Lo que estoy a punto de decir es alto secreto. Hay un grupo poderoso de personas ahí fuera que secretamente dominan el mundo. Hablo de tipos de los que nadie sabe nada. Tipos que son invisibles. El top 1% del top 1%. Tipos que juegan a ser Dios sin permiso. Y ahora, creo que me están siguiendo.
Siempre se ha dicho que la televisión es el reflejo de la sociedad. Obviando que siempre hay algún rasgo cultural, social o político que se encuentra en transición, se puede deducir mucho de una sociedad a través de lo que refleja su publicidad, de la programación más vista de cada momento o de las tendencias narrativas universales. La bomba nuclear, el 11 de Septiembre o el calentamiento global son algunos ejemplos de conceptos históricos que han sido fuerte influencia en la ficción de todo el mundo.
Las tendencias en relatos apocalípticos siempre se mueven por este tipo de hechos históricos; ahora mismo vivimos un momento en el que las plagas e infecciones están muy presentes en proyectos presentes y futuros, por ejemplo. La crisis política y económica es otro de los grandes argumentos del hoy y, junto con la polémica y discurso social con respecto a la seguridad cibernética, la vigilancia masiva a través de la tecnología y asuntos derivados de la red como el cyberacoso, forman parte esencial del discurso de la serie de la que os hablamos hoy: Mr. Robot.
Un hacker justiciero, psicótico y antisocial
‘Mr. Robot’ es un thriller psicológico que llega a la cadena americana de nombre más americano, USA Network, el próximo 24 de Junio y aborda muchos esos temas que comentaba desde la perspectiva y con un modus operandi moderno, original, incisivo y muy prometedor.
Por el día, Elliot (Rami Malek) es un administrador de sistemas que trabaja para una empresa de seguridad cibernética; por la noche es un hacker justiciero que aplica sus conocimientos a bucear por la red para destapar a personas o empresas que considera están haciendo el mal. Elliot pronto se encontrará a sí mismo metido hasta las cejas en una conspiración relacionada con un tal Mr. Robot (Christian cancela-series Slater), quien le recluta para su grupo de hackers antisistema con el propósito de iniciar la revolución politico-económica definitiva empezando por el cliente más importante para el que trabaja Elliot: Evil E-Corp (¿alguien dijo Enron?).
Cualquiera que conozca el perfil de producciones que suelen poblar la parrilla de USA Network pensaría que 'Mr. Robot' utiliza este punto de partida para construir el enésimo procedimental con protagonista habilidoso que ayuda a acabar con los malos. Nada más lejos de la realidad. A juzgar por el primer capítulo, estamos ante una historia muy seriada que si destaca por algo es por la forma en la que se nos presenta: enteramente desde el punto de vista de Elliot, un joven asocial que desde el primer momento te deja claro que sufre de alucinaciones, que tiene paranoias, le da a la heroína y está crónicamente deprimido y decepcionado con la existencia.
- Qué te decepciona tanto de la sociedad?
- Oh, no sé. Quizá que colectivamente pensamos que Steve Jobs era un gran hombre, incluso a pesar de que amasó millones a costa de niños. Quizá es la sensación de que todos nuestros héroes son falsificaciones. El mundo en sí mismo es un chiste, constantemente spameando con nuestro constante debate de chorradas camufladas de profundas o con nuestras redes sociales que imitan la intimidad.
O quizá es que nosotros votamos por esto. No con nuestras manipuladas elecciones sino con nuestras cosas, nuestra propiedad, nuestro dinero. No digo nada nuevo. Todos sabemos por qué hacemos esto; no porque 'Los Juegos del Hambre’ nos hagan felices sino porque buscamos estar adormilados. Porque duele no fingir, porque somos cobardes.
