¿"Huracanes categoría 4 a las puertas de España"? Esa es la pregunta meteorológica que más se repite en los últimos días ante el aluvión de titulares y, más allá del sensacionalismo que se pueda generar, hay mucho que explicar.
Sobre todo, porque la respuesta a la pregunta es, a la vez, sí y no.
El mapa de la discordia. Hace unos días, el meteorólogo González Alemán se sorprendía de que a principios de noviembre "el ambiente atmosférico/oceánico en el Atlántico Nordeste" fuera "capaz de soportar (teóricamente) un huracán de hasta categoría 3 o 4". Eso es lo que se puede ver en el mapa superior.
El "teóricamente" estaba en el tuit desde el principio y, además, justo después aclaraba que "esto no quiere decir que se formará un huracán de categoría 4 en la zona". Dio un poco igual: en los últimos días, muchos se han hecho eco de la posibilidad de que nos encontremos con un huracán en Santa Cruz de Tenerife o la Bahía de Cádiz.
Esto, claro, es impreciso (cuando no directamente engañoso), pero en el proceso hemos periodo una maravillosa oportunidad de entender qué es lo que realmente está pasando en el Atlántico.
¿Qué significa esto? El mismo González Alemán lo explicaba muy bien, el mapa superior indica "la Intensidad Máxima Potencial, una magnitud que mide la máxima energía que un ciclón tropical podría obtener de la atmósfera y el océano. Es decir, la máxima intensidad que podría alcanzar un ciclón tropical en caso de desarrollarse en la zona".
Eso, por supuesto, no significa ni que se vaya a formar un huracán, ni que (en caso de formarse) vaya a llegarse a esas categorías. Sencillamente, señala cuál es el límite teórico al que se podría llegar. Como hemos repetido muchas veces, la temperatura superficial del océano es "gasolina" para los eventos meteorológicos, sí; pero sin la "chispa" la gasolina es incapaz de hacer nada.
De hecho, en este caso, ni siquiera la chispa sería suficiente para llegar a categorías 3 ó 4. Además de chispa y combustible, necesitaríamos que las condiciones del momento fueran favorables (cosas como baja cizalladura o ambiente húmedo). Algo que, seamos sinceros, es virtualmente imposible en este momento.
Entonces, ¿por qué es importante? En primer lugar, porque "es una barbaridad". Hablamos de intensidades máximas potenciales rarísimas (o directamente sin precedentes) a principios de noviembre. Y, en segundo, porque lo que está ocurriendo es, en el fondo, una "tropicalización" de las regiones oceánicas más próximas a Canarias y a la península.
Algo que puede verse como una muestra de muchas cosas (y, de hecho, los científicos siguen discutiendo sobre posibles explicaciones), pero que no deja de recordarnos que el balance energético de la Tierra cada vez sea más positivo y el planeta esté más caliente, tiene consecuencias.
Y tendrá más. Muchas de ellas imprevisibles. Por eso mismo, hay que tener cuidado con cómo comunicamos todo esto. Después de ver cómo hace unas pocas semanas Otis pasaba de 'tormenta tropical' a 'huracán de categoría y5' en menos de 24 horas frente a las costas de Acapulco (y destrozaba la ciudad de paso), hay que ser consciente de la importancia de comunicar bien los eventos meteorológicos extremos. Es la diferencia entre la vida y la muerte en muchas regiones del mundo.
Imagen | Craig Cameron
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