Retando a todos los pronósticos, abril entrará en España de la mano de una ola de frío invernal que desplomará los termómetros hasta temperaturas impropias de esta época del año. De igual que lo llamamos "nortada intensa", "supervaguada escandinava" o "el ártico en la puerta de tu casa": el resultado es que hará frío. Mucho. Y, lo peor es que más nos vale acostumbrarnos.
Porque, a poco que hacemos un repaso de los últimos años, descubrimos que el equilibrio climático del hemisferio norte hace tiempo que se ha ido al garete y va a ser cada vez más normal estar a 20ºC a finales de enero y toparnos con fines de semana polares en primavera. No nos hemos quitado de encima la calima y ya vuelve el invierno.
Se ha roto el vórtice polar. El vórtice polar es un gran área de baja presión y aire frío que surge en torno a las zonas polares de la Tierra. Se llama vórtice porque, al rotar de manera muy específica, la estructura atmosférica contiene el aire frío cerca de los polos. Es decir, se trata de una suerte de enorme almacén de frío polar.
A veces el vórtice se rompe y esa bilocación puede ocasionar serios problemas porque, por un lado, conlleva que una enorme masa de aire gélido empieza a moverse "libremente" y puede alcanzarnos de lleno. En todo caso, la existencia de dos vórtices genera un vodevil atmosférico que condiciona "la formación, trayectoria y movimiento de las zonas de aire frío y las borrascas". Pues bien, el vórtice se acaba de romper.
¿Y qué pasa ahora? Encima de Groenlandia, hay una enorme masa de aire (la que ha "estrangulado") el vórtice y eso empuja a los aires fríos a descolgarse hacia el sur y acercarse al trópico de cáncer donde se encuentra de lleno con la corriente de lleno con la corriente de chorro. O sea, Canarias tendrá chubascos y tormentas mucho más fuertes que de costumbre.
Y en el resto de la península, nos daremos de bruces con una "nortada muy intensa"; es decir, con una sacudida invernal en abril que, sobre todo durante el fin de semana, nos dejará temperaturas muy bajas, heladas, tormentas y nevadas en cotas bajas del norte peninsular.
El tiempo se está volviendo loco. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que nada de esto es nuevo. Son fenómenos que se conocen desde hace mucho y no son, técnicamente, nada raro. Olas de frío como las de 1977, la de 1982 o la de 1989 están relanciadas con esto. También las de 2014, 2019 o 2020. Lo que sí es cierto es que hay razones más que fundadas para pensar que muchos de estos fenómenos se están volviendo más intensos y recurrentes.
A más. No es algo que debiera sorprendernos. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) lleva años denunciando que los "desastres relacionados con el clima" han aumentado desde los años 70. En concreto, se han multiplicado por cinco a lo largo de las últimas cinco décadas. "La cantidad de fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos está aumentando, y esos episodios serán más frecuentes y graves en muchas partes del mundo como consecuencia del cambio climático", decía Petterie Taalas, Secretario General de la OMM.
¿El fin del invierno tal y como lo conocemos? La principal consecuencia de todo esto es que el equilibrio climático al que estábamos acostumbrados lleva años debilitándose progresivamente. Esto hace que, aunque en sucesos como la ruptura del vórtice que no tienen nada que ver con el cambio climático, los efectos sean más fuertes, rápidos y extremos.
Como decíamos al comenzar este artículo, cada vez será más normal estar a 20ºC a finales de enero y toparnos con fines de semana polares en primavera. Por fortuna, estamos aprendiendo a sobrellevarlos mejor (y cada vez hay menos muertes asociadas a estos eventos). Son las consecuencias de vivir "tiempos interesantes" (a nivel climatológico).
Imagen | Lluis Bazan
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