La sensación del espectador con el último episodio de 'She-Hulk' es un poco la misma que desprendían los cómics de John Byrne del personaje, que rompían de forma decidida la cuarta pared para entablar conversaciones con el lector y con los propios creadores del tebeo. 'She-Hulk' ha ido, a lo largo de esta notable primera temporada, dejando caer unos cuantos homenajes a aquella etapa impresa de los ochenta, en forma de comentarios de Jennifer Walters a c´amara, como si hablara con el espectador.
Los mejores de todos ellos no han sido aquellos en los que la protagonista ha comentado la acción como se la comentaría a un amigo más o menos descreído, es decir, aquellos en los que convierte al espectador en un personaje más, sino en los que es consciente de que se trata de un personaje de ficción. En ellos ha ido dejando caer ocasionales dardos sobre la narrativa serial, sobre las estrategias de Marvel o sobre el esquema del propio MCU.
Han sido pausas muy refrescantes a lo largo de toda la primera temporada, pero nada que no se hubiera hecho en televisión en incontables ocasiones, donde los protagonistas de las sitcoms rompen la cuarta pared continuamente. Hablando de sitcoms, Marvel ya había jugado algo a ello en 'Bruja Escarlata y Visión', pero en la segunda mitad de su primera temporada, muy inferior a la primera, ésta desbarataba el juego metatextual de meter a los protagonistas en distintos estilos televisivos e incluso lo justificaba argumentalmente.
Ese bendito caos que se adivinaba en aquellos primeros pasos de las series de televisión Marvel (que, ingenuamente, nos hizo llegar a pensar que adelantaban un oasis de libertad narrativa y experimentación al margen de las películas, algo que solo se ha cumplido a ratos y de forma muy domesticada) es el que finalmente se nos ha brindado en el último episodio de 'She-Hulk'. Un cierre de temporada que no solo demuestra cuáles son las posibilidades reales de Marvel en televisión, sino que lo hace con el acelerador pisado a fondo y la bola de demolición girando a todo trapo.
Hulka, al fin
A continuación, spoilers del final de 'She-Hulk'.
El más recordado de todos aquellos episodios escritos y dibujados por John Byrne era en el que Hulka rompía las páginas del cómic y literalmente atravesaba el ejemplar de parte a parte, pasando por sus propias páginas ya leídas, las que estaban por llegar y las secciones de Correo y mercadillo. Algo así (aunque menos rupturista en el formato) hace este último episodio de la serie: cuando el clímax se sale de madre con un argumento ridículo, Hulka sale al menú de Disney+ y entra a través de otra serie en los estudios de Disney para cantarle las cuarenta a los guionistas, como ya había hecho en el cómic con el propio Byrne.
Pero mientras allí la cosa servía para que Byrne saliera por enésima vez en sus propios comics (le encantaba hacerlo: en sus míticos Cuatro Fantásticos, de la misma época, acompañó al grupo a una batalla espacial convocado por el Vigilante), aquí sirve para poner en solfa a las propias estructuras argumentales del MCU. ¿Otra vez una trama sobre plasma sanguíneo robado de héroes, reciclado por enésima vez desde 'Capitán América'? ¿Otra vez cameos ridículos solo para justificar películas del MCU de dentro de varios años (el de Daredevil no cuenta, como se encarga de subrayar una Hulka de libido desatada)?
Todo ello se dice expresamente, con esas mismas palabras, en el episodio. De paso se hace un elogio de las historias Marvel donde los personajes tienen más importancia que los efectos especiales (ejemplificado aquí en Abominación) y se lanzan un par de dardos a la propia serie 'She-Hulk', que se lamenta de no poder enseñar más veces la transformación de Jennifer Walters en Hulka por cuestiones presupuestarias.
Porque al final el mensaje es tan demoledor como "el MCU es tan brutalmente robótico y teledirigido que solo una IA podía encontrar sentido a este desbarajuste". A lo tonto (¡y rindiendo homenaje a un cómic clásico de la heroína, de paso!), esta 'She-Hulk' encierra más verdades sobre la cosmogonía Marvel que cualquier película o serie recientes de la casa. Ah, y con unos cuantos derechazos al fandom tóxico, para que nos podamos bañar a gusto en sus lágrimas. Así sí, Marvel, así sí.
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