Muy discretamente, sin armar barullo, esta pequeña pieza de ciencia-ficción y aventuras para todos los públicos se ha encaramado en lo más alto del top de lo más visto de Netflix. En el momento de escribir estas líneas está brillando en el número 2 de España, y hasta hace unos días ni siquiera estaba en la plataforma. Se estrenó hace ya más de tres años, en mayo de 2017, en el festival de Seattle, año y medio después empezó a verse en plataformas de streaming estadounidenses, y ahora nos llega en Netflix.
Pero... ¿por qué ha impactado tanto entre el público? El motivo puede que sea su accesibilidad, que plantea un viaje en el tiempo muy sencillo de entender pese a que también despliega un par de jugosas paradojas. O su tono desenfadado, casi en las atípodas de películas como 'Primer', sin parodia pero también sin gravedad innecesaria, y que lanza al espectador sin complicarse la vida un enfoque de los viajes en el tiempo que en el cine no se ve muy a menudo: el de viajar tantos años, siglos, milenios, que el mismo paso de los días deja de tener sentido.
Quizás te apetezca saltarte el siguiente párrafo si quieres llegar absolutamente virgen al argumento de la película, aunque seremos muy moderados con los spoilers: en este caso, son un grupo de jóvenes de diversas edades quienes consiguen realizar el viaje. Quedan atrapados en una cueva donde el tiempo pasa más lento que en el exterior. Mucho más lento: un minuto dentro equivale a quince años fuera, lo que significa que, unas horas después de quedarse atrapados, han transcurrido miles de años fuera. La explicación para el desbarajuste temporal tiene más elementos de fantasía (folclóricos, incluso) que de ciencia-ficción pura, aunque en la ecuación entrarán elementos del futuro remoto con un punto cientítico.
Viajes a los confines del tiempo
He recordado un par de clásicos literarios de los viajes en el tiempo cuando veía la película (ambos, casualmente, recomendados en nuestra lista de los mejores libros de ciencia-ficción de la historia). Por una parte, 'El fin de la eternidad' de Isaac Asimov, cuya trama de guardianes ejecutores de la lógica temporal no tiene nada que ver con 'Time Trap', pero que he recordado cuando la película pisa el acelerador del viaje en el tiempo y casi llega hasta la línea de meta, por así decirlo.
También he recordado la a su vez muy aventurera y poco científica -como esta película- 'La máquina del tiempo', de Herbert George Wells. El clasicazo victoriano comparte con 'Time Trap' su viaje hacia un futuro en el que la civilización es un mero recuerdo, y la aparición de unos seres agresivos y primitivos, aunque allí los Morlocks son una involución de los humanos, y aquí tienen un origen bien distinto. En ambos casos, el argumento no se plantea como una autopista de viajes adelante y atrás en el tiempo, sino una aventura en (casi) una sola dirección.
En cualquier caso, lo que está claro es que Mark Dennis y Ben Foster, con guión del primero, plantean aquí una historia nada enrevesada, que tiene más en común con el tono de las fantasías de los ochenta destinadas al público más joven que con una producción indie que intente ahondar en los vericuetos narrativos y las contradicciones lógicas de los viajes en el tiempo. Aún así, se agradece que no subestimen al espectador, y aunque hay algún momento de excesiva redundancia (los protagonistas tardan algo más de la cuenta en percatarse de que algo extraño sucede con el transcurrir de las horas), la película no cae en excesivas pausas discursivas, y va al grano con reconfortante facilidad.
'Time Trap' es una película efectiva, sencilla y directa, y que cojea un poco en un tercio final que no termina de estar a la altura de las expectativas, con la apretujada aparición de una serie de invitados especiales que no siempre hilan la trama lo bien que sería deseable. Y que aún así, proponen imágenes de ingeniosa belleza, como un instante de anacrónico conflicto épico congelado en el tiempo, o la visualización momentánea de lo que sucede fuera de la cueva, de tanta fuerza icónica que el momento no lo estropean ni unos muy mejorables efectos CGI.
Y además, la engrandecen detalles como su falta de pretensiones o exquisitos momentos de maravilla pura, como cuando los chicos se dan cuenta del tiempo que están pasando en la caverna gracias al tipo de luz que ven entrar por un agujero. Pese a sus vaivenes argumentales, unos personajes que a ratos no son especialmente interesantes y un barullo argumental no demasiado bien explicado en su conclusión, tiene todo el sentido del mundo que se haya encaramado a lo más visto de la plataforma. Al fin y al cabo, quién no ha pensado en algún momento en desplazarse siglos y siglos en unos segundos.
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