Ang Lee se ha convertido en bastión de los efectos especiales por ordenador más avanzados y de la búsqueda, vía 3D, de nuevas vías expresivas para el cine. Él mismo reconoce que en muchos sentidos es "un conejillo de indias" de los avances que implanta en sus películas, porque es consciente de que incluye elementos que literalmente nunca se habían visto antes. Y es difícil predecir cómo van a reaccionar los espectadores a ello.
La carrera de Lee no siempre ha estado vinculada a los efectos especiales de ultimísima generación. Dirigió en 2000 'Tigre y dragón', la película que revitalizó ella sola la presencia de artes marciales en el cine. Suya es 'La vida de Pi', un bombazo de taquilla, ganadora entre otros del segundo Oscar a la mejor dirección para Lee (ya tenía otro por 'Brokeback Mountain'), con un hiperrealista tigre digital y una puesta en escena abiertamente artificiosa.
Y suya también es la posterior 'Billy Lynn', un drama bélico que pasó desapercibido y que destaca por ser la primera película rodada a 120 fotogramas por segundo, una velocidad cinco veces superior al estándar de 24 fotogramas. Lee repite el experimento en 'Géminis' y el resultado es, si cabe, aún más incómodo: 'Billy Lynn' tenía un aire semidocumental donde la radical estética hiperrealista (que se traduce en colores brillantes y nitidez extrema, propios de producción televisiva) chocaba, pero no estorbaba. La cosa cambia en 'Géminis'.
'Géminis' es un thriller de acción cuyo guión lleva un par de décadas dando tumbos por Hollywood. Antes de Will Smith estuvieron vinculados al proyecto actores como Harrison Ford, Mel Gibson, Clint Eastwood, Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone o Sean Connery. Y antes de Ang Lee, pasó por manos de directores como Tony Scott, Curtis Hanson o Joe Carnahan. Carnahan, de hecho, difundió recientemente algunas pruebas de concepto con Eastwood.
Ese par de décadas de edad del guión se deja notar en un par de aspectos de la película, uno más problemático que otro. El primero es el argumento, propio de un disparate directo al mercado doméstico del Van Damme de los noventa: un asesino a sueldo (Will Smith) al servicio del gobierno decide retirarse, pero sus antiguos jefes (comandados por Clive Owen) no le dejarán desaparecer tan fácilmente. Para liquidarle le enviarán un clon de sí mismo, décadas más joven, con sus mismas habilidades pero una energía juvenil incomparable.
Abstrayéndonos del hecho de que estamos ante una película con valores de producción millonarios (y no es difícil abstraerse de ello si se ve en 3D: los 120 fps le dan el aspecto de estar siendo filtrada por una televisión plana con el suavizado de imagen a tope), los devotos del cine de acción con cierto callo sabrán apreciar el disparatado argumento. Entre clones, su catálogo de apenas un par de escenarios, viajes por Europa y Latinoamérica y la trama de ciencia-ficción chanante, recuerda a una serie media para VHS de la época en la que se escribió el guión.
'Géminis: Smith vs. Smith
El segundo aspecto en el que se deja notar la edad del guión es en lo deslavazado de algunos de sus elementos. Es el caso del personaje de Mary Elizabeth Winstead, una joven que acaba ayudando en su huida al protagonista: reúne todos los elementos propios del interés romántico típico (y algo pasado de moda) del género, propio de una película de James Bond de Pierce Brosnan. Solo que nunca llega a serlo: es demasiado joven para el personaje de Will Smith y tampoco se explota entre ellos una relación de maestro-alumna. Es un fleco de las abundantes reescrituras de un libreto que sabe a manoseado.
Es en los efectos especiales y las secuencias de acción donde la película encuentra sus principales bazas. Los efectos en los que Will Smith se enfrenta a sí mismo tienen una verosimilitud considerable, y aunque las 3D y su nitidez extrema le juegan alguna mala pasada ocasional al trucaje y a la textura de la piel facial, sin las tres dimensiones el espejismo se sostiene.
También tienen interés las secuencias de acción, que no es extraño que hayan sido muy difundidas en la promoción de la película. Es espectacular la primera persecución en moto, con planos secuencia interminables y trepidantes y que culminan con una lucha cuerpo a cuerpo con lanzamiento de vehículos incluído. Aunque se echan de menos los días en los que Ang Lee se olvidaba de la tecnología para dar un aire más físico a la acción en 'Tigre y dragón'.
'Géminis' queda como un proyecto cojo y que delata los veinte años en los que ha pasado por múltiples manos. La culpa la tienen ideas de guión explotadas de forma poco original: cabe notar que de 'El único', con Jet Li, a 'Doble impacto' con Van Damme, pasando por 'Twin Dragons' con Jackie Chan, todos indagaron mejor en la idea base de la película, aunque fuera con efectos menos vistosos. Y todo envuelto en una puesta en escena demasiado dependiente de los efectos 3D, que muchos espectadores no entenderán o apreciarán.
Aunque algo nos dice que Ang Lee no se va a rendir de momento en su periplo por abrir los ojos del espectador a los 3D extremos y la saturación de fotogramas por segundo. Solo esperamos que en el futuro la creatividad vaya por delante de la tecnología.
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