El descalabro en taquilla de 'Tres mil años esperándote' no debe hacernos olvidar un detalle: pese a su extraordinaria calidad, George Miller llevaba siete años sin rodar, desde 'Mad Max: Furia en la carretera'. Y los agónicos problemas legales que sufrió ésta en su post-producción y distribución, que enfrentaron a Miller con Warner, son los responsables de este largo hiato, así como de que haya tardado tanto tiempo en activarse el spin-off 'Furiosa'. Pero... ¿qué pasó exactamente con la que ya es considerada un clásico moderno de la ciencia ficción post-apocalíptica?
Los problemas arrancaron ya desde la preproducción, tal y como contó The New York Times en su historia oral sobre la película (y que recientemente se ha convertido en un magnífico libro del mismo autor que aquel reportaje: 'Blood, Sweat & Chrome: The Wild and True Story of Mad Max: Fury Road', de William Morrow). Ya en 1998 se estaba intentando poner en pie el proyecto, y por entonces se seguía pensando en Mel Gibson para retomar su icónico papel de Max Rockatansky.
Otro intérprete que Miller consideraba era el de Uma Thurman en el papel de Imperator Furiosa. La productora prevista era Fox y el rodaje se preveía que comenzara en 2003. Y entonces... en 2001 tuvieron lugar los atentados del 11 de septiembre. Según Miller, elementos tan importantes para la producción de una película de acción como aquella eran las compañías de seguros, y estas, como tantos otros negocios en la crisis global que sucedió a los atentados, colapsaron. La preproducción se detuvo.
Interludio con pingüinos y vuelta a la carretera
George Miller pasó entonces a dirigir 'Happy Feet', la película animada de los pingüinos bailarines, que fue un éxito considerable de taquilla (e hizo a Miller considerar brevemente que la película de Max tomara forma animada). El impacto del film permitió a Miller volver al proyecto de 'Fury Road'. Pero lo que había cambiado para entonces era la percepción pública de Mel Gibson, después de una cantidad considerable de escándalos y declaraciones desafortunadas. Era hora de buscar otro Max.
Encontrar a Hardy no fue demasiado complicado. Según Miller, en cuanto lo recibió para un casting (tras la muerte de Heath Ledger, otro posible candidato, en 2008), supo que él era su Rockatansky, ya que poseía algo que definió como "el carisma de los animales". La producción comenzó poco después en Australia, en un pueblo minero abandonado donde Miller había rodado buena parte de las entregas anteriores.
Pero por supuesto, el clima no les iba a dar tregua, y dos semanas antes de empezar a rodar se enfrentaron a lo que fue definido como unas lluvias torrenciales que solo se dan una vez cada siglo, y el desierto se transformó en un vergel precioso, pero muy poco madmaxiano. La producción, ya en marcha en 2010, se paralizó durante un año porque Miller prefirió esperar a que acabara el temporal a trasladar la producción.
Pero finalmente, y debido a la guerra de Irak, que amenazaba con retrasar de nuevo el rodaje por cuestiones financieras, cedió y trasladó el rodaje a Namibia, donde tuvieron que arrancar la preproducción de cero. Allí se llevó a cabo un rodaje durísimo para todos los implicados, especialmente para el equipo de especialistas y conductores, pero también para actores, cámaras, iluminadores y todo tipo de técnicos. Solo hay que ver la película para imaginar lo que fue aquello.
Pero a ello se sumó que el clima de Namibia no fue tampoco un paseo por el campo: durante nueve meses sufrieron tormentas de arena y temperaturas extremas que llevaron a varias personas del equipo a sufrir hipotermia en los rodajes nocturnos. Todo esto afectaba al ánimo del equipo, y también a los actores: son de sobra conocidas las tensiones que brotaron entre Charlize Theron y Tom Hardy debido a diferentes aproximaciones a la construcción de sus personajes, más visceral uno y más cerebral otra.
