Parece una furgoneta normal, pero hace unas semanas volvió locos a los vecinos de Arlington (Virginia) y, por extensión, a un montón de blogs tecnológicos. ¿Por qué? Porque aparentemente se trataba de un nuevo coche autónomo que circulaba sin ningún problema por las calles de la ciudad.
Era algo bastante chocante porque, en general, las pruebas de coches autónomos se hacen siempre con un conductor dentro del coche "por lo que pueda pasar". Sin embargo, el coche de Arlington iba totalmente solo. O eso parecía: ahora ya sabemos que no era así. Se trataba de un estudio mucho más interesante.
¿En qué piensa un coche autónomo?
En realidad, el coche sí que tenía conductor solo que éste estaba disfrazado de asiento. De esa forma, el resto de conductores y peatones pensarían que es un coche autónomo, como así ocurrió. Eso (que ha dado para alguna cámara oculta) era lo interesante.
Forma parte de un proyecto del Instituto de Transporte de la Universidad Virginia Tech y Ford para probar nuevos sistemas de comunicación entre coches autónomos, conductores humanos y peatones.
Una parte importante de la regulación de tráfico se hace gracias a la comunicación no verbal entre conductores y peatones
Hasta ahora, buena parte de la regulación del tráfico real se llevaba a cabo gracias a la comunicación verbal y no verbal entre conductores y peatones. Pero ¿Cómo resolvemos este problema en un escenario así donde haya cada vez más coches autónomos?
La búsqueda de una solución
La respuesta es que necesitamos un sistema de señales universales que nos permita saber qué va a hacer el coche autónomo. Las opciones como rótulos o símbolos no son eficientes. Los rótulos porque requieren que todos entiendan el mismo idioma y los símbolos porque la evidencia disponible dice que la tasa de reconocimiento no es muy alta.
La opción que están explorando es a base de señales lumínicas. Es decir, el equipo de Virginia Tech está tratando de llevar un paso más allá algo que se utiliza a nivel internacional: los intermitentes y otros tipos de luces.
Para empezar, se ha diseñado una luz específica para señalar que el vehículo está funcionando en modo conducción autónoma. También añadieron señales de aceleración y desaceleración. Para ello utilizaron una barra de iluminación pegada al parabrisas.
La investigación del coche falso
La incógnita es cómo percibirían esas señales los otros conductores y peatones. Así que usaron un falso coche autónomo y hasta seis cámaras para estudiar las reacciones del resto de usuarios de la carretera.
En total, se han reunido más de 150 horas de vídeo y casi 3000 kilómetros de recorridos urbanos que permiten estudiar la interacción con peatones, ciclistas y otros vehículos en carreteras, bifurcaciones, parkings o accesos especiales.
Ahora queda lo más complejo y, a la vez, lo más importante: desarrollar un estándar para todo el sector. Para garantizarlo, estas investigaciones están realizándose junto con la Organización Internacional de Estandarización.
Pero sin lugar a dudas lo más interesante es que han buscado un enfoque científico que, estudiando las reacciones de los usuarios, pueden permitirnos diseñar un sistema intuitivo y fácil de entender. Algo que, aunque a veces se nos olvide, puede ser esencial en la cada vez más cercana popularización de los vehículos autónomos.
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