Los objetos conectados están entrando en nuestros hogares como elefantes en una cacharrería. Hace años los únicos equipos que se conectaban eran los ordenadores y los teléfonos móviles. Ahora, la conectividad de Internet puede integrarse en prácticamente cualquier elemento electrónico e incluso mecánico del hogar.
Además de los ordenadores, móviles y tabletas, también se conectan las televisiones, los electrodomésticos, las consolas de videojuegos, los termostatos o incluso sensores de presencia, detectores de fugas de agua y otros elementos del Internet de las Cosas.
Lo que apunta como tendencia imparable, ya tiene números que la respaldan: estudios como el Kaspersky Cybersecurity Index habla de 6,3 dispositivos conectados por hogar en 2016 (en media, por supuesto). Además, este mismo estudio habla de que 2 de cada 5 personas no protegen adecuadamente estos dispositivos.
El informe Cisco Visual Networking Index predice que en 2021 habrá 7 dispositivos conectados por cada habitante de media, y según otro informe de la empresa española S2 Grupo, un 73% de las familias no aplica ninguna medida de protección en casa, simplemente porque no saben cómo hacerlo.
En la práctica, en un hogar "digital" y conectado puede haber fácilmente más de diez dispositivos con acceso a Internet: dos ordenadores, una tele Smart, dos móviles, una tableta, una consola, el router, un termostato conectado, una impresora y una cámara de videovigilancia pueden convivir en un hogar sin que estemos ante una versión moderna de los Jetsons (Los Supersónicos).
La información es poder
Las redes domésticas generalmente son una especie de caja negra en la que solo vemos nuestra red WiFi y nos peleamos con su contraseña imposible de memorizar. Con suerte, usaremos un cable Ethernet para conectar algunos dispositivos como la consola de videojuegos.
Es decir, no sabemos prácticamente nada de la red. Y el desconocimiento hace que ante cualquier incidencia nos quedemos indefensos y a expensas del servicio de atención al cliente o de algún amigo “que sabe”. No es malo, y por suerte los servicios de atención al cliente son cada vez más eficientes, pero no está de más tener en cuenta que podemos conocer un poco mejor nuestra red si seguimos unas pautas mínimas.
Con esa información podremos, por ejemplo, saber si hay intrusos en nuestra red, uno de los temores más habituales por eso de que nos estén robando el Wifi, o por evitar tener hackers dentro de nuestros equipos. O conocer la dirección IP de nuestros dispositivos, de utilidad para configurarlos de un modo avanzado.
Fing, la llave inglesa de las redes
Una herramienta fundamental para empezar a conocer nuestras redes es la app Fing disponible para Android e iOS. Hay más posibles formas de adentrarnos en los detalles de una red, claro está, pero Fing es gratuita y visual además de bastante fácil de usar. Esta app, una vez instalada, permite explorar la red a la que esté conectado nuestro móvil.
Esta exploración ofrece como resultado un completo listado con los dispositivos conectados, su dirección IP y su nombre incluso si el dispositivo está configurado para compartir ese dato en la red.
Solo con esto, podemos abordar la tarea de identificar los dispositivos de nuestra red y averiguar si hay alguno que no nos pertenezca. En cuyo caso podremos tomar medidas, como cambiar la contraseña de la red Wifi, o incluso identificar al intruso si es algún vecino y podemos reconocer el nombre en la identificación del dispositivo “intruso”.
Con Fing, podremos también hacer una exploración de los servicios “visibles” que tengan nuestros dispositivos. Es decir, los puertos de red abiertos. Los puertos son los puntos de entrada para las conexiones de red, y por tanto, un punto de entrada para potenciales ataques de hackers. No hay que obsesionarse con este punto, pero sí conocerlo.
Si no reconocemos alguno de los servicios que aparecen, podemos buscar en Google para averiguar si estamos ante una posible amenaza o entra dentro de lo normal.
El router, el dispositivo maestro de la red
El dispositivo que requiere una atención especial es el router. Es el equipo por el que “entra” Internet en casa a través, preferiblemente, de la fibra óptica. La fibra ya no es un lujo, y hay propuestas muy económicas para acceder a fibra de 50 Mbps más datos móviles por precios sumamente competitivos.
Con frecuencia no nos molestamos en conocer detalles básicos para el mantenimiento de nuestra conexión de red, pero es conveniente saber, al menos, cómo entrar en el menú de configuración del router para cambiar la contraseña de red o abrir y cerrar puertos entre otras actividades.
El router es el que hace de intermediario entre nuestra red local e Internet. Por defecto, los routers suelen venir bastante cerrados, por lo que la única amenaza importante para la seguridad de nuestros dispositivos es la del robo o hackeo de la contraseña de la red Wifi, pero en ocasiones será interesante abrir puertos para que determinadas aplicaciones instaladas en nuestros móviles u ordenadores funcionen correctamente.
Con Fing, podremos identificar fácilmente el router, así como la IP. Con el valor de la IP, si la introducimos en un navegador de Internet, se abrirá la página del dispositivo, con información sobre la red, o bien directamente con la petición de nombre de usuario y contraseña. Hay que tener en cuenta que cada modelo de router tendrá una interfaz diferente, aunque las opciones de configuración serán básicamente las mismas en todos los modelos.
En otros casos, el proveedor de Internet proporciona instrucciones rápidas y sencillas para acceder al router siguiendo unos pocos pasos.
Estos datos (usuario y contraseña) los tiene que proporcionar el proveedor de Internet si estamos usando el router que nos hayan instalado. En ocasiones aparecen en la pegatina de la parte inferior del router junto al password del Wifi. Y una vez dentro del sistema de configuración, podremos realizar tareas como la modificación de la contraseña Wifi o la de la contraseña de administración del router.
También podremos abrir o cerrar puertos en el menú de configuración NAT/PAT (Network Address Translation / Port Address Translation), o asignar direcciones IP fijas para nuestros equipos en vez de dinámicas. Se pueden bloquear direcciones IP concretas de entre las que aparecen conectadas a nuestro router, así como definir medidas de seguridad avanzadas, como la concesión de acceso a través de la dirección MAC de los equipos conectados.
Que no te suene a Chino
Estos conceptos pueden parecer un tanto elevados, pero en el fondo no lo son tanto. Piensa que la conexión de Internet llega a tu casa a través del router. Ese router “dirige” el tráfico de red a los dispositivos que conectemos en la red local usando, o bien el Wifi del router o bien conexiones de red cableadas de tipo Ethernet. Los diagramas pueden parecer muy enrevesados, pero en el fondo, una red local consta de un router y dispositivos conectados a él mediante Wifi o cable.
Cada dispositivo se identifica en una red mediante su dirección IP, que son cuatro números entre 0 y 255 separados por puntos, como 192.168.1.1. Lo primordial es conocer la dirección IP del router, lo cual podemos hacerlo mediante apps como Fing. Y después entrar en el menú de configuración del router usando el nombre de usuario y contraseña que nos dé el proveedor de Internet.
En el router podemos hacer operaciones como la modificación de la contraseña del Wifi, así como asignar direcciones IP fijas en vez de dinámicas para nuestros ordenadores, dispositivos móviles o dispositivos dentro de la electrónica de consumo o el hogar conectado.
De este modo, usando solo una app en el móvil como Fing y un navegador web, estaremos en disposición de conocer mucho mejor nuestra red local y tomar el control de la situación en caso de que nos asalten dudas acerca de cómo funciona nuestra red de Internet, cuántos dispositivos hay conectados o si hay intrusos.
Imágenes| Portada AVM, Diagrama de una red doméstica en Wikipedia
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