Carlota Pereda, directora y guionista de 'Cerdita' (y con quien, por cierto, tuvimos una charla reivindicando una de sus influencias más evidentes, '¿Quién puede matar a un niño?' cuando su debut en el largo era solo un proyecto) conoce ampliamente los registros de cine de terror. Por eso 'Cerdita', que llega esta semana a los cines, es un espectacular repaso a muchos tropos y modos del género, y discurre con una sencillez y fluidez pasmosas en el cine español de terror. Ese que en ocasiones se atasca con facilidad en sus propios trucos narrativos y en sus inevitables deudas espirituales.
Solo una directora experta (y devota) en el cine de miedo puede saltar con la facilidad como lo hace en 'Cerdita' del cine de rednecks peligrosos estilo 'La matanza de Texas' a las películas de violencia & venganza tipo 'La violencia del sexo' o 'La última casa a la izquierda', pasando por la comedia costumbrista incómoda, trazando una línea delirante que va de Álex de la Iglesia a 'Amanece que no es poco'. Y todo ello sin renunciar ni a una ambientación genuinamente española (Extremadura, divino tesoro) ni a un espíritu internacional, como demuestra la demoledora carrera que lleva en festivales de todo el mundo.
Pereda cuenta para ello con unos mimbres excepcionales. Por una parte, un trasfondo perfecto: un pueblo de unos pocos cientos de habitantes en Extremadura (una localidad real que la directora conoce de pasar allí sus vacaciones) y cuyos agobiantes veranos de calor, molicie y recuperación de asignaturas suspensas están retratados con cariño y, a la vez, como el infierno psicológico que suponen para quien sufre bullying.
Por otra parte, un excepcional reparto en el que destaca, cómo no, Laura Galán, la Sara de la que todas sus compañeras se ríen por su sobrepeso. Sin apenas líneas de diálogo compone un personaje carismático y con quien es imposible no empatizar, pese a su esquiva moral de adolescente atormentada. Sara no cae especialmente bien al espectador -aunque despierta una inmediata compasión-, como no lo hace nadie en esta película: el reparto también cuenta con una Carmen Machi perfecta como la madre de Sara, y que tampoco teme resultar extremadamente antipática.
A cada puerco le llega su San Martín
'Cerdita' cuenta la historia de una adolescente con sobrepeso que es insultada y acosada por un grupo de chicas de su edad. Su encuentro más dramático se produce en la solitaria piscina del pueblo, donde las chicas le roban la ropa y la obligan a volver sola a casa. Por el camino tendrá un inesperado encuentro que le obligará a tomar una serie de decisiones que marcarán los siguientes días.
'Cerdita' se basa en el corto de 2018 del mismo título (que puedes ver íntegro aquí) y que la película replica casi plano por plano en sus primeros quince minutos. La película puede considerarse, en ese sentido, una especie de secuela del mismo, ya que continúa la historia. La intensidad y perturbadora violencia del primer borrador de la historia se atenúa parcialmente en su versió larga, ya que el film no tiene más remedio que componer personajes tridimensionales y que el corto, más brutal y esquemático, se podía permitir esquivar.
Con todo, y pese a que el impacto no es el mismo, la película tiene los suficientes claroscuros como para ofrecer un entretenimiento perverso y que hace pensar, sin leccioncitas ni moralejas, acerca de las múltiples caras del bullying, sus víctimas y los terribles procesos de autodefensa que éstas tienen que poner en marcha en ocasiones (de dejarse querer por quien no les conviene a la posibilidad de responder con la misma moneda a las agresiones). Nada mal para una película que no necesita enarbolar la bandera de "producción importante" de la temporada.
De momento, Carlota Pereda ya está preparando una nueva película. De terror, claro, y eso es un notición, porque la directora no solo sabe inyectar al género una mirada genuinamente novedosa, sino que su generosidad con el espectador es apabullante, regalándole muchas más sorpresas, humor y tensión de las que podría esperar en un principio. Lo de los premios es lo de menos, pero hay que decir que con todo lo que le gusta al audiovisual moderno racanear en emociones, todos los que se lleve son pocos.
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