Los trabajadores de almacén de Amazon sufren un número elevado de lesiones, como ya hemos explicado con anterioridad en Xataka. Aproximadamente unas 6,8 de gravedad por cada 100 profesionales al año. Y buena parte de la culpa la tiene la presión a la que estos empleados se enfrentan para ser más productivos y, sobre todo, más rápidos, según explica en su último libro, 'Arriving Today', el periodista del Wall Street Journal Christopher Mims, una obra a la que ha tenido acceso El País.
Rapidez extrema. Mims señala que los constantes movimientos repetitivos y la presión a la que están sometidos los trabajadores de Amazon son los causantes de buena parte de esas lesiones, y que el gigante del comercio electrónico tiene en su mano reducir considerablemente los daños físicos que padecen sus empleados.
Pero no lo hace, porque eso tendría una consecuencia muy perjudicial para el negocio: perderían rapidez, seña de identidad del eccommerce, lo que podría reducir sus ventas al desaparecer una de sus principales propuestas de valor. Para que tengamos paquetes en menos de 24 horas, los mozos de almacén tienen que seguir siendo extremadamente raudos.
Asimismo, hay que tener en cuenta que esa velocidad también es imprescindible para mover un negocio global de las monstruosas dimensiones del ecommerce que nos ocupa: los de Jeff Bezos reciben, aproximadamente, unos 10 millones de pedidos al día. Un volumen enorme que sería muy difícil de gestionar con eficiencia si no fuese por la diligencia y rapidez que Amazon exige a sus trabajadores de almacén.
¿Y la tecnología? El periodista estadounidense explica que buena parte del éxito del modelo veloz de Amazon se basa en un gran número de procesos automatizados que ejecutan máquinas. Pero, para que todo funcione correctamente en ese acelerado engranaje, el ser humano sigue siendo una pieza fundamental e insustituible. Y no porque no exista tecnología que ya pueda reemplazarnos en esas tareas pesadas y repetitivas, sino porque esos avances siguen siendo más lentos que una persona.
Mims asegura que, en tareas tan simples como cambiar productos de una cinta a otra en función de su etiquetado o cargar camiones, los humanos siguen siendo más rápidos que las máquinas porque la tecnología todavía no ha podido reproducir la veloz y precisa coordinación entre nuestro cerebro y nuestras manos en un robot. Por lo tanto, de momento las personas son insustituibles en muchas de las tareas logísticas de Amazon.
El algoritmo. La eficiencia de la cadena logística de Amazon se configura a través de un algoritmo que tiene por objetivo eliminar todo problema, desajuste o retraso en el proceso, tanto de máquinas como de personas. Algo que ya ha provocado algunos inconvenientes en el pasado, puesto que la herramienta es tan exigente muchos la han identificado como un factor decisivo en las lesiones que han sufrido por estrés repetitivo. Varios empleados han llegado a asegurar que el software les ha penalizado incluso por ir al baño.
Una acusación que ratificó el año pasado el Departamento de Trabajo e Industrias del Estado de Washington, en Estados Unidos, que, tras una investigación de las instalaciones de la compañía fundada por Bezos, concluyó en un informe que el ritmo de trabajo que Amazon espera de sus trabajadores es muy alto y que “se ejerce presión sobre los empleados para que mantengan ese ritmo sin un tiempo de recuperación adecuado para reducir el riesgo de trastornos musculoesqueléticos”.
Una queja recurrente. Las lesiones de los empleados de los almacenes de Amazon son una queja frecuente de estos profesionales, y una de las razones que les han llevado a luchar por sindicarse en los Estados Unidos, ya que las asocian a las altas presiones y ritmos de trabajo a las que los somete el gigante del comercio electrónico en su afán de ser el más rápido del mercado.
Amazon se defiende. Tras las quejas reiteradas por el alto número de lesiones de sus trabajadores de almacén, Amazon asegura que está tomando medidas para reducir esas cifras y el pasado mes de enero informó de que en 2021 había invertido 300 millones de dólares para mejorar la seguridad de sus centros de trabajo.
Asimismo, tras el informe del Departamento de Trabajo e Industrias de Washington, los de Bezos dijeron que iban a replantear su sistema de medición de la productividad y a extender los tiempos de inactividad que la herramientas registra como ausencia del puesto de trabajo, aunque subrayaron que iban a seguir usándolo: “Ver que un empleado no está conectado a las herramientas de software durante largos períodos de tiempo (por lo general, más de media hora) es un buen indicador de defectos sistémicos operativos e incita a los gerentes a interactuar con el trabajador para comprender qué ocurre”.
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