El conflicto llegó a cierto punto de ebullición cuando Hardy se presentó, en una ocasión, tres horas tarde en el set, cuando Theron llevaba todo ese tiempo maquillada y preparada para actuar. Ella estalló, exigió que se multara a Hardy, y la respuesta de él fue tan agresiva que Theron exigió terminar el rodaje con un productor acompañándola continuamente a todas partes. Con el paso del tiempo, ambos han reconocido los errores que ambos cometieron y reconocen el excepcional trabajo de sus compañeros.
El rodaje de 'Mad Max: Fury Road' fue infernal, como supo ver el director Steve Soderbergh en declaraciones a The Hollywood Reporter: "No entiendo cómo no están todavía rodando, y no entiendo cómo no llevan ya cientos de muertos". Pero aún quedaba un villano que batir para George Miller, el más colosal de todos: los ejecutivos de Warner Bros.
Problemas con el estudio
En Warner estaban preocupados por las noticias de un rodaje conflictivo con 600 personas implicadas, y que podía dispararse el presupuesto de más de 150 millones de dólares. El mismísimo presidente de Warner, Jeff Robinov, viajó hasta Namibia para supervisar el rodaje y dar un ultimátum a Miller: tenía hasta el 8 de diciembre para acabar, y tendría que cerrar el rodaje con lo que tuviera. Por entonces, las escenas en la ciudadela donde se abre y se cierra el film aún no se habían rodado, así que la situación era grave.
Tan grave, que cuando se confirmó que no llegaban a tiempo, el equipo tuvo que idear alternativas a ese material que faltaba. La editora Margaret Sixel, ganadora del Oscar por su montaje de la película (y merecido: puso orden en 480 horas de metraje), se planteó la posibilidad de que una voz en off sonara durante la primera persecución poniendo en situación al espectador y sin necesidad de mostrar la fuga de Max de la ciudadela. Por suerte, Robinov fue despedido de su puesto y su sustituto, Kevin Tsujihara, entendió que eran necesarios ese arranque y esa conclusión, y el equipo entero volvió a Namibia.
Pero los problemas continuarían mucho tiempo después: concretamente, tres años después del estreno en 2015. Aunque la taquilla no funcionó todo lo bien que habría sido deseable (recaudó 375 millones de dólares, pero solo superó los gastos por un estrechísimo margen), el film adquirió de forma casi instantánea un estatus de culto. Ganó seis Oscar técnicos de los diez a los que estaba nominada (entre ellos, Mejor Película y Mejor Director).
En 2018 la productora que se ha encargado de poner en pie prácticamente todas las películas de Miller, Kennedy Miller Mitchell, demandó a Warner. La compañía se negaba a pagar un bonus de siete millones de dólares al director que, según este, se le había prometido por entregar la película sin exceder el presupuesto pactado. Esto llevó, para empezar, a que se retrasaran indefinidamente un par de posibles secuelas que ya estaban escritas.
El núcleo de la disputa estaba en que Miller estaba obligado a hacer una película PG-13 por contrato. Con todo, Warner decidió mostrar en pases de prueba un montaje más violento de Miller y otro más ligero de Warner, y el público de prueba prefirió el de Miller. Esto obligó a aprobar 31 millones de dólares para reshoots, que se sumaron a los 154,6 millones presupuestados. Si legalmente esos 31 millones fueron un exceso sobre el presupuesto o se considera que forman parte de lo presupuestado es lo discerniría el tribunal.
A finales de 2019, el proceso parecía haber acabado o, al menos, empezado a arreglarse de forma satisfactoria para ambas partes, porque la puerta a 'Furiosa' estaba abierta. En este momento en proceso de rodaje, la precuela cuenta no solo con Anya Taylor-Joy en el papel que popularizó Charlize Theron, sino con buena parte del equipo técnico que dio forma a 'Furia en la carretera'. Solo queda esperar que el proceso no sea tan accidentado.
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