En mitad del otoño más cálido jamás registrado y con una enorme bestia anticiclónica bloqueando cualquier esbozo de tormenta en la península, el fin de año tiene muy mala pinta. La sequía está pasando a ser crítica y ya hay muchas zonas del país en la que el agua no es apta para consumo humano porque, sencillamente, está demasiado contaminada para que sea segura.
En mitad de todo eso, decía, hay tres palabras que empiezan a repetirse entre los meteorológicos: "calentamiento súbito estratosférico". Tres palabras que pueden no significa nada, pero que pueden cambiarlo todo.
¿"Calentamiento súbito estratoférico"? En los últimos años estos 'palabros' se han hecho populares, pero no es fácil entender de qué se trata. En primer lugar, tenemos que recordar que la atmósfera es una "lasaña de capas de aire" y cada una de ellas sigue sus propias lógicas. Es decir, funcionan de forma bastante diferente e independiente.
En este caso en concreto, la circulación del aire en la troposfera (la que está más pegada a la superficie) y la circulación en la estratosfera (la capa directamente superior) están relacionadas, sí; pero, en lo sustancial, van cada una a lo suyo.
Durante los "calentamientos súbitos estratosféricos", una parte de la troposfera se calienta rápidamente y, como consecuencia, invade la estratosfera provocando una profunda alteración de la circulación a gran altura. Es decir, durante algunos días, todo se pone patas arriba.
El debilitamiento (y posible rotura) del vórtice polar. La consecuencia más habitual de esto (al menos, la que tiene mayor interés para nosotros) es que el vórtice polar se debilita y puede llegar a romperse. El vórtice polar (ártico) es una corriente de aire que va de oeste a este en torno al polo norte y contiene el aire frío en latitudes altas.
Cuando esta corriente es fuerte y estable, impidiendo que se descuelgue hacia lugares como España. Si el vórtice se desestabiliza y sus vientos pierden fuerza (debido, por ejemplo, a un "calentamiento súbito"), es relativamente común que haya masas de aire frío que se escapen camino al sur. Durante unos días, el "General invierno" invade regiones del sur y va acompañado de fríos, lluvias y heladas abundantes.
De hecho, ni siquiera hace falta que el vórtice llegue a romperse. Basta con que se desplace desde la región ártica hasta latitudes más bajas. Al mover con él una enorme masa de aire frío, el resultado es siempre muy parecido: un frío gélido que puede poner patas arriba cualquier país (incluso los mejor preparados).
¿Y por qué estamos hablando de esto ahora? Porque las predicciones empiezan a ver con bastante claridad que se va a producir un calentamiento estratosférico en los próximos días y, como digo, es posible que el vórtice se altere.
Eso no significa absolutamente nada. Hemos visto muchas alteraciones del vórtice que no nos afectan en absoluto; pero, como explicaban en Cazatormentas, "lo cierto es que la probabilidad de que la circulación de las borrascas baje de latitud aumentaría, así como las incursiones de aire frío de origen ártico, polar o continental hacia nuestro territorio".
Cuando lo malo, es excelente. Porque siendo sinceros, un descuelgue de aire polar puede dejar el país fuera de juego durante días. Al fin y al cabo, la megatormenta norteamericana que provocó temperaturas negativas en el Caribe a principios de año o la tormenta Filomena que paró el centro de la península en 2021 tienen una cosa en común: las roturas del vórtice polar.
Sin embargo, vivimos una situación tan mala que eso (una probabilidad un poco más alta de que nos llegue alguna borrasca profunda) se convierte en una excelente noticia.
En Xataka | El vórtice polar puede romperse durante los próximos días. Y ni España ni Europa están preparadas
Imagen | AEMET
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