En la conferencia Google I/O de 2012 el gigante de las búsquedas nos sorprendió a todos con un producto hardware que tenía un diseño inquietante pero unas prestaciones llamativas. El Nexus Q, anunciaban sus creadores, era el "primer reproductor de streaming multimedia y social"
Aquella singular bola cuyos cables acaban dándole un aspecto que recordaba mucho a los centinelas de Matrix, pero el que se acabó teniendo el honor de ser el primer producto hardware totalmente diseñado por Google fue también un sonoro fracaso. A las pocas semanas de lanzarlo cancelaron su puesta a la venta. ¿Qué fue lo que pasó?
Una bola oscura como centro de la experiencia multimedia
El característico diseño del Nexus Q llamó la atención desde el primer momento. Esa bola de color negro (con la parte baja recortada para ofrecer un apoyo plano sobre cualquier superficie) no presentaba apenas controles físicos, pero sí una fina banda de LEDs multicolor que variaba según la reproducción musical.
De hecho solo existían dos: un control de volumen camuflado en la parte superior de la bola, y una función para silenciar el sonido que se activaba mediante un sensor táctil capacitivo. Dentro contaban con un amplificador de 25 W que aseguraban que tendría una calidad notable al conectarlo a unos altavoces externos.
Detrás se encontraban las conexiones: un puerto TOSLINK para los cabres de fibra óptica que transmitían el sonido, un puerto HDMI y un puerto Micro USB que estaba orientado a ofrecer conexión a futuros accesorios.
Música más social
Uno de los puntos clave de la propuesta de los Nexus Q era la gestión de las listas de reproducción, que se volvían "sociales". Uno podía compartirlas, a partir de lo cual los que se suscribían a esas listas podían personalizarlas a su gusto, añadiendo y eliminando canciones o cambiando el orden de reproducción.
La idea, claro, era la de potenciar el uso de Google Music, el servicio a través del cual se emitiría esa música en streaming. El Nexus Q no se quedaba ahí, porque la idea era la de poder conectarlo tanto a unos altavoces para disfrutar de la música como a la televisión para poder transmitir vídeos de YouTube o de Google Movies.
La idea, de hecho, había aparecido perfilado el año anterior bajo el llamado Project Tungsten, y en Google decidieron centrar todo el ciclo de diseño y fabricación en Estados Unidos, algo que ni era ni es lo normal entre los fabricantes de dispositivos electrónicos.
Todo era caro en el Nexus Q: incluso los cables
Las virtudes de los Nexus Q no eran no obstante tan importantes como sus limitaciones: el Nexus Q solo estaba preparado para dar soporte a esos tres servicios mencionados en el lanzamiento, y descartaba otros en auge como Spotify o Rdio en el segmento del audio, o a Netflix y Hulu en el del streaming de vídeo.
Tampoco daba soporte a iOS o a Windows Phone —que en aquel momento tenía una cuota de mercado modesta pero decente—, y curiosamente tampoco era compatible con PCs y portátiles en las distintas plataformas.
No solo eso: a pesar de tener conectividad WiFi 802.11n y NFC, un procesador ARM OMAP 4460, 1 GB de RAM o 16 GB de capacidad, no tenía algo tan tradicional en estas soluciones como un mando a distancia: lógicamente no lo necesitaba, porque lo controlábamos todo con el móvil.
Curiosamente aquel desarrollo incluso contaba con una GPU PowerVR SGX540, algo que algunos desarrolladores con una unidad de prueba lograron aprovechar para jugar a juegos de Android desde el Nexus Q. Google, eso sí, nunca pareció pretender usarlo de ese modo.
Eso limitaba el potencial interés por un producto con otro gran problema: su precio. Google anunció que el Nexus Q se pondría a la venta a un precio de 299 dólares, a los que se podían sumar otros 399 dólares de unos altavoces especialmente diseñados para acompañar al dispositivo, y de un par de cables también opcionales que tenían un precio adicional de 49 dólares.
Aquello salía demasiado caro y contaba con demasiadas limitaciones, sobre todo teniendo en cuenta que los competidores (Sonos o la propia Apple con su tecnología Airplay) parecían tener una propuesta más competitiva al menos en el terreno del audio en el que parecía centrarse el Nexus Q.
Un fracaso que llevó a un éxito: el Chromecast
Los Nexus Q jamás se pusieron a la venta. Google cedió algunas unidades de prueba a diversos tipos de usuario, y sus responsables acabaron indicando que tras ese periodo y los comentarios de quienes lo habían usado decidieron "posponer la venta al gran público, con la intención de poner en el mercado un producto mejor."
Aquella decisión fue probablemente muy acertada, sobre todo porque Google se ahorró un fracaso aún mayor y utilizó todo ese conocimiento para crear un dispositivo que hacía prácticamente todo lo que hacía el Nexus Q, pero sin muchas de esas limitaciones y con un factor clave: su precio.
Es así como el Chromecast se convirtió en uno de los productos hardware más exitosos de Google —si es que tras diversas iteraciones no es el más exitoso—. Este "Nexus Q Versión 2.0" aprendió de los errores de aquel primer producto y se adaptó para solucionar una problema y hacerlo además de forma ejemplar. Puede que el Nexus Q fuera un fracaso, pero sirvió como base para crear este éxito.
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