Los ecos a 'El Club de la Lucha' -una de las películas más influyentes en el paso al S. XXI- son muchos en 'Mr. Robot'. Ya no es sólo el espíritu activista de la historia y sus personajes (y el club aquí apodado fsociety) o la voz en off del protagonista vomitando reflexiones en contra del sistema, es también el estilo errático y confuso de la narración. Elliot es un narrador no fiable que emborrona la historia con su inconexo pero elocuente discurso interno, con el ambiguo paso del tiempo y con una vaga distinción entre realidad e ilusión.
El considerablemente novato Sam Esmail, creador y guionista de este prometedor thriller, es hábil a la hora de salvar las potenciales complicaciones empáticas del espectador en lo que a Elliot respecta, un personaje muy en el precipicio que podría causar rechazo. Sin embargo, el guión subraya su nucleo heroico y comprometido no sólo con su causa, sino con las pocas personas que le importan: su terapeuta, su compañera de trabajo y amiga de la infancia y Qwerty, su pez. Esto combinado con la vulnerabilidad que le inyecta Rami Malek con es amplia mirada acaba por conseguir que nos hagamos de su equipo.
Mentiría si no dijese que ‘Mr. Robot’ hace gala de un anticorporativismo muy obvio. Es una filosofía de reflexiones básicas y algo manidas, pero que funcionan en su ejecución no sólo por todo el asunto del turbado elemento visual y argumental, sino por la trascendencia y relevancia más allá de la ficción; por su contemporaneidad.
Hackeando, de verdad
Hackear no es tanto sobre el código como sobre encontrar sus vulnerabilidades. Es más como una ingeniería social. (Sam Esmail)
Uno de los factores que Esmail tenía muy claro de la historia era cómo quería representar su elemento más técnico. Y lo cierto es que es patente su empeño por permanecer con pies en la tierra sin caer en efectismos; no hay secundarios dedicados únicamente a exponer lo que está ocurriendo o explicar términos, no es necesario saber en qué consiste un ataque DDOS o qué es un rootkit. En esto me recuerda a la gran ‘Halt and Catch Fire’; cada cosa toma relevancia por si misma en el contexto en el que aparece.
Vemos a Elliot trabajar en una ventana del terminal (y no esas pantallas llenas de información, sobrecargadas a lo Matrix), usando técnicas mundanas pero efectivas para investigar (y juzgar) a sus objetivos, como Facebook, y consigue información hackeando que después no le lleva a nada. Como muchos administradores de sistemas es el Señor Lobo de la empresa, pero se enfrenta a las crisis con calma y el guión no intenta reflejar que están pasando más cosas de las que deben. Una hora son 13 millones en pérdidas, eso es suficiente.
Un mensaje de «Servidor inalcanzable» es suficiente para que cunda el pánico. No hace falta que el SWAT les escolte al datacenter, que dejen sin luz una manzana para reventar la puerta para después saber mágicamente qué máquina infectada hay que apagar (todo esto no me lo invento, es del primer episodio de la desorinante ‘Scorpion’).
Hablan de nodos infectados, de cambiar DNS y, en definitiva, soluciones sencillas. Lo que importa es el carácter resolutivo, y también perspicaz, de Elliot. Es cierto que cuando desenmascara a un pederasta se le llena la boca hablando de TOR y .onion para después acabar investigando sobre un club supersecreto de Mr. Robot buscando en Google, pero nadie es perfecto.
La conclusión sobre ‘Mr. Robot’ es la mejor que podemos sacar de un primer episodio: tiene un gran potencial. Consigue con creces llamar la atención sobre el protagonista, sobre la forma y sobre el fondo. Quizá tengo cierto reparo ante este tipo de historias de narrativa deliberadamente equívoca, ya que suelen llevar a giros efectistas o innecesarios, pero a juzgar por las intenciones y pretensiones de trascender del primer capítulo, dudo que su creador caiga en orbitar todo alrededor de un giro de guión. Es más, Esmail comentaba que cuando se sentó a escribir, su idea era hacer una película, por lo que podríamos suponer que ya sabe hacia dónde se dirige la historia; a dónde quiere llegar y qué quiere contar por el camino. Estaremos atentos.
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