Por segundo año consecutivo, octubre viene cargado de malas noticias. Los modelos meteorológicos muestran que, en la primera mitad del mes, un bloqueo anticiclónico va a dejar a la península sin una gota de agua y, aunque se atisba un posible cambio para la siguiente mitad, es todo tan difuso que muchos meteorólogos se teman ya lo peor.
Y lo peor no es que no llueva. Ni siquiera que este octubre desbanque al de 2022 como el más cálido y uno de los más secos de la serie histórica. Lo peor (y con mucha diferencia) es que este patrón climático haya llegado para quedarse.
¿Un cambio de patrón? Aún es pronto para sacar conclusiones, pero nadie entiende qué está pasando con el tiempo. Este verano ha sido especialmente raro y, durante semanas y semanas, no hemos tenido la "protección" de los anticiclones de bloqueo que normalmente garantizan el "buen tiempo" estival.
Eso, por sí mismo, no puede decirse que sea una mala noticia. La mala noticia es que esos patrones de bloqueo parecen estar cambiando de estación. Las últimas primaveras y los últimos otoños son la muestra más clara de todo esto. En los últimos dos años, la primavera ha visto como sufríamos eventos intensos de altas temperaturas. Algo que ha provocado muchísimos problemas a la agricultura nacional.
El otoño de 2022, por su parte, fue terrible. A un final de septiembre y un octubre sorprendentemente cálidos, se le sumó un "arreón térmico" en noviembre y un diciembre suavísimo. Hubo un paréntesis de lluvias, es cierto: pero fue claramente insuficiente. 2023 está siguiendo una dinámica similar.
Y eso tiene consecuencias. Porque unque el invierno climatológico es la estación más lluviosa en el tercio norte peninsular, parte de la Meseta sur, Extremadura, casi toda Andalucía y Canarias, no ocurre lo mismo en la fachada mediterránea, Pirineos y buena parte del centro peninsular (el lugar donde están muchísimos grandes pantanos).
Basta con mirar el mapa superior para ver que la mayor parte de las zonas más habitadas del país están acostumbradas a jugarse sus reservas de agua en otoño y primavera. Y eso está dejando de ser viable.
El maldito "buen tiempo". Así que mientras vamos hacia un fin de semana con temperaturas entre 5 y 10 grados por encima de lo normal, la situación cada vez es más preocupante. Si no llueve lo suficiente, el año hidrológico va a ser una sucesión infinita de cortes de agua.
Cataluña ya está en su mínimo histórico, Córdoba comienza con los pantanos al 14,32% de su capacidad, el Tajo está al 19% y el Pirineo se queda sin reservas. Y podría seguir y seguir... Buena parte del país está en la cuerda floja.
Sobre todo la agricultura. Pero es que, además, alguna de las crisis más importantes del momento (como la del aceite de oliva) van a seguir profundizándose. Los casos son legión: Aragón ha cosechado la peor campaña de cereal de la década; la costa del Sol y la Tropical ya han perdido sus cosechas (y los expertos avisan de que, en estas circunstancias, habrá que abandonar muchos cultivos de forma permanente); y en el resto del país los agricultores reconocen que es imposible planificar el año 2024.
Preparándonos para nadie sabe muy bien qué. No andábamos muy desencaminados cuando hablábamos hace un año de los veranos de seis meses. Es verdad que la configuración actual nos dibuja un 'intermedio de inestabilidad' en el medio; pero la idea de este sea la "nueva normalidad" está encima de la mesa.
No es algo que vaya a pasar ya. Un estudio sobre el tema publicado el año pasado señalaba que, aunque el calentamiento global está haciendo que los veranos sean más calurosos y largos (al tiempo que reduce las otras tres estaciones), aún queda décadas para encontrarnos con estaciones tan largas. La carrera no es esa: la carrera es cómo nos preparamos para algo tan extremadamente impredecible.
Y, en esa carrera, estamos perdiendo.
En Xataka | Los veranos de seis meses ya están aquí. Quizá es momento de replantearnos el uso de las estaciones
Imagen | Tropical Tidbits
Ver 27 comentarios