sobrellevar la frustración y disfrutar con las elecciones”, reflexiona Ripoll.
“Como cinéfilo siempre me ha parecido una bendición poder tener acceso a aún más títulos de los que el mercado tradicional albergaba”, describe Pablo López, periodista, productor y coleccionista. “Fui de los que pagaba un VPN privado para poder tener Netflix años antes de que llegara a nuestro país”, confiesa.
Como coleccionista pero también como profesional de la industria, él ha visto como cambiaba el mercado de la distribución doméstica a marchas forzadas. “Era el pensamiento lógico: si la película la tenías a golpe de click, para qué ibas a tener que comprarla en un disco”, reflexiona. Para él, el progresivo descenso de las compras del formato doméstico es un cambio de modelo de consumo y consumidor: “hay espectadores que únicamente quieren ver una película. No buscan nada de la experiencia que ofrece el formato físico -o el formato salas-. No es mejor, ni peor, es un tipo de consumidor igual que estamos los que compramos y/o seguimos yendo a salas. Los espectadores se han 'especializado' y la industria tiene que adaptarse a los cambios”, resume.
López, además, coincide con Ripoll en que hoy consumimos más cine y series pero lo hacemos de forma distinta: “Creo que nos hemos convertido de cinéfilos a cinéfagos. El elemento curador que tenía el mercado antes, ahora prácticamente ha desaparecido. La gente quiere -y puede- verlo todo y ahora mismo. Ese elemento, que hace poco no era posible, hace que la gente quiera 'aprovechar' para acercarse a todo lo que a priori pueda interesarle, indiscriminadamente”. Según el periodista, “el tiempo equilibrará las costumbres y nos moldeará una nueva forma de consumo”.
“Todo iba a cambiar aunque no fuese radicalmente”, opina Manu Carbajo, cineasta, Youtuber y también coleccionista. “Es lógico porque antes mucha gente se compraba una una película en dvd por verla o porque estaba de oferta, no era por coleccionismo. Ahora para qué te la vas a comprar si ya está en Netflix.
Según él, “en los últimos años ha habido un cambio en la industria centrado más en mimar al coleccionista que al usuario medio. Es decir, que la película sea un objeto de colección con su catálogo de extras y una calidad de imagen y sonido muy importantes”. Por eso, Carbajo no cree que el “la llegada de las plataformas supusiese un cambio radical”, sino que, “el verdadero cambio lo estamos viviendo ahora que hay tanta oferta de catálogos distintos como el de Netflix, HBO o Movistar. Hay muchísima oferta VOD y creo que quien compra un Blu-ray es porque verdaderamente quiere tenerlos y coleccionarlos”.
“Antes veíamos muchísimos anuncios en televisión de '¡Ya a la venta en dvd y blu-ray!'. Hoy casi no se ven ni en televisión, ni en marquesinas… Sin embargo hay mucha publicidad de la nueva serie de Netflix, o la última novedad de HBO”, ejemplifica el realizador. “Esto va totalmente ligado a cómo la tecnología avanza y se establece. El VOD es una forma de consumo relativamente nueva aunque ahora sea masiva. Los raros somos los que nos compramos los Blu-ray y no creo que sea ni bueno ni malo, creo que es pura evolución”.
“Muchos solemos comparar este fenómeno con el que vivió el mercado de la música. Ahora se ha puesto de moda escuchar vinilos, pero yo en mi caso tengo Spotify y no me compro ni un CD. En definitiva: el mercado se adapta a las necesidades y gustos de consumo de cada uno”.
El DVD es el nuevo vinilo
Al cambiar el modelo de consumo de tener por el de tener acceso, también hemos transformado nuestros hábitos convirtiéndonos en cinéfagos devoradores de todo lo que nos cae en las manos. Motivados también por una presión social y cultural que nos obliga a estar al día de las series mainstream.
En este sentido, es obvio que la revolución del paradigma viene dada también por cuánto afecta al bolsillo. Si hoy compramos un Blu-ray de cualquier estreno nos costaría alrededor de 18€ de media. Sin embargo, un mes de Netflix estándar nos cuesta 11€ y tenemos acceso a un catálogo potencial con más de 4.000 películas y 1.500 series y shows.
Según Jaume Ripoll, “el precio es uno pero existen otros factores que deberíamos considerar: tiempo y comodidad. Tiempo: el que tardas entre poner un Blu-ray, sortear menús y anuncios, esperar pantallas de carga hasta llegar al visionado contra el de un click. Comodidad: la de tener una serie dividida entre numerosos DVDs o agrupada en un único enlace; o la de llevarte tu cineteca contigo de viaje para ver en avión, tren o en la casa de verano”.
Para Pablo López “el mercado doméstico en España es de los más caros de Europa, y aunque los coleccionistas nos conocemos los pequeños trucos para poder nutrirnos sin tener que arruinarnos, existe un elemento económico muy importante que a pesar de todo aún consigue traspasar la frontera: la gente sigue comprando y regalando películas”. Sin embargo, puntualiza que “como en muchos otros mercados, el consumidor se ha vuelto mucho más exigente: no arriesga, solo quiere pagar las películas que ya le han gustado o que sabe a ciencia cierta que le van a gustar. Si tiene curiosidad por alguna película que no conoce, entiendo que el formato físico sea la última opción pues es más cara que cines y es más cara que VOD”.
“Quien se gasta ese dinero en un Blu-Ray es porque prioriza el gesto. Más ahora que muchos no pueden, desgraciadamente, gastarse 18€ en cada película que quieren ver”, opina manu Carbajo. “Así que claro eso afecta en muchos sentidos. Si a eso añadimos que todo lo mainstream está en HBO, en Netflix o en Movistar pues, ¿para qué quieres gastarte tanto dinero? Comprar Blu-Ray es coleccionismo puro y duro”.
Ripoll, que antes de cofundar Filmin trabajaba en la distribuidora española Cameo, cree que hoy “el mercado físico audiovisual se mueve entre la oferta y el coleccionismo. En nuestro país hay un buen número de compañías que dedican ímprobos esfuerzos en lanzar extraordinarias ediciones coleccionistas de clásicos como son A Contracorriente, Divisa, Media tres, La Aventura o Selecta Visión”.
López, por su parte, opina que “hay un elemento fetichista que es complicado de explicar. Como el coleccionista de libros o el coleccionista de arte yo disfruto tocando, ordenando y admirando mi colección de pelis y, por supuesto, paso muchísimo tiempo (casi más que viendo películas), disfrutando de los contenidos extras que incluyen”.
Algo que Carbajo también admite: “una de las principales razones de mi coleccionismo son los extras. Como realizador, soy de los que se empapa de ellos, se ve la peli con comentarios del director, los making-of… me parece que es una forma de aprender a hacer cine”.
Así pues, en la exigencia viven, o sobreviven, tanto el DVD como el Blu-ray, convertidos hoy en objeto de coleccionistas que buscan en el formato un plus al hecho de ver una película. Para verlas sin más tienen Netflix, Filmin o HBO. Pero en estas plataformas de VOD no pueden disfrutar de una edición cuidada, de un buen cargamento de extras o, simplemente, de la inherente necesidad humana de tocar y manosear lo que se admira. Al fin y al cabo, el mundo cambia pero seguimos escuchando 'Video killed the radio star', ¿no?.
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