¿Cuánto tiempo inviertes en revisar películas que ya has visto? Más allá de que te gusten o no, hacerlo con sentido crítico es una razonable forma de replantearnos lo que nos gusta y lo que no. En nuestro caso, hacía una buena temporada que no veíamos 'Iron Man', la película que junto a 'El increíble Hulk' dio el pistoletazo de salida al hoy millonario universo compartido cinematográfico de Marvel. Con el invento pasando, quizás, las horas más bajas en términos creativos desde que se puso en pie, quizás es el momento de plantearnos si el problema no venía desde el mismo punto de partida.
La fama de 'Iron Man' procede de un punto muy claro (y significativo): su secuencia post-créditos, que significó la primera aparición de Nick Furia mencionando la Iniciativa Vengadores. Hoy es fácil minusvalorar cada momento, pero recuerdo perfectamente la sensación de vértigo al verlo en pantalla grande: por primera vez veíamos en pantalla algo que los cómics Marvel llevaban haciendo desde los años sesenta.
Empezaremos esta revisión siendo honestos: he vuelto a ver 'Iron Man' una buena cantidad de veces desde su estreno, puede que un par desde que la viera en el cine. Pero hacía ya bastantes años, como cinco o seis, que no me acercaba a ella. Esto es clave: mi recuerdo era bueno, pero se había visto sepultado por las últimas películas de la fase 3, toda la fase 4 y el principio de la 5. Mi cinismo a la hora de acercarme a ella estaba justificado, porque me complace poco la deriva que está tomando actualmente el MCU.
Por eso, esperaba una película que no aguantara demasiado bien el paso del tiempo: una película cuyo principal valor fuera institucional, un brillante ejercicio de constitución de un futuro universo de ficción. Una película competente como pieza independiente, pero que servía, sobre todo, como avanzadilla de lo que estaba por llegar. Me alegro de confirmar que, aunque 'Iron Man' es todo eso, en buena parte también me equivocaba. 'Iron Man' aguanta el tipo perfectamente por sí sola.
Una excelente película de superhéroes
La primera sorpresa, vista siempre con la perspectiva del tiempo, está en el singular, casi reposado ritmo que lleva el film. Se toma su tiempo para explicar las cosas, algo de lo que no solo Marvel, sino todo el cine de superhéroes anterior y posterior, suele carecer. Hasta que no ha pasado su primera hora de metraje Tony Stark no ha empezado a construir la armadura. Es cierto que han sucedido suficientes cosas como para que tenga la revelación que le hace cambiar de actitud con respecto a las armas, pero la mayoría de las películas tienen mucha prisa por explotar aquello por lo que la gente ha pagado su entrada.
En esa primera hora de película, debe haber un total de cinco minutos de acción. Y no es un problema, porque Iron Man se toma su tiempo en algo que el resto de las películas de Marvel no se esfuerzan en hacer: dar verosimilitud al proceso de que asimilemos como posible al superhéroe. Tony Stark será un informático genial, pero la película dedica un largo (e hilarante) tramo a detallar todas las pruebas y errores hasta que el millonario construye su armadura. No sabemos los detalles técnicos, pero asistimos al proceso creativo, y eso permite al espectador entender al héroe mucho mejor que si simplemente nos dicen "es magia", "es un dios" o "se ha pinchado nosequé fórmula".
Y por eso cuando Iron Man efectúa su primer vuelo, la sensación de descubrimiento de algo que pone a Tony Stark por encima del resto de los humanos es contagiosa, y es fácil verse reflejados en ello. Parece mentira, pero este sencillo efecto de identificación del espectador con cualquiera de los deseos que tenemos a diario (volar, ser más poderosos, ser valientes, atrevidos, inteligentes, honestos o millonarios) lo consigue 'Iron Man' como pocas otras películas de Marvel en solo una hora.
Porque aunque 'Iron Man' es, esencialmente, una película tremendamente tradicional en su desarrollo, está muy lejos de la anquilosada estructura de descubrimientos, redenciones, traiciones y final bosses que plagan el cine del MCU, incluso muchas de sus películas más celebradas, como las de los Vengadores. A este arranque con acción muy puntual y que se toma su tiempo para describir el desarrollo de la armadura que da nombre al héroe le sigue una larga subtrama de sencillas intrigas empresariales en la que Tony Stark descubre que tiene el villano en casa. Quedan 50 minutos de película y solo hemos visto una breve secuencia de acción.
Es decir, la gran sorpresa de esta 'Iron Man' es que... sorprende. Esperaba encontrarme una buena película del MCU (quiera decir lo que quiera decir eso ya a estas alturas), y me he tropezado con una estupenda película de aventuras, que cuida a sus personajes y que aún no está sometida a un esqueleto narrativo inquebrantable. En el MCU actual es muy complicado encontrar películas que se lo juegan todo a una serie de cartas (un villano cotidiano, un solo héroe, una historia que se macera a fuego lento) y que hoy, en el contexto de Marvel pueden considerarse que rozan lo experimental.
Más hombres de acero y menos universos hipertrofiados
Además, es una película que no teme ser muy consciente de su propia naturaleza, y eso le otorga una frescura única: es consciente de lo estúpido de su premisa sin ser cínica y tiene humor sin llegar a la parodia. Todo ello procede en buena parte, por supuesto, de la interpretación de Robert Downey Jr. quizás el mayor acierto de casting de toda la historia del MCU gracias a los nada sofisticados pero muy efectivos vasos comunicantes entre estrella y personaje.
Todo ello, además, viene acompañado de una puesta en escena que se permite hasta ser puntualmente innovadora. No es que Jon Favreau sea un director de elevadas ambiciones autorales, pero rueda la acción a ras de suelo, como en una película bélica: el vibrante prólogo de la película, abundante en planos cercanos a los personajes y de ritmo asfixiante, es buena prueba de ello. En un film que, además y pese a su tono familiar, no tiene problema en ser puntualmente violento y mostrar los horrores de la guerra con una crudeza poco habitual en un cine a veces tan insufriblemente gubernamental como el de Marvel.
Sin duda, otros tiempos. Por eso, cuando hablamos de los problemas del MCU en la actualidad no nos referimos a que las películas antes fueran mejores (de hecho, en unos años después de esta 'Iron Man' tendríamos 'Iron Man 2' y 'Thor', respectivamente una película flojísima y otra sin demasiado interés), sino a que exhibían una libertad insólita. De hecho, en breve se estrena 'Guardianes de la Galaxia Vol. 3', una película que, siendo una competente historia de ciencia ficción, está abrumada por el peso de la tradición y de las necesidades de la franquicia.
'Iron Man' suele recordarse como un glorioso arranque para el MCU, y es cierto. Pero al final, eso es lo de menos: es una excelente película de superhéroes y una historia de origen narrada con pulso vibrante. Un hito que merece revisar para no olvidar nunca que, en términos de superhéroes, hubo un momento en el que todo esto era campo.
Cabecera: Disney
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